Cómo entrenarte en el liderazgo resiliente
A menudo, la naturaleza es el mejor reflejo de lo que simboliza la resiliencia. Basta con ver cómo en algunos acantilados se alzan y crecen árboles que, a pesar de bordear el vacío y las inclemencias del tiempo, se sostienen con majestuosidad. También es común ver cómo, entre las grietas de las rocas, crecen delicadas flores de extraordinaria belleza.
No importa lo hostil que sea un escenario. La vida casi siempre prospera y se abre paso. También las personas podemos adquirir propiedades relacionadas con la resistencia para avanzar en contextos de dificultad. Porque la vida laboral moderna nos sitúa a menudo ante desafíos, cambios y retos para los que no siempre estamos preparados.
Nuestra realidad actual se define cada vez más por la incertidumbre y por ese nuevo concepto denominado “permacrisis”, es decir, la acumulación de constantes fenómenos adversos. El ensayista Nassim Taleb llama cisnes negros a esos hechos que a menudo consideramos como improbables y que, al final, acontecen dejándonos sin capacidad de reacción.
Ante este tipo de precipicios existenciales, la mejor solución es estar preparados. Porque siempre existirán factores que escapan de nuestro control, y ante ellos, la mejor opción es desarrollar nuevas competencias.
Si queremos prosperar en nuestros trabajos, proyectos, relaciones y en cualquier ámbito de la vida, debemos dar forma a un enfoque mental resiliente.
5 claves del liderazgo resiliente que puedes desarrollar
Un ejemplo de liderazgo resiliente lo tenemos en la figura de Nelson Mandela. Como bien sabemos, estuvo 27 años preso en la isla Robben por ser un joven que luchaba contra la injusticia y la violencia de su gobierno. Cuando fue liberado a los 71 años, abogó por la paz y la reconciliación. Durante su encierro, hubo un poema de William Ernest Henley que lo inspiró.
Era aquel que decía: “soy el amo de mi destino/soy el capitán de mi alma”. Esto nos enseña que antes de liderar a otros, las personas debemos aprender a liderarnos a nosotros mismos. Esa es la clave del éxito y su columna vertebral; lo que nos sostiene e impulsa hacia el progreso es la resiliencia.
De este modo, una investigación de la Universidad de Yale y de Florida destaca cómo el liderazgo resiliente puede contribuir a la creación de organizaciones más preparadas para encarar los desafíos. Porque esta es una práctica, una actitud y un acuerdo que no se queda en una sola figura.
En el momento en que todos los agentes de un entorno adquieren este enfoque, las dinámicas cambian y surgen el avance, el progreso, la fortaleza para adaptarse a lo que pueda venir. Veamos ahora qué claves nos aportan los cimientos de esta mentalidad.
Uno de los pilares de la resiliencia es una alta capacidad para formar vínculos con los demás. Es así como encontramos nuestra fortaleza.
1. Control, aceptación, compromiso
Los tres componentes de la resiliencia son el control, la aceptación y el compromiso. Estas tres palabras son las tres ideas que debemos integrar en nuestro registro mental para afrontar todo problema, grande o pequeño, que surja en nuestro día a día:
- Debemos focalizarnos en aquellas áreas que sí están bajo nuestro control y que podemos usar para modificar o aprovechar para sacar partido de una situación.
- La aceptación nos permite dejar de pelearnos y huir de aquello que es inevitable. Solo cuando asumimos que hay algo que nos supera y que quiebra nuestro equilibrio, estaremos preparados para sobrellevarlo.
- El compromiso apela a nuestra responsabilidad a la hora de hacer frente a esa situación inesperada. El líder resiliente no elude las dificultades ni pierde el tiempo buscando culpables. Asume el evento caótico y busca estrategias para resolverlo.
2. Visión y oportunidad
El liderazgo resiliente exige desarrollar ciertas dosis de mentalidad visionaria y hasta oportunista. En este caso, lo ideal sería trabajar esas competencias que nos permitan ser lo bastante arriesgados e innovadores como para aprovechar cualquier desafío. Ese con el que hallar la chispa idónea con la que mejorar el presente de cualquier empresa o escenario social.
Ser un visionario no exige anticipar con exactitud qué pasará mañana. Implica saber analizar qué ha sucedido hoy para deducir qué puertas se nos abren de cara al futuro. Es comprender que, entre las vetas de lo fragmentado, se abren luces que podemos aprovechar para probar nuevos caminos y posibilidades.
3. Inteligencia emocional, el cofre de herramientas para la adversidad
La Universidad Sechenov puso en evidencia en un estudio los beneficios de desarrollar programas de inteligencia emocional entre los profesionales de la salud pública. Entrenar en liderazgo eficiente implica habilitar a la persona no solo en una mentalidad resiliente, sino también en el buen manejo de las emociones.
Esto se traduce en dominar las siguientes dimensiones:
- Comunicación empática y asertiva.
- Autoconciencia emocional y regulación emocional.
- Habilidades para la motivación.
- Empatía.
- Enfoque mental basado en la positividad. A pesar de nuestra tendencia por situar la mirada solo en las amenazas, es necesario optar por una mirada más abierta y esperanzada.
- Buena gestión de los conflictos.
- Conciencia social, saber establecer lazos respetuosos y significativos.
Cultivar una mentalidad positiva es un pilar indiscutible de la resiliencia. Solo así nos abriremos camino hacia nuevas oportunidades sin quedar bloqueados, sin sentirnos cautivos de las crisis constantes.
4. Habilidades para manejar el estrés
El estrés es esa niebla que todo lo cubre en el campo de batalla y que no nos permite vislumbrar las amenazas. Los líderes resilientes atesoran sólidas competencias para regular tanto el estrés propio, como aquel que se impregna en un clima laboral. Atemperan los ánimos y los miedos, alientan a la esperanza y a la necesidad de dar lo mejor de cada uno.
Saben que en esas épocas en que las incertidumbres son infinitas y el horizonte se impregna de malos presagios, es importante mantener la mente fría. No se debe caer en el fatalismo, pero sí en la preparación, en estar dispuestos para encarar lo que venga, aceptándolo primero y afrontándolo después.
5. Capacidad para establecer vínculos basados en la confianza
Una característica nuclear del liderazgo resiliente es la capacidad de crear vínculos sólidos basados en la confianza. Al fin y al cabo, las dificultades, sobre todo en una empresa, deben afrontarse en colectivo y, para ello, se necesita construir una red de personas unidas y comprometidas en un mismo fin.
Poder contar con otras figuras significativas afianza no solo nuestra fortaleza, sino que, además, nos aporta valor y nuevas visiones. Por ello, todo líder que sea capaz de originar una base sólida de relaciones, apoyos y equipos de trabajos felices, encarará mejor toda adversidad.
A la hora de entrenar esa mirada interna más resiliente en el ámbito del liderazgo, es bueno recordar la figura de Viktor Frankl. Recordemos, habrá épocas en que no podremos hacer nada ante esos eventos adversos que, de manera cíclica, surgen en nuestro presente.
En esos momentos, cuando no podamos cambiar las circunstancias, cambiémonos a nosotros mismos desarrollando un enfoque más resistente, más innovador y esperanzado. Esa es la clave.
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- Sistad, Linda. (2020). Emotional Intelligence and Leadership Which impact does emotional intelligence have on leadership?.
- Southwick, Frederick & Martini, Brenda & Charney, Dennis & Southwick, Steven. (2017). Leadership and Resilience. 10.1007/978-3-319-31036-7_18.