La doble cara de la ambición: falta y exceso

La falta de ambición, puede transformarse en conformismo y el exceso, en codicia. Lo ideal es buscar un punto medio. Conoce las consecuencias de cada extremo.
La doble cara de la ambición: falta y exceso
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 03 abril, 2018

La cultura ha planteado varias paradojas sobre la ambición. Hay líneas de pensamiento que la condenan y otras que la exaltan. De hecho, la ambición es uno de esos rasgos que muchos no sabrían si definir como virtud o defecto. Por eso se habla de la doble cara de la ambición.

La ambición se define como ‘deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente riqueza, poder o fama’. Eso es al menos lo que dice la RAE. La propia definición marca la doble cara de la ambición: por un lado, anhelo de alcanzar una meta difícil; por el otro, metas banales.

La ambición no se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza”.

-Napoleón Bonaparte-

Ahora bien, también hay otra manera de ver la doble cara de la ambición: cuando falta o cuando sobra. Si falta, estamos ante un conformismo que difícilmente lleva a la evolución y el crecimiento. Si sobra, quedamos al límite de la falta de escrúpulos o bien, logramos aquello que nos proponemos a cualquier coste. Profundicemos.

La falta de ambición y el conformismo

Muchas veces nos envían mensajes para fomentar la aceptación de la realidad tal como es, invitándonos a no cambiar las cosas y resignarnos a ellas. Este mensaje puede ser muy positivo cuando se refiere a situaciones que implican un deseo imposible de lograr. Por ejemplo, cuando alguien muere y no logramos aceptarlo.

Chico triste simbolizando la doble cara de la ambición

 

Sin embargo, en otras circunstancias puede convertirse en un mensaje dañino. Normalmente está dictado por el miedo, por el autoritarismo , o por ambos en conjunto. Lo normal en los seres humanos es que queramos estar mejor, no que aceptemos todo con resignación. Lo que sucede es que hay líneas de pensamiento que optan por fomentar la obediencia para controlarnos.

El miedo , la falta de confianza en nosotros mismos o la excesiva dependencia de un poder externo nos transforman en conformistas. Esto, en otras palabras, significa renunciar a la ambición. Es decir, quedarnos con lo que la vida nos ofrezca, sin intentar ir más allá.

El exceso de ambición y la codicia

En el extremo opuesto del conformismo está la codicia. Esta alude a un deseo desaforado, principalmente de éxitos o riquezas. El codicioso es como un barril sin fondo, pues nunca le parece suficiente con lo que alcanza o tiene. Siempre desea más y más, porque lo suyo es la insatisfacción eterna.

La codicia es un sentimiento tóxico. Arrastra a quien lo siente hacia verdaderos infiernos y suele también arrastrar a quienes le rodean. La codicia no se detiene ante nada, porque se trata de una pasión irrefrenable. Es propia de quienes consideran que “el fin justifica los medios”. Lo importante es conseguir más y más, sin importar lo que haya que hacer.

pareja con brazos fuertes simbolizando la doble cara de la ambición

Una persona se deja invadir de codicia porque se siente carente. No es que lo esté, sino que así se experimenta. Cualquier falta la siente como una molestia insoportable. Piensa, en el fondo, que ese más y más llenará algún día el vacío que le habita.

La doble cara de la ambición

Vemos entonces que hay una doble cara de la ambición: cuando esta falta o cuando sobra. Pero también hay una doble cara de la ambición, dependiendo de los motivos que la alimentan, la forma de gestionarla y los fines hacia los que apunta.

La ambición está hecha del mismo material del que están hechos los grandes sueños. Se trata de una fuerza enorme que lleva a tomar decisiones y a aventurarse por difíciles caminos para conseguir algo que se desea. En ese sentido, se trata de una enorme virtud, porque lleva a las persona a salir de su zona de comodidad y exigirse más a sí mismos. Es la fuente de la que nacen grandes conquistas en la vida.

También se dice que hay una doble cara de la ambición cuando se habla de propósitos constructivos, por oposición a los propósitos obsesivos y egoístas. En ambos casos se requiere de esa fuerza vital que empuje al logro. Sin embargo, mientras que hay una ambición que promueve las metas loables, otra solo quiere acumular para exaltar el yo y alimentar el narcisismo.

mujer subiendo escaleras simbolizando la doble cara de la ambición

 

No es bueno promover la falta de ambición y las actitudes conformistas, ya que esto solo lleva a alimentar inseguridades y a desvalorizar los esfuerzos por ser mejores. Tampoco hay que promover el deseo sin límites por obtener siempre más y más. De lo que se trata es de aprender a gestionar esa doble cara de la ambición, cuyas diferencias a veces resultan muy sutiles.


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