Antipsicóticos: funcionamiento y tipos
Los antipsicóticos son psicofámacos disponibles únicamente con receta médica. Están autorizados para tratar problemas de salud mental cuyos síntomas incluyen sintomatología psicótica, como los que aparecen en la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo, algunas formas de trastorno bipolar o en la depresión severa.
Algunos antipsicóticos también se pueden usar para tratar la ansiedad severa (pero solo en dosis muy bajas), así como problemas físicos, dificultades de equilibrio, náuseas y agitación. Los antipsicóticos no se recomiendan para los síntomas psicóticos de la demencia.
Los fármacos antipsicóticos también pueden denominarse neurolépticos. Algunas personas prefieren este término por su significado, “apoderarse de los nervios”, una descripción que refleja su acción con mayor precisión.
¿Cuál es la ciencia detrás de los antipsicóticos?
Hay varias explicaciones posibles que fundamentan la potencial efectividad de los fármacos antipsicóticos:
- Bloqueo de la acción de la dopamina: se sabe que la mayoría de los fármacos antipsicóticos bloquean algunos de los receptores de dopamina en el cerebro. Esto reduce el flujo de mensajes que pueden ser anormalmente frecuentes en los estados psicóticos.
- Alteración de otras sustancias químicas del cerebro: la mayoría de los antipsicóticos también afectan a otras sustancias químicas del cerebro, como los neurotransmisores serotonina y noradrenalina, involucrados en la regulación del estado de ánimo.
Vías dopaminérgicas implicadas en la esquizofrenia
El principal neurotransmisor implicado en la esquizofrenia es la dopamina. Al menos eso defiende la hipótesis dopaminérgica de la esquizofrenia, una de las más extendida. La dopamina ejerce sus funciones a nivel cerebral a través de diferentes vías:
- Vía dopaminérgica mesolímbica: se proyecta desde el área tegmental ventral en el tallo cerebral hasta el núcleo accumbens en el núcleo estriado ventral. La hiperactividad de esta vía está en el origen de delirios y alucinaciones.
- Vía mesocortical: distinguimos la vía que va a la corteza prefrontal dorsolateral y la que va a la corteza prefrontal ventromedial. La primera está involucrada en los síntomas negativos y cognitivos de la esquizofrenia, cuya expresión se debe a una hipoactividad de esta vía. La segunda controla los síntomas negativos y emocionales. Nuevamente estos síntomas serían debidos a una hipoactividad de esta vía.
Otras vías dopaminérgicas:
- Vía dopaminérgica nigroestriada: esta vía es parte del sistema nervioso extrapiramidal. Una deficiencia de dopamina en esta vía puede llevar a la enfermedad de Parkinson, mientras que un exceso puede causar movimientos hipercinéticos.
- Vía tubero-infundibular: regula la liberación de prolactina, cuya secreción es inhibida por la dopamina.
Principales tipos de antipsicóticos
Los antipsicóticos se clasifican en dos categorías clásicas: antipsicóticos de primera generación (más antiguos) y antipsicóticos de segunda generación (más nuevos). Ambos tipos pueden ser potencialmente efectivos, pero difieren en el tipo de efectos secundarios que pueden causar.
La principal diferencia entre estas dos categorías es que los antipsicóticos de primera generación bloquean la dopamina, mientras que los de segunda generación actúan sobre los niveles de serotonina.
Algunas investigaciones sugieren que ciertos medicamentos de segunda generación tienen efectos menos pronunciados en términos de movimientos del cuerpo que las causadas por los fármacos de primera generación.
Antipsicóticos de primera generación
Desarrollados la mayoría por primera vez en la década de 1950. A veces llamados ‘típicos’, se dividen en varios grupos químicos diferentes. Actúan de manera muy similar entre ellos y la mayor parte se toman por vía oral, aunque existen inyecciones de liberación prolongada.
Pueden causar efectos secundarios que en definitiva constituyen síntomas extrapiramidales, como:
- Somnolencia.
- Agitación.
- Sequedad de boca.
- Estreñimiento.
- Trastornos visuales.
- Bloqueo emocional.
- Secreción mamaria.
- Ausencia de menstruación (amenorrea).
- Rigidez o espasmos musculares.
Algunos de estos antipsicóticos típicos son: la clorpromazina (comercialmente conocida como Largactil), flupentixol (Fluanxol), flufenazina (Modecate), haloperidol (Haldol), loxapina (Loxapac), perfenazina (Trilafon), pimozida (Orap), trifluoperazina (Stelazine), tiotixeno (Navane) y zuclopentixol (Clopixol).
Antipsicóticos de segunda generación (más nuevos)
En general, se prefiere usar los antipsicóticos de segunda generación o ‘atípicos’; desarrollados la mayoría por primera vez en la década de 1990. En general, causan efectos secundarios neuromusculares menos graves que los antipsicóticos de primera generación.
Algunos también causan menos efectos secundarios sexuales en comparación con los antipsicóticos más antiguos. Sin embargo, los de segunda generación son más propensos a causar efectos secundarios metabólicos, incluido un rápido aumento de peso.
La clozapina es el único medicamento aprobado por la FDA para tratar la esquizofrenia que es resistente a otros tratamientos. También está indicado para disminuir los pensamientos relacionados con conductas suicidas en personas con esquizofrenia.
Entre los medicamentos de esta categoría están: risperidona (Risperdal), quetiapina (Seroquel), olanzapina (Zyprexa), ziprasidona (Zeldox), paliperidona (Invega), aripiprazol (Abilify) y clozapina (clozaril). La clozapina es algo diferente a los demás fármacos.
Estos antipsicóticos de segunda generación a veces se emplean para tratar trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, como el trastorno bipolar, el trastorno de estrés postraumático y el trastorno obsesivo-compulsivo, aunque no han sido aprobados oficialmente para tal uso.
Cuáles tienen más efectos secundarios
Con la excepción de la clozapina, los dos grupos de fármacos son igual de eficaces. La elección del tipo de antipsicótico suele realizarse en base a los efectos secundarios.
Una ventaja de los neurolépticos atípicos es que no colaboran al bloqueo dopaminérgico en la vía mesolímbica, lo que implica beneficio clínico. Además, incrementan la secreción de dopamina en las vías nigroestriada y mesocortical. Esto disminuye los efectos extrapiramidales y los síntomas negativos debidos al bloqueo dopaminérgico.
Dado que la mayoría de ensayos se han realizado por comparación al haloperidol y a dosis relativamente altas, hay dudas sobre esta posible ventaja. Se produce, además, la aparición de otros efectos secundarios con una frecuencia similar.
Se ha considerado que los antipsicóticos atípicos podrían ser más eficaces que los convencionales en el tratamiento de síntomas afectivos o bien de los síntomas negativos (empobrecimiento del pensamiento y de la conducta de la persona).
La clozapina se asocia a una elevada incidencia de efectos anticolinérgicos, similar a la de la clorpromazina, además de agranulocitosis. Con los demás antipsicóticos atípicos la incidencia de estos problemas no es superior a la del haloperidol.
Los efectos anticolinérgicos, sedantes, hipotensores y de aumento de peso son frecuentes con todos los antipsicóticos atípicos. También sucede con el riesgo de hiperglucemia que parece ser superior, sobre todo con clozapina y olanzapina.
La frecuencia de algunos efectos adversos puede ser diferente entre distintos antipsicóticos atípicos. La falta de estudios de comparación directa entre ellos no permite sacar conclusiones fehacientes.