¿Cómo es una persona soberbia y cómo reconocerla? 12 características

El perfil soberbio tiene hambre de poder y busca siempre dejarte en desventaja. Usarán el cinismo para devaluarte, pero tras esta conducta se esconde el fantasma de la baja autoestima.
¿Cómo es una persona soberbia y cómo reconocerla? 12 características
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 28 enero, 2025

Puede que convivas o pases mucho tiempo con alguien soberbio (tal vez tu madre, tu jefe o un compañero de trabajo). Son presencias que hieren, que colapsan tu equilibrio mental con sus aires de superioridad y arrogancia persistente. Pero es interesante saber que bajo la coraza de una persona con características propias de la soberbia se oculta con frecuencia un ejército de inseguridades.

Si bien es cierto que tales perfiles resultan amenazantes, comprender la anatomía de su comportamiento siempre ayuda. Al fin y al cabo, al desgranar los componentes que edifican tales fachadas logras manejarlos mucho mejor. Y, en este caso, aún es más importante porque vivimos en una sociedad donde las personalidades soberbias suelen ascender más escalafones. Enseguida, te describimos los rasgos más comunes.

1. «Soy mejor que tú» (sentido de superioridad)

Alguien soberbio habla un tipo de lenguaje particular que no deja indiferente a nadie. Su idioma es el de la arrogancia y la altanería, conjugando la idolatría a sí mismos con el desprecio a los demás. Necesitan devaluarte para reforzar su sentido de superioridad. Además, su prepotencia y su orgullo son tan acusados que, en ocasiones, pueden parecer hasta estrambóticos.

El problema es que carecen de autoconciencia y actúan casi siempre a través de sus mecanismos de defensa. Necesitan subestimar al otro para reforzarse, para hacer ver a la galería que su inteligencia y habilidades son únicas y extraordinarias. Ahora bien, cabe la posibilidad de que sí sean buenos/as en algo muy concreto, tal vez tengan grandes dotes comunicativas, pero extrapolan una virtud a toda su personalidad.

Ejemplo: Luis es un colega tuyo del trabajo que demuestra una actitud soberbia cuando corrige las ideas de los demás en una reunión, insistiendo en que solo su perspectiva es válida. Esta conducta dificulta trabajar en equipo y genera resentimiento.


2. «Reconóceme» (necesidad de validación)

El soberbio no es nadie si no lo validan. Te necesitan como «suministro» para alimentar su autoestima, para reforzar su ego y sostener su autoimagen. El problema es que no siempre reciben el reconocimiento que necesitan y esto puede desembocar en una conducta desagradable. Pueden reaccionar con frialdad y hasta con críticas directas.

Ejemplo: Laura sube fotos sobre sus éxitos como deportista en Instagram, esperando recibir muchos likes y comentarios positivos. Sin embargo, cuando no obtiene la validación esperada, se siente irritada durante todo el día y desprecia a sus seguidores en redes sociales.

3. «No me importas» (baja empatía)

Las características de una persona soberbia definen a alguien con un nivel de orgullo desmedido combinado con una baja empatía. Son quienes priorizan sus necesidades, que solo dan por válidos sus puntos de vista y sus opiniones. Los demás, solo son ruido de fondo en sus mentes arrogantes y, algo así, dificulta por completo que tengan relaciones sociales de calidad.

La arrogancia y la soberbia son dimensiones donde se suele ignorar el sufrimiento ajeno. Como bien señalan en un estudio divulgado en Review of General Psychology, son rasgos que causan muchos problemas interpersonales. El coste emocional que supone convivir con alguien así puede ser inmenso.

Ejemplo: Un jefe soberbio exige el cumplimiento de plazos imposibles, sin considerar el estrés y la sobrecarga que provoca en su equipo. Cuando alguien expresa su agotamiento, este hace comentarios despectivos y sarcásticos, demostrando su incapacidad para reconocer la experiencia emocional de los demás.

4. «No me corrijas» (no aceptan críticas)

Una de las particularidades de las personas soberbias es su resistencia a la hora de aceptar críticas. Son como dardos a su identidad, a la coraza dorada de su ego desmedido. Perciben las observaciones constructivas como ataques a su valía, reaccionando a la defensiva o incluso con agresividad. Esta actitud limita su capacidad de aprendizaje y, una vez más, genera tensiones en su entorno.

En la revista PloS One señalan que es muy frecuente considerar que alguien es arrogante cuando rechaza un consejo. No obstante, la persona soberbia encierra una hostilidad más acusada, no solo le incomoda que le corrijamos o le hagamos una sugerencia. Procesan estas situaciones como una afrenta y siempre verás que reaccionan con hostilidad.

Ejemplo: Ernesto es investigador en un departamento. Es una persona brillante, pero su soberbia genera muchos problemas entre sus colegas. Es casi imposible sacar adelante ningún proyecto porque no acepta indicaciones, sugerencias o ideas por parte de sus compañeros de laboratorio.

5. «Soy el centro del mundo» (monopolio de la atención)

Las personas soberbias necesitan dominar las conversaciones y ensalzarse explicando sus experiencias y logros sensacionales. Les molesta que otros aporten su opinión o que tú generes de pronto mayor interés en una reunión. En sus universos mentales, estos hombres y mujeres necesitan monitorizar las miradas, el interés, la atención y la admiración… Y buscarán lograrlo infravalorándote.

Ejemplo: Lucas adora las fiestas y reuniones. En ellas se pasa todo el tiempo hablando de sus éxitos profesionales, procurando obtener toda la atención. Pero si en un momento alguien te pregunta cómo te va todo, él reaccionará con molestia desviando la conversación para que todos se centren en él, y tú quedes en un segundo plano.

6. «Quiero ser el mejor» (elevada competitividad)

Entre las características de una persona soberbia está su tendencia a la competitividad. Este rasgo es frecuente entre muchos líderes. De hecho, tal y como señalábamos al inicio, es habitual que quienes logran puestos más altos sean más soberbios, arrogantes y competitivos.

La necesidad de destacarse y ser el mejor en todo les impulsa a competir hasta en situaciones donde no es necesario. Este comportamiento les permite, eso sí, alcanzar cargos altos, pero a menudo lo consiguen de forma poco ética e irrespetuosa.

Ejemplo: Durante una conversación sobre viajes con un compañero de trabajo, ves cómo de pronto convierte ese diálogo en una competencia, para destacar cuántos destinos exclusivos ha visitado más que tú. Esto te genera incomodidad y, al final, optas por guardar silencio para no entrar en ese juego sin sentido.

7. «No a la vulnerabilidad» (desprecio por la humildad)

Lo contrario de la soberbia es la humildad. Por ello, estos individuos ven en la conducta respetuosa, solidaria y empática una muestra de debilidad absoluta. En sus cerebros solo dan valor a la cultura de la arrogancia y de la ambición. Estamos ante perfiles con quienes es imposible construir vínculos de confianza y seguridad, puesto que desprecian toda muestra de vulnerabilidad.

Ejemplo: Carlos siempre ha criticado a su hija Julia por su carácter sensible y solidario. Se burla de su trabajo como asistente social y le dice que debería ser más competitiva y aspirar a un trabajo como el suyo, ser abogado y demostrar su mismo carácter e inteligencia.

8. «Lo que escondo bajo mi armadura» (baja autoestima)

No caigas en la trampa ni te dejes engañar. Una de las características de la persona soberbia es la baja autoestima y su inseguridad. Todo lo que tiene es una fachada revestida de mecanismos de defensa. Le asusta que el mundo descubra que no es tan competente como hace creer a los demás. Y lo que es peor: es alguien muy dependiente, ya que no podría sobrevivir sin la validación externa.

Ejemplo: Ana era la gerente de una empresa de moda. Mientras dirigió ese negocio su felicidad era absoluta, porque tenía la admiración de los clientes y ejercía el control de sus empleados. Se hacía lo que ella ordenaba y nadie le llevaba la contraria. Cuando el negocio entró en crisis, cayó en una depresión por esa falta de poder y de afirmación externa.

9. «Yo solo me valgo» (no colaboran)

Las personas soberbias no son colaborativas. No escuchan, son alérgicas a la comunicación empática y prefieren el mando. Todo esto hace que resulte un suplicio colaborar con ellas o tener que llevar algún proyecto en común. El orgullo les impide mostrarse abiertas y capaces de llegar a acuerdos, con lo cual, estos perfiles boicotean la convivencia en cualquier escenario, tanto personal como laboral.

Ejemplo: El padre de Marta empieza a ser dependiente y todos los hermanos deben ponerse de acuerdo para atenderlo y repartir los cuidados. Pero el hermano mayor, que siempre ha sido muy soberbio, insiste en que él ya ha hecho mucho por la familia y que esa labor debe recaer sobre los demás.

10. «No autorreflexiono» (nula autonciencia)

La autoconciencia nos permite valorar lo que hacemos para autorregularnos y ser mejores. Pero la persona que no sitúa la mirada en su interior para comprenderse, se vuelve cada vez más arrogante. No es consciente de sus limitaciones, de sus fortalezas o de sus defectos. Es como vivir con un filtro de negación constante con el que asume que todo lo que se hace es correcto y ético.

Entonces, una de las características de la persona soberbia es el temor a mirar qué hay dentro de ella. Sabe que tiene limitaciones y le asusta darse cuenta de que no es tan excepcional como hace ver a los demás. Por ello, evita reflexionar y desarrollar esa competencia de bienestar que es la autoconciencia.

Ejemplo: Rebeca no entiende por qué su pareja la ha dejado. Prefiere echarle la culpa a él, antes de hacer un acto de reflexión para comprender que su conducta y actitud arrogantes, hicieron que ese vínculo estuviera abocado al fracaso casi desde el inicio.

11. «Todo lo hago bien» (no admiten errores)

Uno de los rasgos más frustrantes de los soberbios es su incapacidad para admitir sus errores. Esto implicaría atentar contra su escafandra de protección, contra esa fachada de orgullo y perfección absoluta a la que se aferran para sobrevivir. En consecuencia, cuando cometen un fallo, desvían la atención o, lo que es peor, cargan la culpa sobre los demás.

Ejemplo: Juan es el responsable del departamento publicitario de su empresa. Hace poco invirtió una gran cantidad de tiempo y recursos para crear un anuncio, siguiendo una estrategia errónea y poco original. Ahora, tras el fracaso, vuelca la responsabilidad en su equipo, no en él.

12. «Voy a estallar» (la ira cuando las cosas van mal)

Otra de las señales más reveladoras de la soberbia es la ira  y los enfados explosivos cuando algo les frustra. En estas mentes orgullosas suelen haber una idea rígida de cómo quieren que sean las cosas. El detalle está en que, cuando la realidad no se alinea con sus expectativas, estallan. Lo hacen además de manera infantil, como niños pequeños incapaces de regular sus emociones y sus impulsos.

Ejemplo: Sandra esperaba que el ascenso en su empresa fuera para ella, no para su compañera Mónica. Al enterarse de la noticia, es incapaz de controlar su ira y no duda en escampar rumores malintencionados sobre cómo su colega de trabajo ha podido lograr ese cargo.

Cómo protegerte de una persona con características de la soberbia

Si tienes cerca a alguien soberbio tu salud mental puede verse afectada. Para salvaguardar tu bienestar, procura mantener las distancias y limitar el trato. Asimismo, no dudes en ejercitar tu asertividad, en responder con calma, pero con firmeza, sin permitir que las críticas o su desdén dañen tu autoestima.

Por otro lado, es importante que protejas tu equilibrio emocional. Sobre todo después de pasar tiempo junto a estas personas. Para ello,  apóyate siempre en tus figuras más enriquecedoras, en esa pareja, amigos o familiares que actúan como tu lugar seguro en el día a día. Recuerda además que, de estas personas soberbias, nunca obtendrás el respeto que mereces y que rara vez cambiarán.



La soberbia también puede habitar en uno mismo

La soberbia no es sólo un defecto de carácter. Es una fuerza destructiva que causa estragos allá donde va. Ahora bien, ten en cuenta que todos, de algún modo, albergamos ciertas pinceladas de esta característica. Son pequeñas gotas que, de vez en cuando, dejan asomar cierta arrogancia inconsciente. Tal vez cuando deseamos ser el centro de atención o el orgullo nos domina en exceso.

Lo importante es darse cuenta de este patrón actitudinal. También, entender que la soberbia daña, deja a flote nuestra peor versión y, por si no fuera poco, destruye la armonía relacional. Seamos capaces de construir escenarios más nutritivos y menos hostiles, espacios dominados por la compasión y no por el orgullo o los egos desmedidos.


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