Cuando el amor se trasforma en sufrimiento
Sabemos que el amor, no siempre nos aporta la felicidad que soñábamos al principio. El sufrimiento, es en ocasiones el reverso de esa moneda que acaba haciéndonos pagar la elevada altura de nuestras ilusiones. Porque cuando el amor se transforma en sufrimiento es como si este desapareciera. Tan solo queda dolor, llanto, angustia, decepción… ¿Hay realmente amor cuando se sufre por este sentimiento?
No hay emoción más intensa que el amor. Es capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos, de unirnos en un proyecto en común: un plan de vida y una seguridad personal donde vernos fortalecidos e incluso realizados. Pero a la vez, este sentimiento tiene la capacidad de volvernos enormemente vulnerables.
Perdemos en ocasiones la capacidad de control, el mundo se nos vuelve al revés y nuestra brújula interior, se desvía ligeramente de ese “norte interior” que todos debemos mantener. Ese que marca nuestro equilibrio. Nuestra voluntad. El pilar de nuestra autoestima y el que define lo que somos.
En realidad no hay razón para que el amor sea un sinónimo de sufrimiento. No si sabemos advertirlo a tiempo y obtenemos la fuerza suficiente para poner fin a un relación que nos trae más lágrimas que felicidad.
Cuando el amor se transforma en sufrimiento no siempre es fácil verlo, lo sabemos. Pero vale la pena no olvidar que uno de los propósitos personales que debemos tener cada día al levantarnos es, simplemente, ser felices. Mantener una ilusión sencilla y la satisfacción de ser cómo somos. Si en algún momento perdemos alguna de estas dimensiones, hay que saber reaccionar. Vale la pena; de ahí que hoy deseemos señalarte alguno de esos aspectos que acaban trayendo el sufrimiento a nuestra relación de pareja.
1. Decir “no” a la dependencia emocional
La dependencia emocional es uno de los mayores riesgos en los que podemos caer. Está claro que amar a alguien, es situar a dicha persona en el centro de ese universo personal de cada uno. Pero no te conviertas en ese “satélite” que se dedica únicamente a dar vueltas a su alrededor.
No dejes que tu felicidad resida siempre en el bolsillo de esa persona. La dependencia emocional es un tipo de apego poco saludable, que irá erosionando poco a poco nuestra individualidad, nuestro auto-concepto e incluso nuestra autoestima. Esta dimensión provoca que fijemos todo nuestro ser y nuestras expectativas en la otra persona olvidándonos incluso de nosotros mismos.
Un amor saludable no es dependiente, sino que permite espacios personales donde cada uno pueda seguir desarrollándose como persona. Ahí donde hay confianza y respeto, además de un proyecto en común donde ambos, con madurez y responsabilidad, aunamos esfuerzos en común. Cuando el amor se transforma en sufrimiento, quizás es que ya no amamos, sino que dependemos.
2. Poner límites al chantaje emocional
El chantaje emocional deriva claramente de la dependencia antes definida. Desde el momento en que la otra persona comprende que es el centro de nuestro universo, y que no concebimos más felicidad que la de estar junto a él/ella, nuestra pareja comprende que dispone de un claro poder.
Este poder le permitirá manipularnos para conseguir sus objetivos, y, a su vez, para mantenernos aún más atados a su persona. No olvides nunca que el chantaje emocional es un tipo de maltrato, un tipo de dominación y humillación ante las cuales, podemos quedar muy incapacitados emocionalmente.
Perdemos la capacidad de decidir, de actuar e incluso corremos el riesgo de “dudar de nosotros mismos”. De nuestra propia capacidad para mantener las riendas de nuestra propia vida. No lo permitas.
3. Darlo todo sin recibir nada a cambio
Puede que seas de los que piensan que en el amor, debemos darlo todo sin recibir nada a cambio. Cuidado. En esta vida todo requiere su justo equilibrio. Si lo damos todo correremos el riesgo de quedarnos vacíos, y sobre todo, la posibilidad de que llegue un día en que nos demos cuenta que nunca hemos sido reconocidos o valorados. E incluso respetados. Será el momento en que emerja el sufrimiento además de la frustración.
Amar es dar y recibir, es crear entre dos, es aportar fuerzas, energías y esperanzas en una relación donde ambos miembros cuentan para formar un buen “equipo”. Cuando el amor se transforma en sufrimiento es que no hay esto. Alguien da, pero otro solo recibe y lo más probable es que alguno de los factores anteriormente mencionados estén presentes.
4. Un proyecto común
Si no hay proyecto de futuro en la pareja, el pilar de dicha relación se sostiene sobre unas arenas movedizas. Viviremos un día a día marcado por la incertidumbre y la duda. La pareja necesita de metas a corto y a largo plazo, esas que aportan ilusión y esperanzas por construir en cada momento el libro de nuestra vida.
Pero debemos tener cuidado. En ocasiones pueden hablarnos de proyectos, elaborar grandes ilusiones que en esencia, no son más que falsos castillos en el aire. Debemos estar atentos a que dichos sueños no escondan en realidad la falsedad de quien nos habla, y quien nos dice que nos quiere. No hay mayor sufrimiento también que darnos cuenta de que hemos sido engañados o manipulados.
La sinceridad se advierte en pequeños detalles cotidianos. En esfuerzos sinceros y en preocupaciones reales. Sabemos que en ocasiones cuesta, que encontrar un amor sincero, altruista y comprometido no es fácil. Pero siempre hay una persona adecuada para cada uno, no será la pareja ideal, pero si ésa capaz de ilusionarnos y de aportarnos una auténtica felicidad.
Recuerda que cuando el amor se transforma en sufrimiento lo más probable es que ya no exista amor.
Cortesía imagen: Martinakis.