The Crown: el peso de la corona
Son tiempos convulsos para la monarca más longeva del Reino Unido, su nombre y el de los miembros de su familia han estado muy presentes en los medios durante los últimos meses. Sin embargo, no es la primera vez que los cimientos de la monarquía británica parecen tambalearse y que la imagen de algunos de sus miembros se ve profundamente damnificada.
The Crown es la serie que recorre el reinado de Isabel II y que nos permite conocer, con mayor detenimiento, algunos aspectos de su vida y su familia que hoy parecían olvidados.
La serie, aunque pueda parecer una oda a la monarquía, somete al espectador a un punto de vista bastante más cercano de lo que cabría esperar. Lejos de mostrarnos a la reina como un ideal, algo que sí ha querido vender la monarquía, nos acerca a un personaje bastante más humano de lo que cabría esperar. Un personaje que no dista tanto de nosotros y que, sin embargo, se ha visto en una posición privilegiada y, a veces, demasiado pesada.
El espectador se verá inmerso en un mar de dudas, no sabrá si empatizar con la reina o llegar incluso a detestarla en algunos momentos. La serie no se posiciona demasiado, pero posee cierto aire conservador que, aún así, no resulta incómodo ni molesto, pues permite al espectador adoptar su propia postura. The Crown indaga en los personajes y no tanto en cuestiones ideológicas.
La función de la monarquía
La imagen de la monarquía, en buena parte del planeta, es vista como algo obsoleto, digno del medievo y que no encaja en la contemporaneidad. Sin embargo, no debemos olvidar que, en bastantes países, sigue muy presente. La realeza, nos guste o no, es parte de nuestro pasado, de nuestro presente y, por lo visto, también de nuestro futuro.
Para el espectador más escéptico o republicano, ver The Crown puede ser todo un desafío. Pese a ello, The Crown nos plantea la otra cara de la moneda, la de una familia que, a pesar de sus privilegios, debe someterse a una labor dura y encomendada desde su nacimiento.
Concretamente, profundiza en una mujer que no puede elegir su destino, tan solo puede amoldarse a él y a los requisitos que se le exigen. A pesar de ser poco carismática, a Isabel II no le quedó más remedio que soportar el peso de una corona que, en un principio, no estaba destinada a ella.
¿Son tan privilegiados los monarcas? ¿Su figura sigue siendo relevante en la actualidad? Estas son algunas de las preguntas que, como espectadores, nos haremos.
Las monarquías han pasado por distintas fases y aquellas que han logrado sobrevivir han tenido que amoldarse como buenamente han podido. Del absolutismo a la monarquía parlamentaria para convertirse, finalmente, en un adorno, en un mero elemento decorativo que, aunque privilegiado, apenas tiene voz ni voto.
Las monarquías, de alguna manera, terminan por transformarse en un entretenimiento para el pueblo, en una excusa para colmar portadas en la prensa rosa, mientras su labor institucional queda relegada a un segundo plano.
The Crown explora todas estas fases de cambios, desde el momento en que un miembro de la familia real, como el propio padre de Isabel II, se ve obligado a asumir un cargo para el que no estaba preparado, hasta el impacto que ejerce en ellos la opinión pública.
La serie pretende retratar de forma íntima a Isabel II; así, nos presenta a una monarca con problemas para empatizar y para asumir un cargo que no le ha venido dado desde el nacimiento. El peso de la corona es mayor de lo que todo ser humano pueda imaginar, la vida en palacio no son solo lujos, sino responsabilidades, obligaciones y, por supuesto, sacrificios.
The Crown: el reinado más longevo
La serie nos invita a seguir los pasos de Isabel II, desde un reinado inesperado hasta un predecesor que dejó el listón muy alto, la monarca tuvo que enfrentarse a situaciones de lo más complejas.
Tras vivir la Segunda Guerra Mundial y los momentos en que el republicanismo comenzó a florecer en Europa, a la monarca británica no le quedó más remedio que reinventar la imagen que la realeza proyectaba al mundo.
La serie explora todos estos cambios, las transiciones y las relaciones de la corona con los diversos políticos que surgieron durante el reinado: desde los más conservadores como Winston Churchill, hasta aquellos gobiernos más críticos con la monarquía como el encabezado por Harold Wilson. Isabel II tuvo que hacer frente a la adversidad desde sus primeros pasos como soberana. Se vio obligada a reinventar un sistema que no podía tener más arraigo en el pasado.
A su vez, adquieren especial relevancia algunos personajes que, en su día, fueron vistos como “las ovejas negras” de la familia real. Así, exploramos la abdicación de Eduardo VIII, hasta los escándalos de la princesa Margarita o la familia del propio Duque de Edimburgo.
La reina tendrá que enfrentarse a sus propios sentimientos por la corona, deberá tomar decisiones que pueden llegar a enfrentarla con su familia por la supervivencia del reinado.
The Crown termina por situar al espectador en una tesitura bastante objetiva, en un punto en el que no sabe si amar u odiar a la monarca y al resto de su familia. Y es que la documentación detrás de la serie hunde sus raíces entre los libros de historia y la prensa más sensacionalista, de ahí la sensación de ambigüedad y la dificultad para adoptar una postura u otra o encariñarse de algún personaje.
La monarquía y el entretenimiento para las masas
Tal y como apuntábamos, la monarquía, de un momento a otro, pasó de ser el mayor poder a un entretenimiento para las masas (en el mejor de los casos). Entre exilios y decapitaciones, los monarcas veían su poder peligrar, por ello, algunas monarquías como la británica se sometieron a la opinión pública.
Isabel II fue la primera monarca en televisar una coronación, eliminando, en parte, el factor idílico y de deidad que, hasta la fecha, se tenía de la realeza. Lo mismo ocurrió con el matrimonio de la Princesa Margarita, ambos fueron eventos aplaudidos y televisados por el gran público.
Sin embargo, en el momento en que deciden presentarse al público como una familia “normal” su imagen comienza a tambalearse. ¿Es la normalidad digna de la realeza? ¿Por qué si son como nosotros merecen un papel privilegiado?
De alguna manera, toda familia real cuenta con unos consejeros que, en ocasiones, dan en la tecla acertada; pero en otras, terminan por desencadenar un calvario. Un calvario que, en plena era de la inmediatez comunicativa, puede convertirse en una pieza crucial a favor de las ideas republicanas.
Y esto es, precisamente, lo que le ocurre a la familia real británica tras decidir grabar un documental sobre su vida en palacio, algo que, irremediablemente, nos recuerda a decisiones tomadas por otras monarquías como la española. Lo que parecía un buen intento por acercarse al pueblo termina por sepultarlos.
Pese a que se palpa cierto aire conservador, The Crown se ríe de un protocolo obsoleto y, en ocasiones, absurdo. Nos sumerge en la vida de una monarca que ha logrado mantener el misterio incluso en pleno siglo XXI.
Más allá de la calidad técnica o del guion, destacan las interpretaciones. Unas interpretaciones que hacen de esta una serie sublime. Y es que, si ya es difícil caracterizar a un personaje real y conocido por las masas, todavía lo es más hacerlo en épocas distintas y por actores distintos.
Pese al cambio de reparto, los actores han sido capaces de interiorizar los discursos, las voces y los gestos de aquellos que interpretaron a su mismo personaje en temporadas anteriores.
Aunque soy una republicana convencida, no he podido evitar dejarme llevar por la serie, por esos momentos en los que sientes que comprendes, en cierto modo, a la protagonista.
The Crown somete, de alguna manera, nuestro punto de vista y nos permite adoptar una postura bastante objetiva; no todo es blanco o negro, no todo es bueno o malo, existen infinidad de matices. Y todo ello lo hace con gran acierto, con un guion sólido y unas interpretaciones excelentes.