Tenemos diferentes culturas pero un mismo corazón
A lo largo de las diferentes épocas de nuestra historia hemos ido forjando culturas, lenguas, costumbres y valores diversos en todo el mundo. Ante esta realidad, parece inevitable hacernos una pregunta, ¿por qué lo diferente a menudo nos asusta? Si la diversidad cultural nos aporta aprendizaje, nuevos puntos de vista y riqueza emocional, ¿cómo podemos reconciliarnos con lo desconocido?
“Conocer nuevas formas de relacionarnos nos pueden aportar mucha riqueza emocional a nuestra vida” .
¿Por qué lo desconocido nos asusta?
Lo que no conocemos nos da miedo y ante esta emoción puede surgir el rechazo y los prejuicios. Mucho de lo que desconocemos nos generan inseguridad y nos encierra en nuestro mundo interior. Pensar en personas diferentes, distintas costumbres y maneras nuevas de hacer las cosas nos puede llevar a querer sobreproteger lo que sentimos como propio. Incluso podemos considerar que esto que es propio está siendo amenazado.
Cuando sentimos miedo, podemos tener 3 reacciones diferentes: la huida, el ataque o la paralización. Las tres maneras de comportarnos son estrategias de defensa ante lo que nos asusta. Por tanto, la respuesta natural al miedo es la protección. ¿Y cómo nos protegemos de lo diferente? En ocasiones, mediante el rechazo y la discriminación. Entonces, nos podemos encontrar con personas que cierran su corazón a lo diferente por miedo a ser atacados o invadidos.
Preferimos la zona conocida
En la zona de confort o zona conocida se sitúan aquellos procedimientos o situaciones que de alguna manera tenemos dominados y que se encuentran lejos de desafiar nuestras capacidades. Por esto mismo, movernos en esta zona no suele generarnos mucha tensión. Lo que es desconocido y puede llegar a asustarnos se encuentra fuera de esta zona. Uno de los temores que aparecen cuando nos planteamos salir de nuestra zona de confort es la sensación de que lo nuevo invalida lo de siempre.
Cuando en realidad, puede ser justo lo contrario, los nuevos aprendizajes enriquecen y suman bagaje en vez de restar. Conocer nuevas formas de relacionarnos, de cocinar, de enseñar, de vivir, independientemente de dónde sea su procedencia, nos pueden aportar una gran riqueza emocional a nuestra vida.
Aceptar la diversidad abre el corazón
Los diferentes idiomas, las diferentes culturas, nos abren la posibilidad de un aprendizaje inmenso hacia cosas que ni hubiéramos imaginado conocer. ¿Te imaginas descubrir que no eres tan diferente de los demás? ¿Te imaginas averiguar que tu ADN está compuesto de muchas procedencias dispares? Esto es lo que les pasó a los chicos que dejaron que les realizaran un análisis de su ADN. Encontraron que en realidad, no eran tan diferentes de los demás como habían pensado, tenían muchas más cosas en común de lo que imaginaban.
“Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, sólo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano”.
Las diversidad cultural nos enriquece
Las diferencias nos permiten por tanto, dar lo mejor de nosotros mismos. Nos llevan a descubrir aspectos inimaginables de nuestro ser, las diferencias con otras personas nos permiten por ejemplo:
- Conocer nuevas maneras de enfocar una situación, ampliando los puntos de vista desde los que la consideramos y dando espacio a nuevas formas de pensar, incluso de sentir.
- Reconocer que cada persona tiene su historia. Cada persona y cada cultura tiene su historia que contar, y es importante respetarlos y escucharlos, antes de lanzarnos a juzgar.
- Dar espacio a poder viajar y conocer las maravillas del mundo, para conocer nuevos paisajes y personas que nos aporten nuevas ideas y más perspectiva de las situaciones.
- Recordar que no estamos solos, hay más gente que nos acompaña en este mundo. Esto nos permite dejar pensar que nuestra cultura es la única válida, y la única merecedora de explorar.
- Aprender que todas las culturas pueden aportarnos algo, incluso aunque no tenga nada que ver con nosotros.
Diferentes culturas un mismo corazón
Al final, por muchas diferencias que nos separen, todos tenemos un mismo corazón que late día a día y minuto tras minuto. Si empezamos a ver lo que nos une y no lo que nos separa, vamos averiguar que el otro nos da mucha paz y serenidad aún con sus diferencias. Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, solo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano, qué grande y qué sencillo a la vez.
La vida va mucho más allá de nosotros. La sensibilidad y el amor nos unen y nos hacen únicos como seres humanos. Reconciliarnos con las personas de origen cultural diferente al nuestro nos permite darnos cuenta que tenemos la oportunidad de crecer emocionalmente a través de otras personas y costumbres.