Así maneja el cerebro la vida moderna
Las exigencias de la vida moderna pueden producir daños en el cerebro y en la salud mental. El ritmo y la intensidad de las demandas que tenemos en la sociedad moldean la forma en la que experimentamos y vivimos nuestra existencia.
Este nuevo modo de vivir está influenciado por un conjunto multifacético de cambios tecnológicos, científicos y económicos. Las imposiciones a las que nos somete la modernidad incrementan los niveles de cortisol (estrés) en el organismo. Aunque el estrés es una respuesta adaptativa, cuando se genera de manera persistente y en altos niveles puede convertirse en un problema para nuestro cerebro.
En un estudio publicado en Molecular Psychiatry se encontró que el estrés crónico produce alteraciones en el cerebro. Estos cambios explican por qué las personas que experimentan estrés crónico también son más propensas a sufrir trastornos del estado de ánimo y de ansiedad.
Los investigadores a cargo de este estudio llevaron a cabo varios experimentos para observar el impacto del estrés crónico en el cerebro. Lo que descubrieron fue que el estrés disminuye la neurogénesis y altera la función del hipocampo al promover la oligodendrogénesis, alterando así la composición celular y la estructura de la materia blanca.
Los medios de comunicación, los avances científicos y el crecimiento exponencial del consumo están cambiando cada rincón de nuestras vidas tan rápidamente que puede ser difícil adaptarse. ¿Cómo hace el cerebro para manejar los afanes de la vida moderna?
Nuestro cerebro frente a la vida moderna
Las demandas de la vida moderna son gestionadas por las funciones ejecutivas del cerebro, las cuales se hallan a cargo del lóbulo prefrontal. Los elementos claves que incluyen las funciones ejecutivas son los siguientes (Anderson, 2008):
- Anticipación y desarrollo de la atención.
- Control de impulsos y autorregulación.
- Flexibilidad mental y utilización de la retroalimentación.
- Planificación y organización.
- Selección de forma efectiva de estrategias para resolver problemas.
- Monitorización.
Al integrar estas habilidades, podemos entender la esencia de una conversación e imaginar lo que otra persona piensa o siente. Las personas con enfermedades de la corteza prefrontal, como el autismo, en particular, no pueden hacer estas dos últimas cosas.
A continuación, revisaremos funciones centrales de la actividad ejecutiva que nos ayudan a manejar las exigencias de la vida moderna.
Control inhibitorio
Esta función ejecutiva nos permite controlar la atención, el comportamiento, los pensamientos y las emociones para regular nuestros impulsos y redireccionar nuestras acciones hacia lo que es apropiado para la situación en la que no encontramos. Gracias a esta capacidad, podemos decir “no” al deseo que nos interpela a consumir el producto que nos venden.
Vivimos en sociedades consumistas, en las que el ser humano se identifica con los objetos que posee, con los conocimientos que tiene y con la información que acumula. Si el cerebro no fuera capaz de controlar nuestra conducta, nos veríamos sometidos a un modo de vida imposible de vivir en el que no lograríamos escapar a ninguno de nuestros deseos.
Sin el control inhibitorio estaríamos a merced de impulsos: consumir, agredir, comer, insultar… Nuestros viejos hábitos de pensamiento nos llevarían de un lado a otro. Por lo tanto, el control inhibitorio nos devuelve la facultad de elegir y de modificar nuestras reaccionamos, en lugar de ser criaturas irreflexivas.
Así, en mundo moderno saturado de estimulación, el control inhibitorio nos ayuda a focalizar nuestra atención en determinados estímulos y filtrar aquellos que interfieren con las tareas que estamos realizando.
Flexibilidad cognitiva
Es la capacidad de adaptarse a las condiciones ambientales frente a una tarea. Un aspecto de la flexibilidad es poder cambiar las perspectivas espacial o interpersonalmente. Para ello, necesitamos inhibir la perspectiva actual y adoptar una diferente. En este sentido, la flexibilidad cognitiva requiere y se basa en el control inhibitorio y la memoria de trabajo.
La flexibilidad cognitiva también facilita la solución de problemas interpersonales, ya que es capaz de (Maddio y Grecco, 2010):
- Generar respuestas con un grado adecuado de control inhibitorio, el cual se traduce en alternativas de solución funcionales que combinen la satisfacción de los propios deseos necesidades con los deseos de los otros.
- Considerar las consecuencias cognitivas, emocionales y conductuales positivas derivadas de tales alternativas en todas las personas involucradas.
El modo de vida actual, por ponerlo en palabras de Zygmunt Bauman, es fluido. La sociedad moderna es cambiante, maleable y se ajusta a las continuas exigencias del mercado productivo y del consumo.
En este contexto inestable e incierto, los seres humanos requerimos de la capacidad de adaptarnos cada vez más con mayor rapidez a los flujos de la sociedad, es decir, necesitamos de flexibilidad.
La vida moderna, con su trabajo incesante, las demandas cognitivas y la falta de certezas, nos mueve hacia un modo de vida cada vez más acelerado y estresante que causa un impacto en la manera en que nuestro cerebro funciona. Sin embargo, este extraordinario órgano siempre se las arregla para adaptarse al ambiente en el que le toca vivir.
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