7 señales de que la cultura competitiva está dañando el ambiente laboral

En un mundo cada vez más complejo y cambiante, la competitividad parece ser ese motor que mueve toda organización y entorno laboral. Ahora bien, ¿a qué precio? ¿Qué efecto tiene esta dimensión en las personas? Este es el tema que atañe al siguiente artículo.
7 señales de que la cultura competitiva está dañando el ambiente laboral
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 agosto, 2024

La cultura competitiva vertebra casi cada escenario de la sociedad. Se interioriza desde niños en la escuela y, más tarde, sus engranajes se intensifican al entrar al mundo laboral. Fue el psicólogo y filósofo inglés Herbert Spencer quien acuñó el clásico término de la «supervivencia del más apto», para definir esa supuesta necesidad por competir entre nosotros.

Ahora bien, en los últimos años, toda organización se enfrenta más que nunca a una constante competitividad por aportar valor y mantenerse en los mercados. ¿Pero a qué precio? ¿Es necesario también desarrollar una rivalidad interna entre los propios empleados? ¿Qué efecto tiene esto en el ambiente laboral? Todas estas interesantes variables son analizadas, a continuación.

«De la rivalidad no puede salir nada hermoso; y del orgullo, nada noble».

-John Ruskin-

La cultura competitiva en las empresas

Era Aristóteles Onasis quien decía: «No tengo amigos ni enemigos, solo competidores». Esta idea ejemplifica muy bien la visión de muchos grandes empresarios y quienes, al fin y al cabo, intentan acaparar el liderazgo en sus negocios. No es una equivocación señalar que la cultura competitiva está en alza desde las últimas décadas.

Tal y como indica en su libro Estrategia competitiva (2009) , el profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, Michael E. Porter, competir es un imperativo para cualquier organización. Esta estrategia es lo que marca la diferencia en términos económicos y de crecimiento de toda compañía, dada la gran rivalidad y cambios que acontecen en el campo empresarial y en la sociedad.

La cultura de la competitividad es un fenómeno generalizado, incrementado a raíz de la globalización y que se elevará con el desarrollo de las nuevas tecnologías. Esto explica por qué es común ver la misma dinámica en el funcionamiento interno de las empresas con sus empleados. Se trata de un mecanismo que, en ciertos, casos no trae los beneficios esperados.



Señales de cómo la competitividad afecta al ambiente laboral

Todos trabajamos alguna vez en un ambiente competitivo. Lo primero a saber es que la competencia interna entre empleados motiva a unos y desalienta a otros. No todos viven de igual modo este tipo de situaciones. La Universidad de Beijing enfatizó en un estudio que es la personalidad del trabajador la que media en ese comportamiento competitivo traducido en un buen desempeño.

No obstante, el problema radica en esas organizaciones que establecen una cultura competitiva despiadada con el fin de lograr objetivos. Lo hacen, además, creando un ambiente laboral falto de cooperación y de cohesión. Son escenarios que, lejos de incentivar la creatividad y la producción, no traen ningún beneficio. Veamos enseguida qué tendrían estas dinámicas.

Hay empleados que procesan la competitividad laboral como una fuerza motivadora. Otros, en cambio, ven estas situaciones como experiencias estresantes.

1. Conflictos en el lugar de trabajo

El Instituto Nacional de Salud Ocupacional de Oslo publicó un interesante análisis en el 2022 sobre este tema. Los conflictos en el lugar de trabajo suelen traducirse con frecuencia en bajas por enfermedad. El impacto de estas dinámicas internas en una organización es inmenso.

En muchos casos, la cultura competitiva de una empresa acarrea diferencias, críticas y hasta el acoso entre empleados. La necesidad por destacar y lograr méritos superando a los compañeros, da forma a situaciones tan incómodas como amenazantes.

2. Estrés crónico disfuncional

La competitividad laboral es productiva en determinadas circunstancias. Si se estructuran bien los mecanismos y se crea un plan claro y con objetivos concretos, la experiencia sería gratificante y exitosa. Pero las organizaciones dominadas por un ambiente laboral donde la competitividad es una constante, traen consigo un gran malestar psicológico en sus empleados.

El estrés en momentos puntuales actúa de manera positiva. En cambio, cuando las presiones y la rivalidad forman parte habitual del tejido laboral, la salud mental termina afectada.

3. Pueden aparecer comportamientos poco éticos

La cultura competitiva poco estructurada, constante y basada en la rivalidad deriva en conductas tramposas. Más aún, aparecen respuestas poco éticas y actuaciones que rozan lo delictivo. Si la única meta es lograr más que el otro y ser el mejor del equipo, la cohesión, la empatía y el respeto mutuo se desvanecen. Es entonces cuando la rivalidad arrastra realidades amenazantes y disfuncionales.

4. Disminución de la productividad

La Universidad Renmin de China acotó un factor interesante en una investigación. Por término medio, los empleados más competitivos son los que traen la innovación a la empresa y los que más autoeficacia percibida presentan. Como señalan en dicha indagación, hay que saber bajo qué circunstancias y contextos se producen estas conductas.

Si el ambiente laboral es el idóneo, está bien estructurado y la competitividad no es despiadada, habrá resultados positivos. Por el contrario, en contextos dominados por una competencia severa los propios empleados se sienten desanimados y la productividad resulta perjudicada.

Ejemplo de ello son esas empresas en las que se publican estadísticas o tablas de los logros de unos y el bajo rendimiento de otros. La exposición pública, el señalamiento y el destacar a determinadas personas genera un sustrato de presión y desánimo constante.

Tener que proteger nuestra posición en la empresa frente a compañeros que se convierten en rivales, es una experiencia que mina la salud mental.

5. La cultura competitiva: cuando se pasa del desafío a la amenaza

La competitividad está impulsada por la motivación y el deseo de logro. También por esa confianza en uno mismo a la hora de retarse con otras figuras en iguales condiciones. Hay algo enriquecedor en estos procesos que nadie puede negar. Esto es así porque la competición es una forma de desafío y cuando hay propósitos e ilusión se logran grandes metas.

El problema del ambiente laboral competitivo en muchas empresas es que es despiadado y las personas no se sienten desafiadas; se notan amenazadas. De pronto, los compañeros de trabajo no son nuestro equipo, sino rivales; se convierten en figuras que idearán tretas y mecanismos para dejarnos en evidencia y socavar nuestra productividad. No es un mecanismo ni ético ni exitoso para ninguna organización.

6. Se puede instaurar el conformismo

Al verse inmerso en un clima laboral adverso, altamente competitivo y desgastante, quizás llegue un momento en que se instaure el conformismo. Lejos de mejorar el desempeño y autoeficacia, uno puede optar por hacer lo mínimo para no estresarse, ni derivar en dinámicas dañinas.

En lugar de luchar por «ser el mejor de todos», preferimos, «ser como todos» y no esforzarnos más de lo necesario. Este mecanismo no es más que una respuesta de autoprotección y supervivencia.

7. La salud mental es afectada en ambientes muy competitivos

Hay personalidades que se adaptan y ven beneficios en escenarios muy competitivos; otras, en cambio, son más vulnerables al estrés y la ansiedad. En consecuencia, si bien es cierto que los efectos de la cultura competitiva laboral varían entre los empleados, en ambientes donde la rivalidad es tóxica y poco inteligente hay secuelas. Esos efectos acaban condicionados por las siguientes experiencias:

  • No vemos reconocidas nuestras valías.
  • El estrés es una experiencia constante.
  • Todas las figuras del entorno laboral parecen amenazas.
  • En estos contextos la persona se lleva los problemas y ansiedades a casa.
  • Hay una percepción permanente de que, en algún momento, perderemos el empleo por no ser lo bastante competitivos.

Todas estas variables son serios condicionantes para el bienestar mental. La salud psicológica se ve afectada ante la competitividad laboral perenne.

Una de las mayores preocupaciones que tiene el empleado en un ambiente laboral competitivo, es ser despedido en cualquier momento por no alcanzar los objetivos esperados o no estar al nivel de los trabajadores más exitosos.

Pareja representando cómo vencer la cultura competitiva a través de la cultura colaborativa
En los trabajos siempre es mejor fomentar una cultura laboral cooperativa.


Cultura laboral cooperativa, frente a la competitiva

La eficacia organizacional no siempre reside en crear ambientes laborales competitivos entre los propios empleados. La sociedad y el campo empresarial ya es lo bastante hostil y complejo. Siempre será favorable crear los mecanismos que modelen entornos de trabajo colaborativos. 

Hay empresas tecnológicas muy conocidas que basan su cultura interna en formar a sus trabajadores en una mentalidad cooperativa. Solo así se logran afrontar los desafíos y cambios constantes. Ver a los compañeros como un apoyo y una figura capaz de incentivar la creatividad, es un pilar de gran valor. No ocurre lo mismo si los percibes como un adversario o una amenaza.

En la actualidad, toda compañía compite con decenas de organizaciones de su mismo sector. No creemos la misma dinámica en el interior de las propias empresas, seamos capaces de trabajar en común, con sinergia e innovación, para mirar juntos a un mismo horizonte. Solo así se alcanza el éxito.


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