Cuidados afectivos, el secreto para una mayor calidad de vida
¿Tú también esperas a estar bajo una tormenta emocional para aplicar cuidados afectivos? Lamentablemente, a menudo recordamos la importancia de proteger nuestro mundo emocional cuando estamos al borde del colapso. De manera similar, buscamos cuidar nuestras relaciones cuando estas están pendiendo de un hilo.
Estos cuidados abarcan todo tipo de prácticas relacionadas a la atención y asistencia de los sentimientos, ya sea los propios (autocuidado emocional) o los de los demás (responsabilidad afectiva).
Esto incluye mostrar empatía, cultivar la autocompasión, aprender a establecer límites y respetar los ajenos, entre otros aspectos fundamentales. ¡Conozcamos más sobre esta temática!
¿En qué consisten los cuidados afectivos?
Los cuidados afectivos ocupan un rol fundamental en la protección, el moldeamiento y al aprendizaje de nuestras emociones, contribuyendo así a una vida más plena y saludable.
Estos gestos pueden dirigirse tanto hacia otras personas como hacia uno mismo. Al brindárnoslos a nosotros mismos, practicamos el autocuidado emocional. Por otro lado, cuando los ofrecemos a los demás, asumimos una responsabilidad afectiva, entendiendo que nuestros actos tienen un impacto emocional en las otras personas.
Su importancia en la salud mental y emocional
En la base de la pirámide de Maslow encontramos las necesidades más básicas, como el alimento y el refugio. En el comienzo de nuestras vidas, nuestros cuidadores son quienes proporcionan estos cuidados. De hecho, nuestra supervivencia e integridad depende de lo que los demás hagan por nosotros.
Pero, a medida que ascendemos en este gráfico podemos ver nuestras necesidades emocionales: afecto, pertenencia y respeto. El amor y la contención que recibimos nos brinda la seguridad necesaria para explorar y comprender nuestras emociones, y nos ayuda a desarrollar relaciones sólidas con los demás al crecer. En otras palabras, los cuidados afectivos nos proporcionan una mayor calidad de vida.
En cambio, cuando carecemos de estos cuidados, nuestra salud mental y emocional sufre. Nos sentimos solos, incomprendidos y desvalorizados. Esto puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad, depresión y una sensación general de insatisfacción con la vida.
Sin embargo, incluso si no hemos recibido los cuidados pertinentes durante nuestra infancia, siempre es posible revertir la situación una vez que llegamos a la vida adulta.
La capacidad de sanar y fortalecer nuestra salud emocional sigue siendo una posibilidad al alcance de todos.
Cuidados afectivos hacia uno mismo: autocuidado
La salud mental es un tesoro que merece nuestra atención constante. La mente y las emociones son terrenos donde debemos sembrar semillas de bienestar.
En este sentido, el renombrado psicólogo y autor del libro Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, nos enseña la importancia de comprender y gestionar nuestras emociones. Este constituye el primer paso del autocuidado emocional, que implica proporcionarnos a nosotros mismos el apoyo necesario para mantener un equilibrio mental saludable. Algunos ejemplos son:
1. Establecer límites saludables
Aprender a marcar límites de forma asertiva es uno de los cuidados afectivos que deberíamos priorizar. Decir que «no» cuando es necesario, ayuda a prevenir la sobrecarga emocional. Así que, antes de responder «sí» de forma inmediata y automática para complacer al resto, tómate un momento para reflexionar acerca de tus necesidades y deseos.
2. Cultivar la gratitud
Centrar la atención en lo positivo es una poderosa estrategia de autocuidado emocional. Adoptar una rutina diaria para expresar gratitud puede ser un faro de bienestar, de acuerdo con lo mencionado en un estudio difundido en la revista Frontiers in Psychology.
Por ejemplo, dedicar unos minutos al día para anotar tres cosas por las que nos sentimos agradecidos puede ayudarnos a enfocarnos en lo que realmente valoramos y a mantener una actitud optimista incluso en los momentos turbulentos y desafiantes.
3. Practicar la autoaceptación y autocompasión
Es vital aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes e imperfecciones. La autocrítica excesiva resulta muy perjudicial, por lo que debemos aprender a tratarnos con amabilidad, fomentando un diálogo interno empático y compasivo.
4. Dedicar tiempo al descanso
La agitación de la vida cotidiana no pasa por nuestra vida sin dejar una cuota de estrés y fatiga general. Para protegernos, es fundamental que reservemos momentos para relajarnos, meditar, o tan solo disfrutar de actividades que nos traigan calma y paz.
Con relación a esto, el mindfulness se convierte en una práctica de incalculable valor. A través de ella, aprendemos a experimentar el momento presente de manera plena y sin juzgarlo, lo que nos regala una sensación de bienestar que resulta difícil expresar con palabras. Para profundizar en esta experiencia, te recomendamos algunos ejercicios para iniciarte en ella.
5. Buscar alegría y diversión en la vida cotidiana
Rodearse de amigos que nos hacen divertir o ver programas cómicos puede ser una excelente manera de reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, lo cual nos ayuda a cuidar nuestro mundo emocional. La risa tiene múltiples beneficios, incluso para el sistema inmunológico, tal como informa un profesional de la Sahmyook University, en Corea del Sur.
A su vez, resulta valioso dedicar tiempo a los hobbies personales. Ya sea tejer, tocar la guitarra, fotografiar o cualquier otra actividad que nos haga sentir a gusto.
6. Practicar la autorreflexión
Por otro lado, tener el hábito de tomarse el tiempo para examinar y comprender las propias emociones, identificar patrones de pensamiento y evaluar las necesidades emocionales puede ser fundamental para el crecimiento personal y el mantenimiento de la salud mental.
La autorreflexión proporciona una mayor conciencia de uno mismo, lo que puede conducir a una toma de decisiones más consciente y al desarrollo de estrategias efectivas para enfrentar desafíos emocionales. La psicoterapia puede ser de gran valor para desarrollar y potenciar esta habilidad.
Cuidados afectivos hacia los demás: responsabilidad afectiva
La responsabilidad afectiva se erige como una piedra angular de nuestros vínculos. Este concepto se refiere a nuestra capacidad para asumir un papel activo y comprometido en el bienestar emocional de quienes nos rodean.
Ahora, exploraremos algunos ejemplos concretos de cuidados afectivos hacia los demás.
1. Practicar la empatía y la validación emocional
La empatía es un pilar fundamental. Implica escuchar activamente a los demás, haciendo que se sientan valorados, comprendidos y apoyados. Para cultivar esta habilidad, es importante mantener contacto visual y evitar las interrupciones al conversar con alguien.
Además, es esencial reconocer y aceptar sus emociones sin juzgarlas, ejerciendo así la validación emocional. Podemos expresarla usando frases como «Entiendo cómo te sientes», «Tiene sentido que te sientas de esa forma» o «Es válido lo que sientes».
2. Demostrar cariño, a nuestro estilo
Un abrazo, una palabra amable, una caricia u otros gestos de afecto pueden tener un impacto significativo en el bienestar emocional de los demás, al mismo tiempo que fortalecen nuestros lazos con ellos.
Cada persona tiene su propio lenguaje del amor, y está bien que así sea, pero expresar afecto a quienes nos importan es una oportunidad que no deberíamos desaprovechar.
3. Respetar los límites impuestos
Para construir confianza y crear un buen sistema de apoyo, es imprescindible respetar los límites de los demás. Cada individuo tiene su espacio personal, y el cuidado afectivo implica no presionar ni invadir esa esfera.
Por ejemplo, si un amigo nos informa que no quiere conversar de ciertos temas sensibles para él, debemos respetar su decisión y no entrar en detalles que pueden hacerle sentir incómodo.
4. Evitar los prejuicios y preguntar antes de asumir
Cuando juzgamos, limitamos la libertad de los demás para expresarse sin temor a la crítica. Para cuidar este aspecto es esencial ser consciente de nuestras reacciones verbales y no verbales, evitando realizar juicios de valor sobre lo que las personas que nos rodean nos comparten.
En su lugar, podemos demostrar curiosidad y un sincero deseo de comprender la experiencia del otro. Asimismo, en vez de juzgar de antemano, escuchemos con mente abierta y generemos un espacio de diálogo auténtico y empático. Esta práctica fortalece la conexión emocional y fomenta una comunicación efectiva.
5. Ofrecer apoyo con palabras y acciones
Al brindar ayuda y sostén emocional, proporcionamos un sentido de confianza a la otra persona y reforzamos la idea de que no está sola con sus problemas ni con sus emociones. Podemos emplear frases como «Veamos qué podemos hacer juntos», «Estoy aquí para ti», «Cuenta conmigo» o «Vamos a superar esto juntos».
Sin embargo, sabemos que las palabras se las lleva el viento. En este sentido, es fundamental acompañar estas expresiones con acciones que reflejen nuestro compromiso.
Cuidados afectivos y bienestar integral
Los cuidados afectivos son fundamentales para una mejor calidad de vida, y su influencia positiva va más allá de la esfera emocional personal. También impactan en la forma en que nos relacionamos y comprendemos nuestras conexiones con los demás.
Cuidar la experiencia afectiva implica atender y proteger los sentimientos propios y ajenos. A pesar de que a menudo pasamos por alto este aspecto en nuestras interacciones y hábitos, su importancia radica en el fomento de nuestra salud mental.
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