Teoría de la emoción de Schachter y Singer: ¿en qué consiste?

Schachter y Singer en su día propusieron una teoría que supuso toda una revolución en el campo de las emociones.
Teoría de la emoción de Schachter y Singer: ¿en qué consiste?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 10 diciembre, 2021

En 1962, en la revista Psychological Review se publicó un artículo que generaría un pequeño terremoto en la psicología de la época. En él se presentaba un enfoque cognitivo para explicar las emociones. Sus autores eran Stanley Schachter (1922-1997) y Jerome Singer (1934-2010), psicólogos estadounidenses de corte social. Sus aportes e investigaciones han inspirado diferentes corrientes del pensamiento psicológico, dando paso, entre otras, a la teoría de la emoción de Schachter y Singer.

La teoría de la emoción Schachter y Singer puso sobre la mesa varios temas:

  • Una nueva comprensión y una nueva explicación sobre cómo funcionan las emociones.
  • La naturaleza de las propias emociones. ¿Son algo meramente físico-químico? ¿Las ideas que tengamos sobre una situación pueden derivar en otro tipo de experiencia emocional?

Estas representan el tipo de preguntas que podemos hacernos tras leer el trabajo de estos dos psicólogos. A través de un experimento llevado a cabo en 1962, quisieron evidenciar lo que llamaron teoría emocional de dos factores. Se llamó así porque hacía referencia a dos factores explicativos: el biológico y el cognitivo.

Caras dibujadas en papeles

La teoría de la emoción de Schachter y Singer hecha experimento

Según la teoría de Schachter y Singer, las emociones son el resultado de procesos tanto fisiológicos como cognitivos. Para ello, intentaron averiguar si los participantes en el estudio responderían de manera diferente a una inyección de adrenalina en función del contexto en el que se encontraran.

Todos recibieron una inyección de epinefrina, aunque se les dijo que era una vitamina o un placebo -esta parte del experimento fue cuestionada éticamente-. Mientras unos participantes fueron informados sobre posibles efectos secundarios, a otros se les dijo que no tendría ningún efecto secundario; además, hubo otro grupo que fue informado sobre efectos secundarios incorrectos, como picazón o dolor de cabeza.

Esperaban que quienes sintieran un efecto y supieran por qué atribuirían fácilmente la causa a la inyección. Sin embargo, el par de investigadores esperaban que los participantes que no estaban informados sobre los efectos de la epinefrina (o que recibieron información incorrecta) buscarían la explicación de su condición subjetiva en el ambiente.

Después colocaron a los participantes en uno de dos ambientes. El primero se diseñó para inducir sentimientos de euforia a los participantes. Estos interactuaron con un cómplice (persona que forma parte del equipo de investigación pero pasa por participante), que se comportó de manera jovial y alegre. El segundo ambiente del estudio estuvo hecho para inducir sentimientos de ira. Aquí se les pidió a los participantes (incluidos el cómplice) que llenaran unos cuestionarios que contenían preguntas cada vez más personales.

Resultados del experimento

La conducta del primer infiltrado intentaba inocular un ambiente de alegría. Lanzaba un avión de papel, como simulando jugar baloncesto con la cesta de basura del cuarto. También jugó con hula-hula. En el caso del segundo cómplice, encargado de las emociones de rabia, se mostró irritado por lo invasivo de las preguntas, rompió el formulario y salió del cuarto bastante enfadado.

La idea, en términos generales, es simple: quien no sepa a qué atribuirle su estado de excitación fisiológica, buscará la respuesta en el ambiente que lo rodea. Es decir que lo que comúnmente entendemos como emoción no es solamente su aspecto fisiológico ni químico. Las emociones pueden variar en su intensidad de acuerdo a la interpretación cognitiva que se haga de la situación que desencadene una emoción.

Entonces no es tan solo el estímulo, sino la percepción-cognición del estímulo en su contexto, o su representación cognitiva la que constituiría el primer estado en la génesis de la emoción. De esta manera, quienes no supieran qué esperar de los efectos de la droga, asumirían que era el entorno social el que los hacía sentir de esa manera.

Así, en líneas generales, se pudo confirmar la hipótesis de la teoría de Schachter y Singer. Y sucede así, ya que, por ejemplo, los sujetos informados de los efectos de la inyección no fueron inducidosa sentirse particularmente tristes o alegres. Simplemente, atribuyeron su reacción fisiológica a la inyección.

En cambio, las personas que no fueron informadas de los efectos de la adrenalina también experimentaron una excitación fisiológica. Sin embargo, tales sensaciones no las atribuyeron a la inyección. Centraron la explicación de sus emociones en la conducta del infiltrado.

Bolas con caras de emociones

Un camino por recorrer…

La teoría de la emoción de Schachter y Singer abrió un campo para entender las emociones de manera más global. También es cierto que hay posturas radicalmente opuestas, mientras otras que recogen lo bueno y revisan lo que hay que mejorar.

Si bien a la postre los resultados no han podido replicarse exactamente de la misma manera, sus aportes abrieron toda una discusión en torno a la capacidad cognitiva de los seres humanos para interpretar lo que pensábamos alejado de la hermenéutica: las emociones.

Esta teoría es tan solo una de las muchas teorías sobre las emociones que existen .  Schachter y Singer abrieron todo un campo de investigación, una propuesta sobre la naturaleza de las emociones e inspiraron a millones de investigadores apasionados por el tema primordial de las emociones: la vida humana per se y lo que nos sucede más allá de la química del cuerpo.


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  • Melamed, Andrea Florencia; Las teorías de las emociones y su relación con la cognición: Un análisis desde la filosofía de la mente; Universidad Nacional de Jujuy. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales; Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales; 49; 5-2016; 13-38
  • Papanicolaou, A. C. (2004). Schachter y Singer y el enfoque cognitivo. Revista española de neuropsicología6(1), 53-73.

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