Una vida bajo las sombras: niña refleja los cambios en Afganistán

El rostro de Sharbat Gula sigue siendo un fiel reflejo del sufrimiento de sus compatriotas. Hablamos de un conflicto latente siempre, y ahora manifiesto, que no parece tener fin.
Una vida bajo las sombras: niña refleja los cambios en Afganistán
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 01 septiembre, 2021

En 1979 la Unión Soviética invadió Afganistán, iniciando un conflicto que partiría al país en dos y que todavía no ha terminado. Debido a ello, a muchos ciudadanos les tocó emigrar a Pakistán para protegerse de la guerra y salvar sus vidas.

Entre ellos a la familia de Sharbat Gula, la niña que en 1984 fue fotografiada en un campamento de Peshawar y en 1985 se convirtió en una de las portadas más simbólicas de National Geographic. Sus ojos verdes eran un espejo de la difícil realidad que vivían los afganos. La foto fue tomada por Steve McCurry y no tardaría en convertirse en una imagen icónica de los refugiados.

Sin embargo, a pesar del rotundo éxito de la portada, transcurrieron 17 años sin que conociéramos el nombre de la chica. Además, durante ese mismo tiempo, Sharbat Gula no se enteró de que su rostro era uno de los más famosos y reconocidos.



El reencuentro

Ese fue el motivo por el cual el fotógrafo decidió volver a buscarla en el año 2002. La encontró en unas montañas de Afganistán. Su nombre no había cambiado, de la misma forma que no lo había hecho su expresión.

No podía ser para menos, durante toda su vida había estado en guerra. A los 10 años, además, una enfermedad la dejó sin su madre, mientras una bomba le quitaría la vida a su padre.

El rostro del reencuentro
Foto de National Geographic.

Durante toda su vida se había movido entre Afganistán y Pakistán, intentando evitar el peligro. S e casó a los 13 años, tuvo 4 hijos y una de las niñas murió en sus primeros años de vida. Asimismo, en muchos momentos durante esos 17 años padeció las consecuencias indirectas del conflicto, como la escasez de alimentos.

Otra sombra en su vida

Después de ese nuevo encuentro con Steve McCurry, en 2002, no se volvió a saber nada de Sharbat Gula hasta 2016. Sin embargo, una vez más, las noticias que la rodeaban no eran alentadoras.

En ese año, las autoridades de Pakistán la detuvieron por estar en posesión de documentación ilegal. Lo hizo sabiendo el riesgo que corría, entendiendo que era la única solución para que sus hijos pudieran estudiar.

Sharbat Gula y su familia.
Foto de National Geographic.

Permaneció arrestada durante 15 días, enfermando durante este periodo de Hepatitis C. Esta fue la razón humanitaria que alegó el gobierno afgano para intentar su repatriación.



El panorama actual que vive Sharbat Gula y Afganistán

Así, desde 2017 volvió de manera definitiva a su país. Sin embargo, hoy en día se le ha vuelto a cruzar con un nuevo obstáculo en el camino. Se trata del regreso de los talibanes al poder. Un régimen totalitario que condena a las mujeres a una vida sin muchos de derechos y con muchas obligaciones. Una desigualdad que ha costado mucho acortar, y que desde varios frentes se apuesta por recuperar.

Es probable que vuelvan a tener prohibido el acceso a determinadas formaciones, a determinados estudios y obligadas a vestir de una determinada manera. No sólo ellas, sino que buena parte de la población dejará de ser libre para manifestar lo que piensa. Sharbat, como muchas iguales, siente que comienza a vivir una historia conocida, que sobre ella se ciernen los barrotes de una presión que amenaza con cobrarse un precio muy alto.

Hablamos de una amenaza que está mucho más cerca de lo que en Occidente pensamos. De un abuso humanitario que solo pretende aumentar le poder de quienes ya lo ostentan, convirtiendo en sirvientes al resto. De una situación que es muy difícil de revertir cuando en ella confluyen tantos intereses y son muy pocos lo que en realidad están peleando por un futuro digno para los habitantes de la zona, que no tendrían que marcharse de la tierra que les ha visto crecer y en la que han sembrado sus esperanzas.


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