Zazen, el secreto del zen
El zen engloba a un conjunto de creencias que se originaron en el siglo VI d.C. a partir de la filosofía de Buda Shakyamuni. Estas ideas fueron pasando de un discípulo a otro, llegando hasta nuestros días. Esta transmisión de ideas es lo que se conoce como la línea del zen, que se desarrolla mediante la práctica del zazen.
Su difusión por la cultura occidental no ha llegado hasta principios del siglo XX, cuando se introdujo en nuestra sociedad por medio de la afición a las artes marciales o al decorado de jardines al estilo japonés.
¿En qué consiste el zazen?
El zazen se basa en practicar la meditación en la postura del loto, con las piernas cruzadas, la espalda recta y los brazos reposados sobre el regazo. Mediante esta práctica podremos conseguir un gran cambio en nuestro espíritu, de forma que podamos llegar a fundirnos con la totalidad del universo.
Aunque creamos que esta filosofía puede ser algo disparatada, los preceptos del zazen se han seguido desde hace siglos, dando lugar a innumerables costumbres en diferentes pueblos e incluso al nacimiento de una religión: el budismo. Esta religión hace uso de las bases del zazen para desarrollar toda una filosofía de vida, centrada en la meditación y en una conexión extrasensorial con el universo y el resto de formas de vida.
Por tanto, el budismo es, en esencia, una creencia que nace del zazen y pone en práctica sus ideas. En él ya se recogía la idea de que existían siete Budas antes de Buda Shakyamuni, quien desarrolló esta filosofía. Esto supondría que la práctica del zazen resulta tan trascendental que se remonta a tiempos anteriores a su propia definición.
¿Cómo practicar el zazen?
Si queremos seguir esta interesante filosofía, que además nos proporcionará muchos de los beneficios que podríamos conseguir a través de una meditación tradicional, es bueno que tengamos en cuenta los siguientes puntos.
1. La postura para la meditación
La postura es uno de los elementos más importantes en la práctica del zazen. Lo más recomendable será sentarnos sobre una almohada redonda y cómoda. A continuación, cruzaremos las piernas en la posición de loto, o bien simplemente apoyando las plantas de los pies sobre el muslo opuesto (en el caso de que la postura de loto nos resulte incómoda).
La espalda debe estar completamente recta, la cabeza erguida y mirando hacia adelante. También dejaremos reposar las manos sobre nuestro regazo, y con las palmas hacia arriba, con los pulgares tocando sus extremos.
Finalmente, relajaremos los hombros, con la punta de la lengua sobre el paladar, y fijaremos la mirada en algún punto del suelo, aproximadamente a un metro de nosotros, sin observar nada en particular. Con esta postura conseguiremos un equilibro tanto a nivel físico como mental, pudiendo poner en práctica la meditación de una forma cómoda.
2. La importancia de la respiración
Una vez que hayamos adoptado la postura correcta para meditar, tendremos que centrarnos en nuestra manera de respirar. Se recomienza la inspiración profunda y lenta, de manera que nuestros pulmones se llenen de aire de manera gradual.
3. Los pensamientos durante la meditación
El último aspecto que debemos tener en cuenta será el trabajo que realizaremos específicamente en el plano mental, prestando atención a los pensamientos que manejamos. En este sentido, lo recomendable es intentar despejar nuestra mente, liberándola de todo tipo de pensamientos, planes o preocupaciones que puedan asaltarnos. Esto no significa que debamos bloquearlos, sino simplemente dejarlos fluir sin fijar nuestra atención en ninguno en concreto.
Precisamente, para conseguir esto, nos centrarnos en la respiración, que es lo que realmente estamos haciendo ahora. La respiración se convierte así en una manera de anclarnos al presente mientras aumentamos nuestra conciencia corporal haciendo un esfuerzo por mantenernos en la postura que hemos descrito.
Como podemos ver, el zazen es una práctica bastante simple y que tan solo requiere un poco de esfuerzo físico y de repetición. Esto es precisamente lo que asemeja el zazen a la vida misma: el esfuerzo y la repetición son lo que nos permitirán conseguir un buen desarrollo personal y un progreso adecuado a la hora de perseguir cualquier objetivo, pudiendo aplicar su filosofía tanto en los aspectos personales de nuestro día a día, como en los profesionales.
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- Kasamatsu, A. y Hirai, T. (1966). An electroencephalographic study on the zen meditation (Zazen), Psychiatry and Clinical Neurosciences. Volumen 20
- Suzuki y Fromm, E. (1964). Budismo zen y psicoanálisis. Fondo de cultura económica, México.