Cyberflashing (envío de fotos íntimas no solicitadas): ¿por qué lo hacen?
Llamamos cyberflashing al fenómeno por el que una persona recibe de pronto en el móvil fotos obscenas no solicitadas. Si bien la clásica terminología anglosajona nos puede confundir un poco, basta decir que nos estamos refiriendo a los ya clásicos “fotopenes”, como también a todas esas imágenes incómodas y subidas de tono que no siempre nos sacan una sonrisa, sino todo lo contrario.
Es cierto que este tipo de dinámicas pueden ser consensuadas entre dos personas. Por ejemplo, la práctica del cibersexo conforma un nuevo fenómeno en esta era digital en el que es común este intercambio de fotografías. Sin embargo, con el cyberflashing estamos ante otro tipo de experiencia que se adentra ya en el ámbito de lo delictivo y lo nada agradable en determinados casos.
Hace algunas décadas teníamos a los exhibicionistas de gabardina, a esos señores que sin pudor se apostaban en alguna esquina o incluso ante un colegio para mostrar de manera súbita sus atributos. Aquella práctica ya nos parece algo vintage en comparación con lo que tenemos ahora.
En la actualidad, han tomado el relevo hombres que experimentan una sensación de poder y satisfacción al pensar en cómo reaccionará la persona que reciba esa foto inesperada.
Cyberflashing o la psicología del fotopene
El cyberflashing es una práctica que lleva a cabo mayoritariamente el sexo masculino. Es decir, el envío concreto de “imágenes no solicitadas” y a menudo fuera del contexto de una relación afectiva es algo que (algunos) hombres realizan en mayor grado. Tanto es así que estudios como los realizados en la Universidad estatal de Pensilvania por parte de la doctora Flora Oswald nos señalan algo relevante.
El exhibicionismo fotográfico es ya un fenómeno generalizado. Es más, cerca del 53 % de las mujeres de entre 18 y 29 años han recibido un fotopene. Desde los 29 hasta los 53, la cifra se queda en un 35 %. Si nos preguntamos por qué los hombres deciden enviar esas fotos que no han sido solicitadas no hay una sola razón. Hay varias.
Cada vez es más fácil enviar fotos obscenas
Si es sencillo de llevar a cabo, ¿por qué no hacerlo? Buena parte de esas imágenes se reciben a través de aplicaciones para ligar. Basta que una mujer empiece a hablar con alguien para que al poco reciba una de estas fotografías sin haberlo pedido. Estas son situaciones en las que es común reaccionar con ironía, risas y hasta con resignación.
Lo que ya no se procesa del mismo modo es cuando, de manera inesperada, llega al móvil una de estas imágenes. El cyberflashing es algo que han experimentado de manera frecuente los usuarios de Apple. En los dispositivos de esta marca es común el uso de Airdrop. Se trata de un servicio que permite la transferencia de archivos entre dispositivos iOS a través de Wi-Fi y Bluetooth.
En los últimos años, son muchos los que se deleitan haciendo envíos de imágenes íntimas en lugares concurridos. En la actualidad, la práctica del cyberflashing está penada y se la considera una forma de acoso.
El cyberflashing y la mentalidad transaccional: yo te envío, tú me enseñas
En el estudio anteriormente citado de la Universidad estatal de Pensilvania se entrevistó a 1.087 hombres. La finalidad era entender por qué practicaban el cyberflashing.
Una de las razones por las cuales enviaban imágenes de sus genitales era porque esperaban recibir fotos íntimas de las mujeres a las que hacían llegar dichos archivos. Es la clásica estrategia de “yo te enseño lo mío y tú me enseñas lo tuyo”.
A menudo, ya solo con el simple hecho de imaginar esa transacción se excitan a nivel sexual.
Niveles altos de narcisismo y prejuicios sexistas
Efectivamente, otro de los rasgos que definen la personalidad del señor de la gabardina cibernético del siglo XXI que enseña sus atributos es el narcisismo.
Le gusta exhibirse y deleitarse con esa sensación de supuesto poder al enviar una foto no solicitada de sus genitales. El hecho de tener el control sobre la reacción de la otra persona es otro condicionante de peso.
También hay anhelo y la necesidad obsesiva porque se le reconozcan sus atributos, ante una evidente falta de autoestima.
Asimismo, no podemos pasar por alto que el anonimato despierta un inusitado placer en algunas mentes. Esas que sienten placer al acosar desde la lejanía.
El exhibicionismo fotográfico no solicitado es acoso
El cyberflashing o exhibicionismo fotográfico puede hacernos reír en ocasiones. Todo depende del contexto, la situación y también del usuario de ese móvil. Sin embargo, en buena parte de los casos, las mujeres lo que sienten es hastío e incomprensión… ¿Qué le lleva a un hombre a enviar ese contenido con tanto descaro solo porque sí?
Todo aquello que no está consensuado se vive de manera incómoda y a veces hasta traumática. Sobre todo, cuando hay una clara intención de intimidar a alguien, cuando ese envío es constante y persistente.
En Alemania, por ejemplo, las mujeres pueden denunciar este tipo de envíos no solicitados y castigar al remitente con una multa o hasta con un año de prisión, dependiendo de la gravedad del acoso. Asimismo, aplicaciones como twitter o whatsapp ya disponen de algoritmos manejados por inteligencia artificial capaces de filtrar contenido incómodo o inadecuado.
Es necesario seguir desarrollando mecanismos para detener estas prácticas que en muchos casos, pueden llegar incluso hasta nuestros niños y adolescentes.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- McGlynn C, Johnson K. Criminalising Cyberflashing: Options for Law Reform. The Journal of Criminal Law. November 2020. doi:10.1177/0022018320972306