Y tú, ¿qué has venido a ofrecer al mundo?
¿Qué puedes aportar al mundo para transformarlo en un lugar mejor? ¿Cuáles son tus metas o tus ilusiones? ¿Qué puedes ofrecer para incrementar el valor de lo que te rodea? ¿Qué te hace especial y quieres regalar a los demás?
El mundo no necesita siempre de contribuciones muy complejas, a veces lo mejor o lo único que podemos ofrecer son atenciones pequeñas; en este sentido, muchas veces la realidad es que no se necesita más para lograr un cambio significativo. Es la sucesión de pequeños pasos, la contribución de cada uno con su granito de arena, lo que levanta proyectos que al principio, y por su magnitud, pueden dar la sensación de ser inabarcables.
Si cada uno nos esforzáramos por ver qué podemos ofrecer, empezaríamos una cadena sin fin que multiplicaría los mecanismos positivos con los que funcionamos. Aumentarían nuestros recursos y también los de los demás. Así, no hace falta viajar a sitios lejanos o aportar enormes cantidades de dinero, ni embarcarnos en proyectos muy grandes; a veces un abrazo, tender tu mano para ayudar al de al lado o escuchar es lo más simple, y quizás con eso ya estemos ayudando.
Todos podemos ayudar, todos tenemos algo que aportar al mundo. Solo hay que pararse a pensar, ¿qué puedo hacer yo para dejar el mundo mejor de lo que lo encontré? Todos tenemos un margen de responsabilidad y también un margen de acción: una libertad que podemos decantar con el propósito de mejorar nuestro entorno.
Pequeños pasos… de un largo camino
No existe lo fácil, ni siquiera nos gusta. De hecho, una de las variables que más influye en el valor que le otorgamos a un logro es el esfuerzo que nos ha costado conseguirlo… porque en ese esfuerzo va algo propio y eso genera orgullo.
Por otro lado, cuando no sabemos por dónde empezar lo mejor es hacerlo por metas a corto plazo, cositas pequeñas que nos van a motivar y a dar más ideas (satisfaciendo necesidades siempre se conocen más necesidades). Fijémonos un objetivo y trabajemos en ello, veamos todo lo que podemos hacer día a día para que, cuando lleguemos al final, podamos echar la vista atrás y encontrar ese valor que reconforta y le da significado a toda una vida.
Si lo que quiero ofrecer es la paz en el mundo o que en todos los lugares del planeta conozcan mi obra, o ayudar a todo el que esté necesitado, será una meta a largo plazo. Además, tan grande de visualizar al principio que ahogará mi determinación. Tendré que empezar por construir a mi alrededor, por ayudar y dar a los que tengo cerca y así ir sembrando para obtener poco a poco frutos en un espacio más amplio.
Cada paso cuenta, cada paso construye y cada paso aporta. Todo aquello en lo que ponemos ganas e ilusión hace crecer, a mí y a mi entorno. Si puedo contagiar mi alegría, ya estaré ofreciendo algo al mundo y aportando mi granito de arena. No te quedes de brazos cruzados, saca tu potencial y descubre tu talento, hazlo con una sonrisa y dando lo mejor. El mundo está ahí fuera esperando todo lo que puedes ofrecerle.
¿Cuál es mi propósito para hoy?
Hablo del día a día. No me refiero a los propósitos que hacemos al empezar el año o cuando cumplimos años, que esos los olvidamos demasiado pronto. Me refiero a ver qué cualidades puedo tener que me hacen ser mejor y dar algo a los demás.
Quizás sea hacer reír, quizás sacar a bailar, quizás sea contar curiosidades, escuchar, ayudar, enseñar, cocinar, dibujar, ofrecer música… con nuestro estilo, todos hacer una aportación que merezca la pena. Así, te pregunto ¿cuál es tu propósito para ahora, para hoy, para mañana o para esta semana?
El mundo necesita gente como tú. Con ganas de dar lo mejor de sí mismo, con ganas de salir y de ver el sol aunque esté lloviendo, con ganas de hacer feliz a los demás y repartir amor. El mundo necesita gente que haga su círculo mejor, que tenga ganas de aportar y dar gracias por todo lo que los de su alrededor le aportan a él. El mundo te necesita, ¿a qué esperas para ofrecerle todo lo bueno que tú tienes?
Confía en ti y busca en tu interior, hay algo maravilloso ahí dentro y está deseando salir. Algo que los demás necesitan, aunque no es eso lo más importante: hasta que no te lo creas tú no va a servir de nada. Busca y encuentra, disfruta y luego, ofrécelo. Siempre habrá alguien que te lo agradecerá; ese alguien serás tú mismo.