¿Por qué tenemos conductas de riesgo al volante?
Te suena un mensaje en el móvil y lo miras por el rabillo del ojo. Regañas a los niños que se han puesto a discutir para no variar. Te pones a pensar en todo lo que te queda por hacer. Te tomas una copa o dos antes o enciendes un cigarro. Son cosas que nos distraen de lo que tenemos entre manos. Generalmente no pasa nada cuando alternamos a estas acciones con otras en las que no está en juego nuestra vida, pero cuando vamos conduciendo pueden conllevar un peligro considerable.
A todo esto podríamos sumarle ir a una velocidad inadecuada o no usar el cinturón. El resultado: un riesgo al volante elevado. Pero eso ya lo sabemos todos, ¿no? Entonces… ¿por qué seguimos haciendo estas cosas que ponen en juego nuestra vida y la de todos los demás que van en la carretera?
“Para comprender la seguridad no hay que enfrentarse a ella, sino incorporarla a uno mismo”
-Allan Watts-
¿Cómo influye nuestra personalidad en las conductas de riesgo al volante?
La conducción temeraria se ha asociado con algunas características de la personalidad. En primer lugar, se ha encontrado que la impulsividad juega un papel en que se de este tipo de conducción. Los estudios dicen que las personas con esta tendencia tienen más despistes al volante y cometen más infracciones de tráfico.
Por otro lado, la búsqueda de emociones y sensaciones nuevas, como las que puede dar la velocidad, propicia a su vez que se produzcan más conductas de riesgo al volante. ¿Cómo? Esa necesidad de sensaciones nuevas implica que la conducción sea más peligrosa y osada, haciendo de nuevo que los conductores incumplan la normativa incluso sabiendo los peligros que conlleva.
“Para llegar el primero, primero hay que llegar”
-Frank Gardner-
Sin embargo, se ha encontrado que la empatía, el altruismo y la preocupación por los demás tienen el efecto contrario. Es por esto que en los programas de prevención de conductas de riesgo al volante, como en los anuncios publicitarios, se trata de fomentar actitudes empáticas en los conductores. De esta forma se fomenta su responsabilidad y sentido del deber.
¿La ira influye en que tengamos conductas de riesgo al volante?
Existe un número considerable de situaciones al volante que pueden provocar el enfado en los conductores. Una de ellas es encontrarnos en un atasco. Pero también nos cabreamos cuando otros conductores realizan infracciones al volante. O si nos reprenden por algo que hayamos hecho mientras conducimos. Por último, que haya presencia policial también hace que nuestra ira aumente.
El caso es que esta ira conlleva consecuencias respecto a nuestra hora de conducir. Que nos cabreemos ante estos hechos puede provocar que nosotros mismos tengamos conductas de riesgo al volante. Además, puede hacer que nos saltemos las normas de circulación y realicemos infracciones.
Por ello, es necesario intentar controlar ese enfado. De esta manera es útil identificar las señales – como los pensamientos “calientes” que podemos tener- que nos indican que estamos enfadados o irascibles. Por ejemplo, “este inútil que se cambia de carril sin señalizar y encima me pita al adelantarme, es que la gente es lo peor, de verdad”. También hay que detectar la tensión que se forma en nuestro cuerpo y lo que hacemos, como insultar.
Una vez que nos hemos dado cuenta de que nos estamos cabreando cabe preguntarnos algunas cosas, como si el enfado nos va a servir de algo o si esta situación es realmente importante para nosotros. Por último, podemos poner en marcha algunos ejercicios para enfriar y dominar la ira, como tratar de relajarnos mediante la respiración o tratar de concentrarnos en la propia conducción.
¿Qué hace que consumamos alcohol cuando vamos a conducir?
Está demostrado que el consumo de alcohol al volante supone un riesgo considerable para nuestra seguridad y la de los demás. Lo sabemos de sobra, no paran de decírnoslo en los numerosos anuncios publicitarios que hace la Dirección General de Tráfico (DGT). Además, si nos encontramos con un control policial y presentamos cierta tasa de alcohol en sangre, conlleva para nosotros una multa y pérdida de puntos del carnet.
“Si bebes no conduzcas”
-Stevie Wonder-
Piénsalo, ya no solo nos ponemos en peligro a nivel físico, sino que también aumentamos las posibilidades de ser sancionados con “un impuesto extra” sobre nuestra economía. Con toda la información que tenemos al respecto y con lo negativo que puede ser para nosotros a todos los niveles, ¿por qué seguimos bebiendo cuando vamos a coger el coche?
En que lo hagamos o no van a jugar un papel importante nuestros amigos. Si en nuestro grupo social no se sanciona, se acepta e incluso se estimula -de manera implícita o explícita- que se conduzca después de beber, va a aumentar la probabilidad de que realicemos esta conducta de riesgo al volante. Además, si creemos que no somos capaces de evitar coger el coche tras beber, nuestro pensamiento va a tener el mismo efecto que nuestros amigos.
Es sumamente importante tener estos factores en cuenta y trabajarlos para evitar que tengamos conductas de riesgo al volante. Además de repercutir en nuestra economía, también ponemos en peligro muchas más cosas. No está sólo en juego nuestra salud, sino también la de todos aquellos que en ese momento están cerca de nuestro vehículo, ya sea como conductores o como peatones.
Imágenes cortesía de Nino Ubezio, Dan Gold y Robson Hatsukami Morgan.