AntibiotiCAOS: el uso irresponsable de los antibióticos y sus consecuencias
La automedicación con antibióticos es una práctica de lo más extendida. Es, junto con el incumplimiento de los tratamientos, una de nuestras asignaturas pendientes. Esto demuestra la importancia de ofrecer una buena “fármaco-educación” a la sociedad, ya que las posibles consecuencias pueden ser muy negativas. ¿Crees conocer estas consecuencias negativas? ¿Cómo podemos prevenir el uso irresponsable de los antibióticos? Salgamos de dudas.
Los antibióticos son medicamentos que combaten infecciones bacterianas. Y aquí encontramos el primer punto a enseñar: los antibióticos no sirven para tratar infecciones causadas por virus.
La OMS señala que los antibióticos son efectivos contra las bacterias y no contra los virus, al tiempo que explica que los virus son los responsables del 90 % de las irritaciones de garganta y del 100 % de los casos de gripe
El descubrimiento de los antibióticos ha sido considerado uno de los hallazgos más importantes de la historia de la medicina. El primer antibiótico fue utilizado en el siglo XX y desde entonces han permitido tratar numerosas enfermedades infecciosas y mejorar la calidad de vida de las personas.
Sin embargo, el uso irresponsable de los mismos está provocando el fin del “milagro antibiótico”. ¿Cómo podemos solucionarlo? Antes de nada, debemos conocer las consecuencias del mal uso de estos fármacos.
Automedicación con antibióticos: ¡no son caramelos!
Según la Organización Mundial de la Salud, la automedicación es un componente del autocuidado (el propio tratamiento de los signos y síntomas de enfermedad). Para concretar, la automedicación consiste en el uso de medicamentos (en este caso antibióticos) por iniciativa propia y sin la intervención médica ni en el diagnóstico, ni en la prescripción, ni en el seguimiento del tratamiento.
Según las encuestas, más de la mitad de la población española se automedica. Las personas con edades entre los 30 y 39 años fueron las que más se automedican, seguidas de las personas con edades entre 40 y 49 años. Además, se ha encontrado que la automedicación es ligeramente superior en los varones.
Por desgracia, esta es una práctica bastante extendida. A pesar de que los antibióticos solo se pueden adquirir con receta médica (para controlar su uso), hay personas que pueden conseguirlos sin receta, ya sea por acumular restos de otros tratamientos en casa, porque una persona no cualificada se los da o por cualquier otra razón. Esto favorece el uso descontrolado.
Los antibióticos son la solución a muchas infecciones y son muy beneficiosos, siempre y cuando hayan sido recetados por un médico y se cumpla la prescripción del mismo, es decir, siempre y cuando el tratamiento se siga hasta su finalización. De no hacerlo así, sea tomándolos sin recomendación médica, o sea tomándolos de manera inadecuada, las consecuencias pueden ser muy negativas.
Las consecuencias de “jugar” con los antibióticos
La OMS ya avisó de que si se siguen utilizando los antibióticos de manera inadecuada, en 10 años, enfermedades que hoy en día son tratables serán mortales.
Una de las consecuencias más importantes, relacionada con el aviso de la OMS es que tomar antibióticos cuanto no están recomendados es que se produce resistencia a ellos. Las bacterias desarrollan mecanismos para sobrevivir al ataque de los antibióticos, haciendo que el tratamiento sea ineficaz y, mientras, las bacterias seguirán creciendo y multiplicándose.
Además, existen otras variables que pueden convertir el uso de antibióticos en una conducta de riesgo: las condiciones personales, como alergias a determinados antibióticos, patologías médicas o intolerancias alimentarias pueden empeorar con el uso de antibióticos sin prescripción.
Te sonarán estas preguntas: “¿tomas alguna medicación?“, “¿alguna enfermedad u operación importante?“, “¿eres alérgico a algún medicamento?“. Son preguntas muy necesarias. Conociendo esos datos, el médico puede elegir que antibiótico recetarte para no empeorar tu condición. Pero tú, sin ser médico, no vas a tener en cuenta esos factores y puedes llegar a poner en riesgo tu vida.
Otras posibles consecuencias son las siguientes:
- Intoxicación, tolerancia y dependencia.
- Enmascaramiento de síntomas graves de otra enfermedad. Retraso en su diagnóstico y tratamiento.
- Interacciones con otros fármacos o alimentos.
Fomentar el uso responsable es primordial
Nunca se debe tomar un antibiótico que no haya sido recetado por un médico. Ni aunque los síntomas sean los mismos que aquella vez que tuviste otitis y te recetaron amoxicilina, por ejemplo. Vamos a hacer un repaso de las principales recomendaciones para evitar un uso inadecuado de los antibióticos:
- No intentes comprar un antibiótico sin receta.
- Si el médico te ha recetado un antibiótico, cumple estrictamente con la prescripción (duración del tratamiento, pautas horarias…) y no dejes el tratamiento a medias, aunque los síntomas hayan mejorado.
- Una vez finalizado un tratamiento con antibiótico recetado por su médico, no almacenes el sobrante en casa. Consulta a tu farmacéutico como puedes deshacerte de ellos y reciclarlos, o busca un punto sigre.
- Si los síntomas no han mejorado al final del tratamiento, no alargues el tratamiento por tu cuenta. Consulta con su médico, quizá necesites otro tipo de tratamiento.
Ser responsables está en nuestras manos
Conociendo los riesgos y lo que a la larga puede provocar nuestra irresponsabilidad, creo que es hora de empezar a tomarse esto en serio. Revisemos nuestros botiquines y quedémonos lo indispensable: deshagámonos de todos aquellos antibióticos que tengamos almacenados y reduzcamos así el riesgo de automedicación.
Acudamos al médico y sigamos sus indicaciones. En caso de tener que tomar antibiótico, hagamos el tratamiento correctamente, ya que de ello depende también su efectividad.
Entre todos podemos conseguir que el “milagro antibiótico” siga siendo lo que ha sido. Actuemos de manera responsable. Por nuestra salud y por la de los nuestros.