Yo nada más soy yo cuando estoy sola

Yo nada más soy yo cuando estoy sola
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 03 agosto, 2019

Miguel Hernández escribió en uno de sus más famosos sonetos, titulado “Para cuando me ves tengo compuesto”, una de sus frases más conocidas: “yo nada más soy yo cuando estoy solo”. No podía venir de otra mente, una frase tan sencilla y fascinante a la vez, que de la de un escritor ávido por transmitir la melancolía y la belleza de la soledad que le embriagaba.

Las cosas sencillas, pero melancólicas, suelen reponer el espíritu del más escéptico, del que ya se ha cansado de todo y de todos. Yo encontré en esta frase unas de las mayores verdades que he leído nunca y que experimentaría siempre. Creo que Miguel Hernández se refería en su soneto a la sensación de ser mejor con la compañía de su amor y sentirse realmente él, pero algo peor, cuando se encontraba en soledad.

Sea como fuere, dejar libertad a los lectores para interpretar un escrito de la forma que más les reconforte es uno de los mayores placeres para un escritor. Aunque sea una frase breve y con palabras cortas, esboza una idea con altitud de miras. El placer íntimo, inigualable y auténtico que muchas personas encuentran en su soledad.

Soy sola, no estoy sola

Los que disfrutan de su soledad suelen ser generosos con las personas que tienen a su alrededor. Saben que la compañía no implica mandatos, ni exigencias. Los que disfrutan su soledad suelen pedir menos explicaciones, pero también son más exquisitos con sus compañías. De la misma forma que ellos no piden lo que saben que no pueden exigir, sugieren que los demás hagan ese trabajo personal para que se refleje igualmente en sus demandas.

Nunca existe una soledad no elegida, solo existen soledades necesarias cuando las compañías ya no compensan. No hay peor sensación que sentirte solo rodeado de personas. Viertes parte de tu contenido de forma forzada y después solo te queda un malestar residual, pegajoso e incómodo.

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Siempre he preferido estar sola a sentirme sola rodeada de personas. Se dice, se comenta y yo asiento ante esa idea. Me parece una sensación sumamente desagradable. Soy de las que piensa que cada día nuevo contamos con una batería limitada de energía, si la malgastamos con quien no la merece acabaremos por no poder ponernos en marcha cuando realmente nos apetece o nos hace falta.

Por eso digo que soy sola, no que estoy sola. Soy sola de muchas maneras, pero no estoy sola de ninguna de ellas. Estoy rodeada de mi presencia y compañía, no me parece reprochable este sentimiento.

Me parece increíble encontrar aunque sea solo una persona entre millones con la que compartir el reflejo que quizás a veces mi soledad me da distorsionado. Me encanta rodearme de personas que me no me hacen estar solas, porque con ellas soy sola, auténtica, acompañada, enriquecida.

Sola soy yo cuando estoy sola, aunque ni en mi soledad me soporte

A veces me levanto de mal humor o estoy triste, como el resto de los mortales. Normalmente nos dicen que debemos buscar compañía como primera opción antes que vivir el enfado o la tristeza con nosotros mismos. En muchas ocasiones he seguido ese dictamen de lo recomendable, pero ha terminado por ser poco satisfactorio.

Creo que nadie debería sentirse culpable por querer estar solo estando triste. Hay demasiada gente triste pagando sus platos rotos con los demás, por creerse mejor estando acompañado, esquivando la “terrible” soledad.

Les da igual atacar, gritar, lastimar, pegar, insultar o mentir. Creen que en eso consiste la vida y las relaciones, que es la “sal” de la vida. En cambio otros preferimos ser más sosos, pero más “salaos” en el trato cuando corresponda.

Mujer pintando un corazón

Que no se confunda el sentimiento de disfrutar al máximo de tu soledad con evitar el contacto con los demás. No somos ni esquizoides, ni paranoides, ni huraños. Simplemente hemos asumido lo que la vida siempre nos ha repetido, hemos captado el mensaje: preferimos una compañía que nos haga sentir todavía más felices, pero no la necesitamos para estarlo.

Somos lo que mucha gente considera raritos, exigentes o infantiles. Seguimos reaccionando con inocencia ante las contradicciones del mundo y no nos gusta ser los primeros en hacer todo lo que se supone que se tiene que hacer en esta vida. No vamos por detrás, vamos observando, para cuando llegue nuestro turno hacerlo bien, sin imposiciones. Sin la necesidad de sentirse atado ni vigilado.

Yo nada más soy yo cuando estoy sola, porque nadie como yo me entiende, ni nadie como yo disfruta con su yo a solas. Yo sola no me siento la peor versión de mí misma, pero a veces solo yo entiendo mis penas. Cuando en mi soledad me encuentro con alguien, ya no hago que cargue con ellas. Ese es el exquisito placer de poder estar sola, ser sola y elegir estar sola cuando quiera.


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