Educación sexual: lo que necesitas saber
La educación sexual no es una materia cualquiera. De hecho, seguro que hay mucha gente que ni siquiera sabe que al hablar de educación sexual estamos hablando de un ámbito contemplado por la Ley de Educación vigente, aunque de forma transversal.
Así, cada institución educativa es la encargada de decidir cómo se llevan a cabo estos programas, siempre y cuando decidan incorporarlos. Ahora bien, no es casual que España esté lejos de contar con una educación sexual de calidad. Profundicemos.
¿Qué es la educación sexual?
La educación sexual también suele llamarse “educación afectivo-sexual”. No obstante, ambos conceptos vienen a significar lo mismo. Es más, la educación afectivo-sexual puede llegar a ser un término reiterativo.
Si tomamos como referencia el origen de la palabra sexo, la educación sexual significa ‘educación de los sexos’. Es decir, es una materia que trata todo lo referente a cómo las personas -consideradas como seres sexuados- se relacionan íntima y públicamente, tanto en el plano emocional como en el erótico. Por ello, al hablar de sexos, se hace referencia de forma implícita a las emociones, los afectos y los vínculos.
Así, la educación sexual es la materia encargada de educar en relaciones afectivas y eróticas, aunque no solo se queda ahí, sino que también se encarga de nutrir de conocimientos a quienes la reciben para que puedan llevar una vida mucho más plena con ellas mismas.
Ahora bien, es importante mencionar que todo esto se lleva a cabo, al igual que en el caso de todas las materias, a través de una metodología, con unos objetivos, una estrategia pedagógica y una serie de recursos didácticos.
Dificultades en la actualidad
A pesar de que la educación sexual está contemplada por la ley y se encarga de cubrir una necesidad (tal como veremos más adelante), existen dificultades que hacen muy difícil contar con intervenciones educativas de calidad:
- Transversalidad. Este hecho, ya comentado anteriormente, repercute en la forma de realizar intervenciones en educación sexual. Si es cada centro el que decide cómo se da esta materia, existe una desigualdad abismal entre centros, como el número de sesiones, quién las lleva a cabo, cuál es el contenido, quiénes reciben estas intervenciones, etc.
- Profesionales que la imparten. A veces se da la situación de que la persona encargada de llevar a cabo la intervención educativa no tiene la formación necesaria para ello. Esto además de ser inapropiado, es peligroso. En una materia en la que se habla de autoconocimiento, amor, relaciones, identidades, orientaciones y un largo etcétera, es fácil caer en el adoctrinamiento, si no se lleva a cabo de una forma rigurosa y científica. De ahí que el profesional mejor cualificado para llevar a cabo este tipo intervenciones educativas es el sexólogo.
- Reconocimiento social de la Sexología. Las intervenciones en Sexología siguen sin contar con mucha aceptación a nivel social. Si comparamos esta disciplina con cualquier otra, veremos que no es considerada como prioritaria. Este hecho conlleva una inversión de recursos en educación sexual muy deficiente. Aunque, por suerte, está empezando a cambiar.
¿A quién va dirigida?
La educación sexual se suele asociar a la etapa adolescente. La adolescencia es crucial para incorporar estos conocimientos, ya que hablamos de una etapa llena de cambios a todos los niveles y esos cambios son tratados en esta materia. Sin embargo, la educación sexual se puede impartir, y de hecho es recomendable, en todas las etapas de la vida.
Los complejos con el aspecto físico o los miedos a determinadas relaciones son dos ejemplos de vivencias que se pueden producir en cualquier época de nuestras vidas. Y este tipo de programas tratan estas y otras muchas dificultades, promoviendo el autoconocimiento y la diversidad.
De este modo, la educación sexual puede ayudar a mucha gente que esté viviendo situaciones problemáticas. Por lo tanto, es recomendable llevar a cabo intervenciones educativas en esta materia en todas las etapas vitales.
¿Por qué es necesaria?
En esencia, la educación sexual favorece que nos relacionemos mejor con nosotros mismos y con los demás. Nos aporta un conjunto de conocimientos y herramientas muy amplias desde muchos prismas, para llevar una vida afectiva y erótica sana.
Es más, si la educación sexual estuviera mejor regulada y fuera más considerada, se reduciría de forma notable el número de dificultades y problemas de las relaciones entre personas. En este ámbito, cobra especial importancia la frase “el conocimiento nos hace libres”, porque cuando empiezas a conocer la diversidad que ofrece la sexualidad, aceptas que cada relación es diferente, que hay infinitas formas de sentirte a gusto y de tener placer en una relación.
Al contrario de lo que la gente se cree, la educación sexual no consiste en enseñar a poner un preservativo. Creer eso es como decir que las matemáticas consisten en saber cuánto son dos más dos.
Aunque es necesario hablar de infecciones de transmisión sexual, métodos anticonceptivos y cómo funcionan los genitales masculinos y femeninos, también es importante enseñar a decir ‘no’ a una relación que no se desea, que la penetración no es la única relación que hay, ni tiene por qué ser la mejor o que existen formas, tamaños y tiempos en las relaciones eróticas que son impuestos por la sociedad y no se corresponden con la realidad.