Aprende a gestionar los sentimientos que acompañan a una ruptura dolorosa
Sin lugar a dudas, terminar una relación por medio de una ruptura dolorosa, bien sea un noviazgo o un matrimonio, es un evento muy angustiante. Y no es para menos, ilusiones, modos de vida, la seguridad de la rutina… todo se termina. Ahora, debes cambiar tu vida y rehacer muchas cosas desde cero.
Pero hay un factor que marca la diferencia entre el dolor, que es natural en casos como este, y padecer un sufrimiento devastador. Este factor no tiene nada que ver con lo que el otro hizo o dejó de hacer, sino contigo mismo. ¿Sabes qué debes hacer para evitar sufrir una ruptura dolorosa?
Ruptura dolorosa en clave del auto-abandono
Cuando estamos muy enamorados estamos tan pendientes de la otra persona, sus reacciones, sus necesidades, sus gestos, sus sueños, que solemos dejar un poco de lado los nuestros. Así, en nombre de ese amor, poco a poco empezamos a dejar de lado nuestras propias necesidades y deseos.
Existen, no obstante, casos contrarios en los cuales se busca que esa persona se someta a nuestros deseos y necesidades. Sin embargo, en el fondo la motivación es la misma: buscar que el otro llene un vacío de afecto que nosotros mismos no nos damos.
Tratar de llenar artificialmente este vacío o, incluso ignorarlo, puede funcionar por algún tiempo. No obstante, en algún momento, dejará de funcionar. Y entonces, será cuando llegue la crisis. Es posible que la relación se resienta por esto o, incluso, que llegue a romperse.
Expulsando los demonios
La íntima conexión que establecen las personas durante la relación las hace, en cierta forma, vulnerables. Por eso, durante una ruptura dolorosa, muchas veces se desatan algunos “demonios”, como la inseguridad, la auto-descalificación, la dependencia, el deseo de venganza, el odio o el resentimiento.
Paradójicamente, todo este infierno abre la gran oportunidad de enfrentar y expulsar para siempre esos demonios. Es necesario para poder sanar heridas y evolucionar en nuestro crecimiento personal. Pero todo depende de cómo enfrentemos esos pensamientos, emociones y sentimientos que hemos venido en llamar “demonios”.
Llegados a este punto puedes optar por dos caminos:
- Ignorarlos: podemos evitar enfrentar nuestro dolor por muchos medios diferentes: mantenernos ocupados para no sentir, comer, ver la TV, navegar por la web, culpar al otro, sentir rabia, refugiarse en el alcohol, etc. ¿El resultado? El dolor y las heridas siguen allí, sólo que adormecidos. Están listos para saltar en la próxima oportunidad que se presente. Por supuesto, haciendo esto no habremos afontado convenientemente la ruptura
- Atenderlos: Es preciso permitirnos sentir nuestras emociones y pensamientos negativos. Hay que aceptar que, en estos momentos, están allí con nosotros. Hagámoslo con compasión y comprensión hacia nosotros mismos.
- Desde este espacio de amor y aceptación no dependemos emocionalmente de los demás. Y, al experimentar esto, nuestra próxima relación tendrá mayores posibilidades de ser más equilibrada y completa.
En conclusión, en vez de buscarle explicaciones a la ruptura, centrémonos en escuchar y atender a nuestro corazón. Esto, naturalmente, nos movilizará a hacer lo adecuado para salir del duelo. Por ejemplo, asumir actitudes sanadoras como la gratitud, involucrarnos en actividades para nuestro bienestar como el ejercicio físico, acudir a psicoterapia o asistir a encuentros de crecimiento personal. Y aunque el dolor de la ruptura estará presente por un tiempo, éste será un catalizador de nuestra sanación y crecimiento personal.
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