Tres sencillos pasos para conseguir nuestras metas
Vivimos en el reino de la dispersión. No alcanzas a iniciar una tarea, cuando probablemente ya estás pensando en la siguiente o recuerdas la anterior. Al fondo pueden haber ruidos caóticos: autos que aceleran, timbres que suenan, voces imprecisas. Si tienes una computadora al frente, nada raro que cuando menos te das cuenta ya estás en una red social o revisas tu correo.
Por todo eso a veces no es nada fácil hacer una tarea concreta en el tiempo correspondiente. Algo que podría tomarte una hora, termina prolongándose tres, por esos cambios de dirección que experimentas: haces muchas cosas a la vez y, en últimas, no estás avanzando en ninguna. ¿Cómo evitar esa dispersión?
La ciencia ha logrado establecer tres pasos para que logremos sintonizar nuestro cerebro, a la hora de estudiar o trabajar. Son los siguientes:
Definir la tarea
Tu cerebro va a estar más de tu lado si le defines de la manera más específica posible, qué es lo que te propones hacer. No basta con que digas: “Voy a hacer un reporte de actividades”, o “Voy a estudiar Matemáticas”. Se trata de mensajes imprecisos, que apenas dan una idea vaga de lo que en realidad vas a hacer.
Lo mejor es que determines de una forma mucho más detallada el contenido de la tarea que vas a realizar. En lugar de decir “Voy a hacer un reporte de actividades”, deberías indicar: “Voy a hacer el reporte de actividades del mes de octubre, indicando las tareas que realicé día por día”. Enriquece aún más esta definición con complementos como: “El informe debe incluir las tareas administrativas, las actividades de campo y las observaciones al respecto.”
Luego, es necesario que describas explícitamente POR QUÉ es necesario o importante realizar esa tarea. “El reporte es importante porque describirá todo mi trabajo del mes; así podré probar que estoy cumpliendo a cabalidad con mi trabajo”.
Definir claramente lo que vas a hacer y el por qué debes hacerlo, te ayuda a programarte para enfocar la atención en esa tarea.
Establecer un procedimiento
Una vez hayas definido el “qué” y el “por qué”, debes pasar al siguiente paso: indicar un “cómo”. Por ejemplo puedes decir: “Como el reporte es largo, voy a dividir la tarea en cuatro etapas, una por cada semana. Haré una pequeña pausa al terminar cada una de esas etapas.”
Como en el punto anterior, lo mejor es que no lo dejes solamente así, sino que alimentes ese “cómo” con mayor número de detalles. Puedes decir, por ejemplo: “Voy a consignar primero las tareas administrativas y luego las tareas de campo, porque las primeras son más complejas que las segundas y es más fácil si salgo primero de ellas.”
Ese procedimiento no solamente te va a ayudar a sintonizar tu cerebro con lo que estás haciendo, sino que también te va a permitir definir un método que puedes ir puliendo para hacer tu labor más eficaz.
Realizar tu tarea
Si cumples con los pasos anteriores, probablemente ya solo es necesario sentarte a hacer tu labor. Vas a notar que tu concentración se mantiene mucho más enfocada y que no te asaltan esos deseos irrefrenables de conversar con el compañero de al lado, ni de entrar a explorar el Facebook o el Twitter.
Con el tiempo, esta sencilla manera de “programarte” va a repercutir en la calidad de tu trabajo y de tu vida. Gastarás menos tiempo en hacer tus labores y muy probablemente obtendrás mejores resultados. También vas a tener más tiempo disponible para dedicarle a otros asuntos.
Imagen cortesía de SOONKS