5 síntomas de la intoxicación emocional
Me siento vulnerable, me enfado con facilidad y de vez en cuando siento la necesidad de marcharme y dejarlo todo. Paso del interés a la indiferencia en una milésima de segundo, pues tan pronto me apetece llevar a cabo un proyecto como que me aburre soberanamente. Creo que la intoxicación emocional está haciendo mella en mí.
Vivo en una montaña rusa constante, la risa y el llanto me acompañan y me desestabilizan en los momentos más inesperados. Me cuesta un gran esfuerzo separar mis preocupaciones presentes y pasadas y la inseguridad reina mi vida.
Reacciono con frecuencia de forma desproporcionada y no consigo exponer con claridad mis pensamientos y emociones, lo que me está trayendo muchos problemas. Además, tan pronto no me siento a gusto con nada ni con nadie como que me ahogo porque siento una profunda necesidad de tener a alguien que me lleve de la mano…
¿Te identificas a ti o a alguien de tu entorno en estas palabras? Este podría ser perfectamente el discurso de una persona bajo los efectos de la intoxicación emocional. Muchos de nosotros comprendemos cuáles son los efectos de una intoxicación por alcohol, nos parece claro que las percepciones se alteren, que la capacidad de reacción se deteriore, que el pulso cardíaco se ralentice…
Pero ¿somos capaces de interpretar la intoxicación emocional?
Si estás pasando o has pasado por momentos de gran carga emocional es probable que estés intoxicado.
Las causas son diversas puesto que somos seres emocionales en nuestra totalidad pero, en cualquier caso, la intoxicación emocional es la consecuencia de no otorgarnos un tiempo diario para cultivar nuestro interior.
1. Tus percepciones se alteran
Estás mirando el mundo con las gafas de las emociones, no atiendes a razones y no te escuchas ni a ti ni a los demás. Al fin y al cabo puede que hacerlo te parezca una pérdida de tiempo, aunque no hay nada más lejos de la realidad. Esto puede ocasionar nerviosismo e impaciencia ante reacciones emociones inesperadas que están fuera de nuestro control, ya que no sabemos cómo manejar lo que venga a continuación.
Cuando nuestras percepciones están alteradas somos como una sartén de aceite hirviendo, cualquier cosa que caiga nos hará saltar. Por eso es importante no vivir en la agitación mental constante. De esta forma, siempre culparemos al mundo de todo lo negativo que nos ocurre en lugar de mirar hacia dentro.
2. Tus inseguridades afloran
Tus inseguridades afloran y dirigen tu vida. Te has vuelto más reactivo y te pones a la defensiva con frecuencia. Tu autoestima está completamente mermada y te sientes vulnerable ante cualquier acontecimiento.
Tus fuerzas flaquean y tus emociones te están impidiendo que veas con claridad lo que vales y lo que eres capaz de hacer. Esto fomenta el desarrollo de tu dependencia emocional, hasta tal punto que a veces llegas a pensar que no puedes hacer nada por ti mismo.
3. El bloqueo emocional te impide avanzar
Dar pase libre a nuestras reacciones emocionales sin pasarles un filtro mental limita nuestra capacidad de comunicación y de avance. Es frecuente que nos encontremos con situaciones a las que no sabemos responder como consecuencia de nuestra intoxicación. Digamos que estar emocionalmente intoxicado te impide pensar antes de hablar y tomar perspectiva sobre lo que acontece.
Debes tener siempre la cabeza fría, caliente el corazón y larga la mano, dijo Confucio. Una reacción en caliente hace que nos controlen nuestras emociones y estallen nuestros impulsos, por lo que no seremos nosotros mismos si actuamos en ese momento. La ira bloquea el raciocinio, por lo que cuando estemos muy agitados, lo más recomendable es permanecer en silencio y dejar que pase el tiempo hasta calmarnos.
4. El vértigo emocional te impide dejar ir lo que no te hace bien
Al “temor a soltar” yo lo definiría como vértigo emocional; este no es más que el miedo en estado puro, el miedo a enfrentarnos con el vacío que la pérdida genera. Es el miedo al duelo por la pérdida de nuestro amor por el sacrificio y de nuestra debilidad por el masoquismo. Te sientes irritable si te sales del guión que has preestablecido para tu vida y sientes que, si te desvías provocarás una hecatombe que desequilibrará por completo tu vida.
No te sientes capacitado para seguir con tu vida si abandonas esos hábitos o personas que permanecen a tu lado pero, aún así, sabes que algo en relación a ellos no va bien.
5. La pereza mental rige tu vida y tu capacidad de esfuerzo
Es probable que, si estás intoxicado, sientas que no has escuchado lo que otros te están diciendo y que no solo tu atención, sino tu memoria, han sido selectivas en exceso. Esto se agrava si te encuentras en la encrucijada de una discusión, pues empiezas a retorcer las palabras escuchadas y a sacar tus propias conclusiones de acuerdo a tus frustraciones y problemas.
No es que no quieras hacerlo de forma adecuada, sino que te supone un tremendo esfuerzo mental tomar diferentes perspectivas sobre cualquier cuestión y estar al tanto de todo. Y no, no tienes la energía necesaria para enfrentar estos retos cotidianos, no te sientes fuerzas para hacerlo.
¿Cómo actuar ante la intoxicación emocional?
Tenemos que entender que cuando estamos bajo la influencia de nuestras emociones e inseguridades nos deterioramos enormemente. No estamos interpretando las cosas con precisión y somos muy propensos a decir o hacer cosas que podemos lamentar más adelante. Ante estos problemas, lo importante es que seamos conscientes de que estamos borrachos de emociones y que debemos de darnos tiempo para depurarlas y aceptarlas.
Si aprendemos a identificar estos cinco síntomas con rapidez, nos daremos cuenta a tiempo de nuestro estado de embriaguez, permitiéndonos una retirada a tiempo que resultará ser extraordinariamente ventajosa en nuestro balance vital.
“La culpa, el arrepentimiento, el resentimiento, la tristeza y todas las formas de desesperanza, son causados por el exceso de pasado y la no suficiente presencia”.
-Eckhart Tolle-
Sin duda, una técnica que nos ayudará a mejorar nuestra intoxicación es la atención plena o mindfulness. Con una práctica de 20 minutos diarios notaremos una enorme mejora en nuestro día a día. Sin embargo, deberemos empezar poco a poco. Primero 10 minutos, cuando seamos capaces de aguantar estos 10 minutos, le sumaremos 5 más. Y así hasta llegar a 20 o 30 minutos.
Como dice el Maestro de Budismo Zen Thich Nhat Hanh: “La meditación es ser consciente de lo que está pasando ahora mismo: en tu cuerpo, en tus sentimientos, en tu mente y en el mundo”.
Imagen principal cortesía de Little.