Ansiedad tóxica: claves para reconocerla
La ansiedad es una emoción negativa que no es en sí misma insana. Sin embargo, cuando la ansiedad se convierte en crónica e injustificada se torna en una emoción dolorosa y tóxica, que puede limitarnos en demasía en nuestro día a día.
Lo que queremos destacar es que en principio la ansiedad es normal y saludable, pues nos ayuda a mantener cierta activación para protegernos de peligros inminentes o para desempeñar algunas tareas.
Sin embargo, a pesar de su naturaleza protectora, tememos su aparición por el simple hecho de que nos da miedo que se perpetúe la angustia, la preocupación, el nerviosismo, las palpitaciones, los pensamientos intensos, la sudoración, etc.
Entonces damos paso a la creación de una suerte de círculo vicioso por medio del cual sentimos ansiedad cuando vaticinamos a la misma. Es decir que el mismo temor que nos genera la emoción en sí misma da paso a las mismas sensaciones y a la misma realidad que tanto miedo nos genera.
El monstruo de la adrenalina y del cortisol
Este estado que vamos a denominar “círculo vicioso de la ansiedad” viene acompañado por la actividad de dos hormonas principales: la adrenalina y el cortisol. Para entender cómo funcionan podemos pensar en cómo respondemos cuando tropezamos en unas escaleras. Automáticamente nuestro corazón da un vuelco y tendemos a buscar la barandilla para salvaguardar nuestra integridad física.
Este conjunto de sensaciones, las cuales corresponden a la ansiedad saludable, nos proveen de energía y fuerza para protegernos. Son momentos de tremenda y desagradable excitación en los que nuestro cuerpo admite, por necesidad, la colaboración de una buena cantidad de adrenalina y de cortisol.
También podríamos pensar en un viaje en una montaña rusa en el que las sensaciones lo hacen displacentero y violento, todo lo contrario a divertido. Ocurre que cuando estamos a punto de caer por las escaleras o cuando nos montamos en esa montaña rusa, sabemos que las sensaciones son pasajeras y que tan pronto como vienen, se irán.
Sin embargo, cuando los peligros responden a expectativas o pensamientos que buscan vaticinar peligros futuros, no dejamos que el simpático monstruo de la adrenalina se duerma. Como no dejamos que se duerma, el monstruo se alimenta de nuestras preocupaciones en forma de adrenalina, lo cual nos atrapa cada vez más y más en esas sensaciones de angustia sin tener nada que lo justifique.
Es decir que la adrenalina y el cortisol se quedan sin nada ni nadie a quien salvar del dragón. Están ahí, presentes, porque nosotros los alimentamos con pensamientos de futuro que vaticinan malas experiencias.
Así es que se queda todo atrapado en nuestro interior a pesar de que busca salir y liberarse. Por eso ocurren los ataques, por eso se perpetúa el insomnio, los pensamientos negativos y las sensaciones de bloqueo.
Algunas máscaras que la ansiedad tóxica usa para manifestarse
Preocupación crónica
La ansiedad puede darse a conocer a través de una preocupación incesante sobre la familia, la salud, las metas académicas o laborales, la situación económica, etc. Es probable que ante estas preocupaciones sintamos que nuestro estómago está en pleno centrifugado y que tengamos la sensación de que algo malo pasará aunque desconocemos qué y por qué.
Miedos y fobias
Un miedo excesivo a las agujas, a la sangre, a los procesos médicos, a las alturas, a los ascensores, al dentista, al agua, a animales como las arañas o los reptiles, a los perros, a las tormentas, a los lugares cerrados, etc. Este tipo de máscara es otra dura imagen que la ansiedad elige para mostrarse.
Ansiedad por la actuación
A veces la ansiedad hace que nos paralicemos ante un examen académico, una actuación, una competición deportiva o cualquier otra situación que implique el buen desempeño en la ejecución de una tarea.
Ansiedad por hablar en público
El miedo desproporcionado a hablar en público es otra de las “formas favoritas” que la ansiedad tiene de mostrarse. Sentimos que el mundo da vueltas a mil revoluciones por hora, temblamos, nos notamos nerviosos y creemos que nuestra mente se quedará en blanco en el momento en el que el ridículo que hagamos sea más que evidente.
Fobia social
Sentirse nervioso, tenso e incapaz de articular palabra en las reuniones sociales es otra máscara que usa la ansiedad para saludarnos. Por nuestra mente pasan cosas como “ no tengo nada interesante que decir”, “no puedo hablar con nadie”, “van a pensar que soy una persona rara y fracasada”, “no merece la pena que nadie se interese por mí”, etc.
Ataques de pánico
Sudoración, mareos, bloqueo, rigidez, fuertes palpitaciones, miedo intenso… ¿Has sentido esto alguna vez de manera repentina y has creído morir? Si es así, en esta ocasión la ansiedad se ha puesto un disfraz cruel: el ataque de pánico.
Agorafobia
¿Tienes miedo a estar fuera de tu casa? ¿Tienes la clara convicción de que algo horrible puede pasarte en la calle, en la cola del supermercado o en el autobús urbano? ¿Sientes que vas a sufrir, por ejemplo, un ataque de pánico y que nadie podrá ayudarte? La ansiedad se ha vestido de agorafobia o, lo que es lo mismo, de un miedo intenso a estar en espacios públicos.
Obsesiones y compulsiones
Hay pensamientos que te acosan de manera incesante y que no puedes quitarte de la cabeza. Al mismo tiempo algo en tu interior te obliga a realizar constantes rituales supersticiosos con objeto de controlar tus miedos.
Por ejemplo, puedes sentir la necesidad de lavarte constantemente las manos, de comprobar varias veces que has cerrado la puerta con llave o de rezar 10 padres nuestros para proteger a tu familia. La ansiedad se ha disfrazo de obsesiones y compulsiones, uno de sus trajes más oscuros.
Trastorno de estrés postraumático
¿Has vivido un acontecimiento traumático (abuso sexual, malos tratos, presenciar un asesinato, etc)hace meses o hace años y las imágenes de esa situación horrible vuelven una y otra vez a tu cabeza? ¿No duermes bien y no te sientes seguro ante esto? Consulta a un especialista en salud mental porque puede que la ansiedad se esté manifestando como trastorno del estrés postraumático.
Preocupación por el aspecto físico (trastorno dismórfico corporal)
Tu aspecto físico te parece tremendamente anormal pero solo tú ves lo que sientes, el resto de personas que te rodean te dicen “que no es para tanto”, que tu nariz, tu cuerpo o tu pelo son normales.
Es probable que sientas la necesidad de ponerte en manos de la cirugía estética y que te mires al espejo constantemente con intención de corregir tu defecto. Puede que la ansiedad se manifieste en forma de trastorno dismórfico corporal, tenlo en cuenta y busca un especialista en salud mental para consultarle.
Preocupación por la salud (hipocondría)
Dolores, fatiga, mareos, molestias… Estás seguro de que hay alguna enfermedad que acecha tu salud pero el médico no ve nada en los exámenes que te realiza. Puede que incluso sus explicaciones ya ni siquiera te tranquilicen.
Es posible que estés siendo víctima de la ansiedad en modo hipocondría por lo que para curarte en salud, busca un buen profesional de la psicología que examine tus creencias y tu manera de pensar sobre tu salud.
Notas al lector
De ninguna manera el contenido de este artículo debe tomarse como un diagnóstico. La idea es acercar al lector la posibilidad de que la ansiedad esté presente en su mente sin que se haya dado cuenta. Es esencial que ante cualquier sospecha se pongan en contacto con un profesional de la salud que les evalúe y trate si es necesario.