La balanza de Rubin: así se mide el amor
¿Se puede medir el amor? ¿Existe algún instrumento validado por la ciencia para hacerlo? Por llamativo que nos parezca, la respuesta es sí. La balanza de Rubin es uno de los primeros cuestionarios diseñados para medir, empíricamente, el amor entre dos personas. Aún más, una de sus finalidades es también saber si lo que sentimos por esa persona es un cariño similar a la amistad o es una pasión real.
Podríamos decir que este recurso sería un aliado perfecto para esos eternos indecisos que nos dicen aquello de “sé que me gustas, pero no sé si siento algo más por ti”. Si bien es cierto que pocos sentimientos son tan reconocibles y profundos como el amor, aún hay quien aparentemente se debate en un mar de dudas…
Por otro lado, muchos de los que insisten en que este sentimiento no puede ser medido como tal ignoran que existen indicadores neuroquímicos que sí pueden revelar este estado. Porque, aunque amemos con el cuerpo, el corazón y los sentidos, quien primero se enamora es el cerebro. Y hay indicadores objetivos que pueden demostrarlo.
Ahora bien, ¿qué ocurre en el plano psicológico? ¿De qué manera puede cuantificarse?
“El amor es algo que haces por otra persona, no algo que haces por ti mismo”.
–Gary Chapman-
Balanza de Rubin, una escala para medir el amor: ¿en qué consiste?
A lo largo de la historia de la psicología podemos identificar varios intentos serios por medir el amor. Uno de los más conocidos lo tenemos en el libro superventas de Gary Chapman de 1992, Los 5 lenguajes del amor. Él teorizó con que hay cinco comportamientos que expresan el amor: las palabras, el deseo de compartir tiempo, los regalos, hacer servicios por el otro y el deseo físico.
El trabajo de Chapman fue posteriormente analizado en trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Houston-Downtown. Y, efectivamente, reveló una validez significativa a la hora de cuantificar el amor. Asimismo, también es importante hacer referencia a la teoría triangular del amor Sternberg y sus tres componentes: intimidad-pasión y compromiso.
Ahora bien, es interesante saber que antes de estas figuras tan conocidas, hubo alguien que fue pionero en este campo. El psicólogo social Zick Rubin fue autor de la primera medición empírica del amor: la balanza de Rubin.
Los tres componentes del amor
Rubin ganó el Premio Sociopsicológico de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia en 1969. Esto le permitió iniciar un estudio pionero que duró décadas. El objetivo no era otro que medir el amor y comprender el desarrollo de las relaciones a lo largo del tiempo. Fue un estudio costoso que muchos criticaron posteriormente, y que incluso consideraron como inútil.
De hecho, aún a día de hoy, son muchos los que consideran que medir el amor es poco más que una entelequia. Sin embargo, no deja de ser interesante admitir que este ha sido desde siempre un objetivo por parte de la psicología.
Fue en 1970 cuando publicó un primer avance de esos resultados, los cuales materializó en un cuestionario conocido como balanza de Rubin. Fue validada en 158 parejas de novios y le permitió desvelar que, según sus investigaciones, el amor partía de tres componentes:
- Apego: la necesidad de establecer un vínculo basado en el apego seguro, ahí donde todas las necesidades son atendidas.
- Cuidado: cuidar y ser cuidado es un pilar básico en toda relación.
- Intimidad: la capacidad de compartir pensamientos, necesidades y de crear un espacio emocional enriquecedor entre dos, es decisivo.
Cuidado, tal vez no sea amor: los tres componentes de la amistad
Dos años después de presentar su escala de la balanza de Rubin, presentó un nuevo trabajo titulado Gustar y amar: una invitación a la psicología social. Algo en lo que insistió este psicólogo social era en la necesidad de diferenciar el agrado del amor. En otras palabras, saber discriminar el clásico “me gustas” del “te quiero”.
Por ello, Rubin defiende que el agrado (amistad) se conceptualiza mediante tres sentimientos:
- Calidez. Sensación de cordialidad y bienestar cuando estamos con esa persona, sentir empatía, etc.
- Cercanía. Toda amistad se nutre de esa proximidad con la que compartir unos mismos intereses, valores, confidencias, etc.
- Admiración por el otro. Los buenos amigos se admiran mutuamente.
Ahora bien, sabiendo que la amistad se compone de estas dimensiones, podemos preguntas si no admiramos y sentimos cercanía también por nuestras parejas. En efecto, lo hacemos. Sin embargo, cuando nos enamoramos, priman mucho más el apego, la intimidad y la necesidad de cuidado, que esas variables que componen el simple agrado.
Por tanto, para medir el amor, es esencial distinguir una esfera de la otra. Esa en la que el agrado se torna más físico y las necesidades de compartir vida y experiencias en algo más profundo.
La balanza de Rubin: ¿qué preguntas plantea?
La escala de la balanza de Rubin consta de dos escalas con 12 ítems cada una. De manera sencilla y muy básica, se plantean una serie de cuestiones en las que debemos reflexionar sobre nuestras relaciones.
Gracias a estas cuestiones, deberíamos dilucidar si es amor o agrado, si el enamoramiento es auténtico o si lo que sentimos por esa persona es simple amistad.
Escala de agrado
1. Cuando estoy con ……….. casi siempre tenemos el mismo humor.
2. Creo que ………… es una persona en la que siempre podre confiar.
3. Recomendaría mucho a ………… para un trabajo responsable.
4. En mi opinión, …………. es una persona excepcionalmente madura.
5. Tengo mucha confianza en el buen juicio de …………
6. La mayoría de la gente debería saber lo sensacional que es …………….
7. Creo que ………… y yo somos bastante parecidos.
8. Votaría por ………… en una elección de clase o grupo.
9. Creo que …………… es una de esas personas que se gana el respeto de inmediato.
10. Siento que ………. es una persona con la que comparto muchos valores
11. ………. es una de las personas más simpáticas que conozco.
12. …………… es el tipo de persona que a mí me gustaría ser.
13. Me parece que puedo contar con ………… en cualquier situación.
Escala amorosa de la balanza de Rubin
1. Si ……… se sintiera mal, haría lo que fuera por ayudarlo/consolarlo.
2. Siento que puedo confiar en ……….. para cualquier cosa.
3. Mi primer pensamiento cuando me despierto es para …………
4. Haría casi cualquier cosa por …………..
5. No puedo pasar un día alejado de …………
6. Fantaseo con el futuro viviendo junto a ………
7. Una de mis principales preocupaciones es el bienestar de ………….
8. Me cuesta mucho enfadarme con ………..
9. Tengo fantasías con ………….
10. Cuando estoy con …………. paso mucho tiempo mirándolo/la.
11. Me gustaría mucho que …………. confiara en mí para todo en su vida.
12. Sería difícil para mí vivir sin ……………
Para concluir. Cabe señalar que esta escala fue diseñada en los años 70. Puede parecernos sin duda algo básica y tal vez simplista. Sin embargo, no deja de ser el primer intento científico por medir el amor.
De hecho, organismos como Science Progress llegaron a decir de la balanza de Rubin que fue el mayor avance en la investigación sobre esta materia. Otros, en cambio, no le vieron sentido porque el amor, para muchos, no se puede cuantificar.
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