Cerebro de las personas violentas, lo que dice la neurociencia
Las estadísticas nos dicen que en los últimos años el número de actos delictivos está aumentando. ¿Qué hay en el cerebro de las personas violentas? ¿Esta inclinación es genética? ¿Hay alguna causa biológica detrás o es todo el resultado de una sociedad menos humana? Las respuestas a estas preguntas no están demasiado claras.
Hay quien señala, eso sí, que la propia cultura es el agente que facilita muchas de estas conductas, enseñándolas y reforzándolas. Podemos hablar de psicopatía, delincuencia o incluso de parafilias con tendencias violentas. Sin embargo, a menudo, el propio contexto social y cultural es ese escenario capaz de impulsar la aparición de muchas de estas conductas tan adversas.
Vicente Garrido, profesor de criminología de la Universidad de Valencia, señala que nuestro mundo se ha vuelto menos igualitario y más competitivo. Esto puede despertar una parte de esas conductas violentas. No obstante, nos interesa también conocer qué hay en lo más profundo del universo neurológico de estas personas, qué hay de singular y particular para poder explicar este tipo de realidades tan descarnadas.
Lo analizamos.
“La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso para la sociedad”.
-Jean Paul Sartre-
Así es el cerebro de las personas violentas
A principios del año 2000, se logró atrapar a Cary Stayner, un hombre de unos 40 años que a lo largo de un año asesinó de manera violenta a 4 mujeres en el parque nacional de Yosemite. Se encargaba de las tareas de mantenimiento del parque y era esa figura de confianza a la que muchos recurrían con frecuencia.
Durante el juicio, declaró que desde los 7 años estaba obsesionado con hacer daño a las mujeres. Su defensa alegó enfermedad mental, pidiendo una resonancia magnética para identificar anomalías neurológicas. Sin embargo, el juez no quiso tener en cuenta este factor y fue sentenciado a la inyección letal.
En cierto modo, algo que señalan los neurólogos es que la existencia de alguna alteración cerebral no explica en el 100 % de los casos la conducta violenta. Ejemplo de ello es el doctor James Fallon. Este neurólogo lleva toda su vida realizando tomografías a los psicópatas para demostrar que sí existen anomalías muy concretas. En una ocasión, decidió realizarse él mismo esa prueba clínica y descubrió algunas anomalías.
Es más, James Fallon averiguó que en su familia paterna había al menos siete personas que habían cometido asesinatos. Sin embargo, factores, como haber tenido una familia cálida y afectuosa, habían evitado probablemente el desarrollo de ese “oscuro” determinismo biológico. No obstante, hay una evidencia de que el cerebro de las personas violentas presenta ciertas particularidades. Las analizamos.
El gen de la monoamino oxidasa y la menor producción de serotonina
Avshalom Caspi y sus colegas realizaron un estudio en el 2002. Evidenciaron que aquellos niños que habían sido maltratados en su infancia evidenciaban una alteración en el gen que codifica la enzima monoamino oxidasa (MAOA). Esta anomalía tiene una clara consecuencia: se produce mayor testosterona y menos serotonina.
Todo ello deriva en comportamientos antisociales y violentos. Lo llamativo (y hasta esperanzador) es que ese comportamiento violento se puede reducir con la administración de Prozac ® (fluoxetina) un antidepresivo que regula y mejora la producción de serotonina.
El cerebro de las personas violentas presenta menos materia gris
Otro aspecto significativo que ha podido verse en las personas que han cometido actos violentos es una anomalía en la materia gris. Evidencian un menor grosor en la corteza prefrontal rostral anterior y también en los polos temporales. Esto se traduce en dos hechos muy concretos: menor empatía y menor sentimiento de culpa.
La falta de cargos de conciencia a la hora de infligir dolor, el no identificarse con la víctima ni experimentar culpa alguna cuando se comente un acto violento son características muy recurrentes entre las personas con psicopatía.
La amígdala y el comportamiento agresivo
La amígdala es esa pequeña región cerebral íntimamente relacionada con el procesamiento de las emociones. Es una estructura compleja, pero esencial para la propia supervivencia.
Ahora bien, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Friburgo (Alemania), nos revelan algo interesante relacionado con el cerebro de las personas violentas.
Ha podido verse que las personas con una amígdala mucho más pequeña evidencian un comportamiento más agresivo. Es más, en muchos casos se aprecia también una hiperestimulación en esta diminuta zona neurológica.
La frustración y la falta de control de los impulsos
Tenemos claro que el cerebro de las personas violentas funciona de manera diferente y que, en buena parte de los casos, factores como la crianza, la educación y el entorno social orquestan casi siempre esas bases agresivas. Ahora bien, existe un factor emocional a tener presente y es la falta de resistencia a la frustración sumada a la ausencia de control de los impulsos.
La persona violenta experimenta una elevada carga emocional cuando no obtiene lo que desea. Esto que es tan habitual en los niños y tan necesario regular a edades tempranas, es en la edad adulta un absoluto peligro.
La frustración mal manejada y la incapacidad para controlar sus reacciones desemboca muchas veces en reacciones agresivas con serias consecuencias. En especial, si se acompaña de consumo de alcohol u otras sustancias.
Para concluir, si bien es cierto que la conducta humana forma parte del ser humano, hay factores biológicos que a menudo, orquestan este comportamiento. Conocerlos es siempre una herramienta de gran interés y utilidad.
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