8 principios del optimismo pragmático
Para pasar todo lo que ha pasado el ser humano y llegar hasta donde ha llegado ha sido imprescindible haber gozado de un exceso de optimismo. Pero no todo el mundo tiene la misma carga de ilusión y arrojo. Al escritor y divulgador Mark Stevenson se le ocurrió la idea de identificar los rasgos comunes de las personas optimistas por excelencia. Y estableció los 8 principios del optimismo pragmático.
Los cambios científicos y tecnológicos están transformando la sociedad en la que vivimos. Por eso, Stevenson cree que hay que educar y vivir de manera ligeramente distinta a como se hace actualmente. Afirma que se debe hacer un esfuerzo por conseguir mantener un pensamiento basado en el optimismo pragmático.
Para ello, se pregunta cómo consiguen ciertas personas hacer cosas buenas en un mundo en constante cambio. Y qué tienen en común todas ellas que las hace ser más propensas a luchar por el futuro y transformar el mundo.
Soñar e imaginar
El optimismo es la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables. Requiere, por tanto, voluntad para hallar soluciones, ventajas y posibilidades; focalizándose siempre en lo positivo.
Stevenson reprocha el conformismo imperante en la sociedad actual y nos anima a imaginar, soñar y dilucidar el futuro tal y como lo deseamos. Dejarnos guiar por lo que anhelamos es la única forma de poner en práctica el optimismo pragmático.
Crear para el bien de todos
Estableciendo estos principios, Stevenson se dio cuenta de que las personas que proporcionan avances o progresos significativos a nivel mundial están comprometidas y vinculadas a proyectos que van más allá de ellos mismos.
El egoísmo no tiene cabida en esta corriente de pensamiento porque su motivación es un fin ulterior alejado de individualismos y narcisismos: crear para el bien de todos, no de unos pocos o de sí mismos.
Apostar por lo que funciona
Las creencias son subjetivas. Los hechos científicos objetivos. Stevenson considera que el optimismo pragmático ha de centrarse en estos últimos, para poder garantizar así una forma de pensamiento más científica y basada en la evidencia. Es decir, recomienda centrarse en aquello que está probado que funciona.
Para ello, pone el ejemplo del trabajo de un ingeniero comparado con el de un político. Mientras que el primero construye estructuras partiendo de la realidad objetiva, el político se deja guiar por su ideología negándose en muchas ocasiones a ver las cosas tal y como son. Steveson anima a pensar como ingenieros.
Compartir para ejercer poder
Compartir ideas las amplifica, las hace crecer. Si por el contrario, protegemos esas ideas, lo que hacemos es privar al mundo de ellas y del poder que entraña. Una idea brillante si no es compartida se queda aislada, suspendida, estacionada y parada. Y finalmente, muere.
Ahora estamos todos conectados y los cambios se generalizan más rápidamente. Este escritor asegura que cuanto más conectados estados, más rápido circulan las ideas. Pero, igualmente, cree que si el poder está generalizado en Internet, la responsabilidad también debería estarlo. No deberíamos delegar en otros de manera sistemática.
“Cuando las ideas se comparten se confiere poder a las personas en lugar de ejercerlo sobre ellas”.
-Mark Stevenson-
Errar es progresar
Si nos equivocamos, no pasa nada. Nos volvemos a levantar. Una y otra vez. Pero sí ocurre algo si no nos atrevemos a intentarlo: somos víctimas del miedo al fracaso.
Así, Mark Stevenson nos anima a errar porque cree que equivocarse es una forma de avanzar hacia el acierto. De hecho, la considera como la mejor estrategia para progresar. Nadie ha descubierto algo sin errar previamente.
Las personas que creen que el error es la mayor catástrofe que puede sucederles se quedan anclados y estancados. Con ello, cometen una grave irresponsabilidad y se encuentran, sin saberlo, en el camino equivocado.
Hacer en vez de intentar
La intención motiva a la acción, pero no estamos conformados de intentos, si no de acciones. Por eso, la mejor forma de ser fiel a lo que somos es actuando, llevando lo que creemos y pensamos a la práctica. Somos lo que hacemos y sentimos y no lo que tenemos intención de hacer o simplemente, imaginamos.
Desechar la pereza
Stevenson considera que el cinismo gobierna culturalmente el mundo. Refleja una falta de ambición y de esperanza en que las cosas pueden ser mejores. El optimismo pragmático aboga por desechar la pereza, las excusas y el estancamiento personal. Solo superando esta barrera mental seremos capaces de vivir ilusionados.
“La innovación es el lugar en donde las ideas practican el sexo”.
-Mark Stevenson-
Practicar la paciencia
Cada proyecto es un plan a largo plazo. Una especie de carrera de fondo en la que damos pequeños pasos hasta alcanzar las metas propuestas. Algunos días avanzaremos más, otros menos, pero la recompensa llegará tarde o temprano. La espera, el esfuerzo, la paciencia y la persistencia hacen que el bien social proporcionado valga la pena.
Estos 8 principios son una guía perfecta para formarnos en el optimismo pragmático. Nos permitirá alcanzar un estado personal más productivo y positivo. Además, si comenzamos a introducirlo en la vida diaria, nos aportará más confianza para transformar todo aquello que nos propongamos. El cambio siempre es posible.