Ven, vamos a mirarnos a los ojos para decir adiós
Ven, vamos a mirarnos a los ojos para decir adiós. Necesito explicarte por qué me voy, quiero aclararte que en ocasiones, el amor no es la respuesta a todos los vacíos, ni analgésico para todos los errores. Te digo adiós cara a cara porque es como se despiden las personas que un día se amaron, y que se merecen respeto.
Amamos ciegamente, amamos con todos los sentidos y con eso que algunos llaman “alma“.
No obstante, el amor ciego nunca es garantía suficiente para que la relación prospere hasta que echemos canas, y el tiempo, nos ofrezca esa calma plena que alcanzan las parejas felices que no ven los años en sus arrugas.
Sino días vividos en armonía y felicidad.
Nadie tiene de momento la “fórmula mágica” que garantice tal cosa. Mientras tanto, las personas seguimos arriesgándonos, dejándonos llevar y caminando el complejo sendero de las relaciones afectivas.
Estarás de acuerdo con nosotros que uno de los instantes más difíciles, son sin duda las rupturas. Y puede también que a lo largo de tu vida hayas probado la esencia amarga de “abandonar” y “ser abandonado”…
Cortar el vínculo sea en la dirección que sea, siempre ocasiona dolor en alguna forma, a pesar de que en ocasiones, el distanciamiento esté justificado.
Ahora bien…. ¿De qué forma “rompieron” contigo? ¿O cómo lo hiciste tú la última vez?
¿Por teléfono? ¿A través de un mensaje? ¿Alejándose sin decir nada?
No es lo adecuado ni aún menos lo más saludable a nivel emocional. El adiós, debe darse cara a cara, mirándonos a los ojos y arrancando del corazón nuestra más nítida sinceridad…
“No eres tú soy yo”, evita las falsedades: sé valiente
Sabemos que no es fácil decir a la persona que ha compartido emociones, sensaciones sueños y proyectos contigo, que hemos dejado de amarla. O más aún… que aún queriéndola, no somos felices a su lado. Que no deseas segundos intentos que os ocasionen mayor sufrimiento.
No es sencillo pero debe hacerse. El adiós es un arcón repleto de múltiples sensaciones confusas, pero con una necesidad clara: dejar ir, cerrar una etapa. Avanzar.
Nunca deberemos caer en la famosa expresión de “tenemos que dejarlo, y no eres tú, de verdad, soy yo”. Tras estas clásicas palabras se encierra en realidad varios aspectos:
– Evitar hacer daño a la pareja, a la cual, en realidad, hemos dejado de querer, y a quien no deseamos hacer daño exponiéndole la verdad. De ahí que nos amparemos en el “no eres tú soy yo”.
– Para ello, elegimos cargar las culpas sobre nosotros. Al proyectar esa falsa liberación en la pareja y focalizar el problema en nosotros, nos victimizamos y nos es más fácil marcharnos. Evitamos decir la verdad y nos alejamos de una forma inmadura, puesto que nuestra pareja nunca entenderá qué ha ocurrido realmente.
Para romper el vínculo y cerrar una etapa de forma íntegra y madura, jamás debemos caer en los tópicos o en las mentiras piadosas. La verdad duele, pero se afronta tarde o temprano. Las dudas, por su parte, fomentan falsas esperanzas.
Formas de gestionar el adiós en la pareja
1. En primer lugar, debemos ser conscientes de que la separación va a ser definitiva. Sabes que es lo mejor y estás plenamente convencido/a.
2. Es muy posible que él o ella ya intuyan determinadas cosas. No obstante, hay quien prefiere llevar una venda en los ojos a asumir la verdad, de ahí la necesidad de dar el paso. De hacer lo mejor por ambos.
Todo amor que se sustenta en una mentira,
acaba cayendo en el abismo de una lenta infelicidad.
3. Piensa primero qué es lo que vas a decir, y si lo deseas, prepáratelo en voz alta. De ese modo, al visualizar y escuchar tus palabras te enfrentarás a la carga emocional. Si la desahogas antes, mejor, dispondrás de mayor control cuando sea el momento.
4. Piensa ahora en los posibles argumentos que te pueda dar él o ella, ante lo que tú le expongas. Pregúntate cómo te justificarías, o te defenderías.
5. Visualiza la despedida, el alejamiento. Hay dolor en ello, pero al mismo tiempo es una forma de liberación, algo que has afrontado de manera íntegra y madura.
Afrontar ese adiós siendo los abandonados
Dejar a alguien conlleva un gran sufrimiento, pero ser nosotros los que experimentamos esa ruptura, nos puede ocasionar un tipo de dolor distinto que puede llegar a ser muy destructivo: podemos perder nuestra autoestima, nuestra autoconfianza…
No debes permitirlo, no te dejes llevar ni te conviertas en víctima. Todo puede superarse… ¿el mejor bálsamo? El tiempo y recuperar la ilusión.
El hecho, por ejemplo, de ser dejados por la existencia de terceras personas, o experimentar en propia piel como nuestra pareja ha dejado de amarnos, son situaciones que van a requerir de un duelo muy profundo del cual, volver a levantarnos.
Ahora bien, sea cual sea la razón por la que se termina la relación, también merecemos que se nos mire a los ojos, y se nos explique por qué antes de dar el adiós.
-El no saber, deriva en una gran ansiedad y en alimentar falsas expectativas.
-Es hacernos perder un tiempo vital, que deberíamos haber usado para “reconstruirnos”, para asumir la pérdida y levantarnos de nuevo para avanzar por otro camino.
–Las rupturas que se dan a través de terceras personas, a través de llamadas telefónicas o el descubrir una casa vacía de un día para otro, es un círculo que nos costará mucho terminar de cerrar.
Toda despedida necesita un adiós cara a cara. A los ojos. De no darse, de maquillar la ruptura con falsas ideas, o huidas cobardes, ocasiona dolor y nos apega al sufrimiento.
Sé valiente, exige valentía y madurez emocional a tus parejas. La vida son puertas que cerrar y círculos que complementar y todo debe realizarse con integridad, y sabiduría interior.