7 mitos que envenenan la pareja
La tendencia básica e innata del ser humano es la tendencia al vínculo, al apego y a la relación de pareja. Nace de una relación de fusión y de dependencia con la madre. De una u otra forma, esta tendencia a una relación con vínculo afectivo se mantiene a lo largo de toda la vida.
Desde este punto de partida, casi todas las personas, en algún momento de su ciclo vital, buscan una relación de pareja. Puede ser una relación breve e inestable o prolongada en el tiempo y estable. O una combinación de estas variables.
Sin embargo, estos vínculos afectivos en forma de relación de pareja no están exentos de problemas. Paradójicamente, muchas parejas se mantienen unidas a través del conflicto y la discusión. Parece como si temiesen que si desaparecen los enfrentamientos desaparece la relación.
“Elige a tu pareja con mucho cuidado. De esta decisión dependerá el 90% de toda tu felicidad o tu tristeza; pero después de elegir cuidadosamente, el trabajo apenas empieza”
Los problemas de pareja pueden aparecer y mantenerse por múltiples factores. Aquí nos vamos a centrar en los mitos acerca de las relaciones de pareja. Son aquellas ideas que se dan como ciertas por la sociedad y cultura en la que vivimos pero que, lejos de ayudar, complican el mantenimiento del vínculo afectivo.
7 mitos que afectan negativamente a tu relación de pareja
Estas ideas que expongo a continuación están extendidas en mayor o menor medida en nuestra sociedad. Las damos por ciertas y apenas las cuestionamos. Sin embargo, el precio a pagar puede llegar a ser muy alto si nos las creemos a pies juntillas.
La pareja debería hacer todo juntos
Se trata del mito de la unión total, cosa que no es posible alcanzar. Si la pareja realizara todo juntos, dejarían de actuar como individuos, renunciando a su propia identidad. Es cierto que hay que contar con el otro, pero no depender absolutamente del otro, pues si este fallara, nosotros iríamos detrás.
Es importante compartir las decisiones dentro de la pareja, pero no todas las decisiones deben ser compartidas con la pareja. En esta idea influye el mito del amor romántico. Este mito nos hace pensar que el estadío del enamoramiento va a durar durante toda la relación, con lo que eso supone.
Todo aquello que no resuelve nada y que produce un enorme daño en la relación, no debe ser compartido. Esa es la regla a seguir. Si nos sintiésemos obligados a decir absolutamente todo, nos sentiríamos invadidos y sin la más mínima posibilidad de mantener nuestra identidad.
“Buscamos más el placer del enamoramiento que la tranquilidad de una relación de pareja estable. Yo insisto, no importa cuánto te amen si no cómo lo hagan”
-Walter Riso-
Tener un hijo mejora una pareja en crisis
Los hijos consolidan y enriquecen una buena relación de pareja. Sin embargo, empeoran la relación cuando la pareja funciona mal, ya que se convierte en una carga añadida. El cambio a la paternidad exige a los miembros de la pareja adaptaciones importantes. Estas serían imposibles de asumir de manera adecuada si no existe una buena relación de pareja.
Es conveniente que antes de asumir la responsabilidad de tener un hijo exista una sólida relación de pareja, a la vez que flexible. Además, es necesario que los canales de comunicación estén abiertos, ya que es imprescindible para el niño que los padres pongan normas consensuadas y aplicadas por los dos.
La pareja debería ser una sociedad al 50%
La flexibilidad de los roles hombre-mujer es un cambio positivo en general para las relaciones de pareja. Sin embargo, llevarlo de una forma rígida al 50% en no pocos casos causa importantes trastornos en la convivencia cotidiana.
Los convenios aparentemente desiguales pueden promover un mayor equilibrio y armonía. De forma contraria, nos encontraremos con parejas que discuten el número de veces que ha cocinado cada uno o el número de veces que ha puesto la lavadora uno y el otro no.
La pareja puede hacer realidad todos nuestros sueños
Supone una enorme carga de responsabilidad que el otro se sienta responsable de satisfacer todos nuestros sueños y necesidades. Esto es la manifestación de un amor ingenuo y de una persona inmadura afectivamente. Son aquellos que necesitan y por eso quieren. Tienen una enorme carencia afectiva que se traslada a su capacidad y habilidad para tomar decisiones.
Sin embargo, los individuos maduros a nivel afectivo pueden o no vivir con su pareja, pero deciden. Eligen vivir con ella porque la quieren, no porque la necesite.
“Nunca por encima de ti, nunca por debajo de ti, siempre a tu lado”
-Walter Winchell-
Los que quieren de verdad adivinan lo que el otro piensa y siente
Este es un mito muy difundido y que produce enormes problemas de comunicación en la relación. Realmente es imposible saber lo que el otro piensa. Es un grave error de comunicación el intentar leer la mente del otro o el pretender que el otro nos la lea.
Hay parejas que consideran que pierde valor lo que el otro les da si antes tienen que pedírselo. Así, no sólo no disfrutan de lo que reciben y estropean la convivencia, sino que no logran valorar la manifestación de amor que el otro les está dando al ofrecerle aquello que ellos piden y necesitan.
Este mito también tiene enormes consecuencias negativas en el área de la sexualidad. Esto se debe a que el otro debe saber qué tipo de caricia le es más satisfactoria a su pareja. La realidad es que si no lo dice es imposible que el otro se entere.
“A veces confundimos querer estar solos con la necesidad de estar con la persona adecuada”
-Francesc Miralles-
Un pareja infeliz es mejor que un hogar roto
Hay pocas situaciones más dolorosas y destructivas que una convivencia mantenida solamente por el miedo, la culpa o el deber, donde falta el afecto. Mantener un matrimonio “por los hijos” es hacer responsables, sino culpables, a los mismos, de una relación que solo deben ser responsables de mantenerla los adultos. Se trata de una carga que el hijo no puede mantener y cuando lo intenta suele tener un coste en su propia salud física y mental.
Lo más adecuado para el bienestar de los hijos y de la pareja, si la relación en inviable, es una separación amistosa. Los hijos deben tener la sensación de que no pierden a unos padres. Aunque se separan como pareja, podrán seguir desarrollando su función de padres de una forma adecuada y beneficiosa para sus hijos.
Los polos opuestos se atraen y se complementan
Es cierto que si hay algunas diferencias y estas se pueden vivir como enriquecedoras y estimulantes, esto hará la relación más dinámica. Pero los matrimonios satisfactorios generalmente constan de unas similitudes básicas que sobrepasan las diferencias.
Es fácil comprender que si hay muchas diferencias que sobrepasen a las similitudes, y si estas diferencias son realmente polos opuestos, la relación será insatisfactoria. Si a uno de los cónyuges le apetece hablar y compartir sus sentimientos y el otro pasa absolutamente de esta dinámica o piensa que no es la mejor para resolver los problemas, es fácil intuir que habrá graves conflictos en la comunicación.
Si un cónyuge es extrovertido y sociable y el otro es introvertido, habrá conflictos en la relación de pareja. Lo mismo pasará si uno es apasionado y el otro es frío. O si a uno le gusta gastar y el otro es un ahorrador en extremo. Todas estas diferencias traerán seguramente conflictos en la convivencia.