Distanciamiento familiar: cómo nos afecta tener lejos a quienes amamos
El distanciamiento familiar, cuando el vínculo es saludable y enriquecedor, tiene un gran impacto psicológico. Tener que estar lejos de nuestros padres, hermanos, hijos u otras figuras significativas es algo que, en ocasiones, nos vemos obligados a hacer de manera forzada. Factores como el trabajo o desplazarnos a otros países en busca de oportunidades ha sido, hasta no hace mucho, los principales motivantes.
Ahora bien, algo que no entraba en nuestros planes era que en la segunda década del año 2000 aconteciera la actual crisis. Al desastre humanitario se le añade otra epidemia no menos relevante: la de la tristeza, el desconsuelo y el estrés de tener lejos a muchas de las personas que amamos. Este es un dolor extraño y antinatural que cuesta comprender y que, en muchos casos, abre un fenómeno nuevo para el que no estábamos preparados.
Porque el actual distanciamiento no se explica solo por los kilómetros. En ocasiones, aún teniendo cerca a padres, abuelos o hermanos no tenemos acceso físico a ellos. ¿De qué manera nos afecta este hecho? ¿Hay algún mecanismo para de lidiar mejor con esta situación?
Consecuencias del distanciamiento familiar
Las redes familiares se tejen a base de costumbres y rituales que nos gusta mantener. Reuniones semanales, comidas interminables a las que les siguen divertidas charlas, el abuelo que se duerme en el sofá viendo la tele, la abuela que cuenta historias a los nietos y les da dulces a escondidas… Son dinámicas sencillas cargadas de profundas improntas emocionales.
A menudo, hasta nos parecen rutinarias. Hasta que, de pronto, un día nos faltan. Por las razones que sean, esos rituales de familia pueden terminarse y entonces los echamos tanto de menos que el vacío que dejan duele en exceso. El distanciamiento familiar, entendido como la separación de un grupo de personas con un vínculo enriquecedor, se ha dado desde siempre debido, por ejemplo, a la emigración o razones laborales.
Ahora bien, en la actualidad, nos encontramos ante un contexto nuevo no estudiado. El distanciamiento social es una intervención que se utiliza con frecuencia en las epidemias de enfermedades infecciosas. Hasta el día de hoy, se sabe muy poco sobre cómo influye esta situación en la esfera familiar. Los pocos estudios de los que disponemos están aún en sus primeras fases de investigación, pero ya nos ofrecen datos que vale la pena considerar.
Estrés y conflictos a raíz del distanciamiento familiar
La Universidad de Pensilvania, en colaboración con distintos organismos sanitarios y sociales, lleva a día de hoy un proyecto interesante. El objetivo es comprender el impacto de las pandemias en el seno de las familias. De momento, los datos que están obteniendo nos revelan varias cosas.
La primera es que la población más afectada en este contexto son sin duda los niños y los ancianos. El aislamiento es una gran fuente de estrés, en especial, para los adultos mayores que están solos.
Por otro lado, aparece otro fenómeno interesante y son los posibles conflictos entre hermanos. Esta conflictividad se relaciona, precisamente, con la atención de los padres mayores. Así, mientras unos son estrictos y cuidan en todo momento de las medidas de protección para no ponerlos en riesgo, otros hermanos son más laxos y conciertan comidas y reuniones más estrechas con ellos.
Esto, es a menudo origen de discusiones y desencuentros.
Problemas de salud mental y empeoramiento de enfermedades crónicas
El distanciamiento familiar suele manejarse mucho mejor si sabemos, por ejemplo, cuándo volveremos a reunirnos con normalidad con nuestras personas amadas. En un contexto de crisis sanitaria no hay una fecha estipulada.
La incerteza y los cambios constantes, someten a buena parte de los miembros de esa unidad familiar a una serie de impactos negativos muy concretos:
- Aumento del estrés y la ansiedad.
- Aumento de la sintomatología depresiva.
- Dificultades para dormir.
- Alteraciones en la alimentación.
- Empeoramiento de las enfermedades crónicas.
¿Qué podemos hacer para mantener la calidad de la relación familiar en situaciones de distanciamiento?
Buena parte de nosotros ya disponemos de experiencia en materia de distanciamiento familiar. Algo tan básico como dejar nuestra localidad, ciudad, comunidad o incluso nuestro país por temas laborales, ha hecho que estuviéramos varios meses (o años) sin ver a los nuestros. Ahora bien, en un contexto como el actual, se le añaden otros elementos más complejos.
En estas situaciones es recomendable tener en cuenta una serie de claves.
Estrategias para cuidar de la relación familiar en la distancia
La primera recomendación no puede ser más básica. Lo más esencial es salvaguardar la seguridad de uno mismo y de los nuestros. Partiendo de esta base, es bueno tener en cuenta lo siguiente:
- Estar separados físicamente no implica estar distanciados emocionalmente. La conexión diaria mediante el apoyo que nos confiere las nuevas tecnologías es esencial.
- Asimismo, hay otro elemento decisivo y es la corresponsabilidad de unos familiares sobre otros y también, la capacidad de llegar acuerdos. La preocupación cotidiana de unos sobre otros no parte solo de un “¿necesitas algo?”. También es necesario un “¿cómo te sientes hoy?”. Más allá de las necesidades materiales están las preocupaciones emocionales.
- Poro otro lado, es necesario que tanto hermanos como padres e hijos sean capaces de ponerse de acuerdo en cada actuación. La distancia física es a veces un generador de malentendidos y desavenencias. Concertemos unas mismas pautas a seguir, sobre todo, de cara al cuidado de los más vulnerables: niños y ancianos.
Para concluir, también es adecuado en estas situaciones alimentar la esperanza cotidiana. Pensar que poco a poco el distanciamiento dará paso a acercamientos graduales que culminarán en largos abrazos, es algo que sin duda, todos necesitamos tener presente.
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