La sexualidad entiende de diversidad, no de limitaciones
La sexualidad no es algo estanco limitado a un tipo de personas o actividades determinadas. Es mucho más que el acto sexual y no solo las parejas tienen el monopolio de la misma. No entiende de bien o mal, simplemente responde a una necesidad.
Ponerle límites sería como poner diques al mar, tarde o temprano la fuerza acabaría por destruirlos e inundarlo todo. La sexualidad es, como la sociedad, plural en todas sus facetas. Así es como debemos entenderla: diversa, rica y múltiple.
Esta faceta de la vida incluye cómo nos relacionamos con los demás y, dentro de esa manera de relacionarnos, se asocia especialmente con nuestra manera de expresar nuestros sentimientos y emociones, entre ellos, el afecto. También implica todo lo relativo al placer, el deseo, las fantasías, así como aquello relacionado con la maternidad y paternidad.
Un mundo rodeado de mitos
Son muchas las personas que se ven afectadas y perjudicadas por los mitos que hacen referencia a la sexualidad. Dentro de los diferentes colectivos hay uno especialmente olvidado: el de diversidad funcional.
Muchos familiares y profesionales, o incluso a veces la propia persona, intentan ignorar este área de la vida como si no prestarle atención implicase hacerla desaparecer. Las personas con discapacidad tienen deseos y la capacidad y necesidad de experimentar cariño y placer.
La sexualidad en este ámbito se ha ignorado o incluso demonizado en muchas ocasiones. Durante años se les ha rechazado, negado o incluso prohibido la expresión del afecto y la intimidad así como la educación sexual.
La sexualidad en la diversidad funcional
Al referirnos a diversidad funcional hablamos de un colectivo muy amplio y variado. Dependiendo de si la discapacidad es física, mental, o si se combina también con enfermedad mental, la manera de abordar las necesidades y demandas de la persona podrá variar.
Pese a las diferencias entre los distintos tipos de colectivos, no podemos ignorar su sexualidad ni restringir su intimidad y acceso a su mundo propio. Es necesario aceptar, informar y educar para que puedan vivir esta parte de sí mismos de manera sana y saludable.
Debemos atender a las necesidades de intimidad, afecto y sexuales de las personas con diversidad funcional siendo esta un área tan importante para ellos como para cualquier otra persona.
Las personas necesitamos tocar, querer, tener amigos o pareja, intimidad propia y compartir esta intimidad con otras personas. Es un error frecuente caer en la sobreprotección y tener miedo al qué pasará o al cómo será. Sin embargo, es necesario alejar los miedos, de manera que quede habilitado un espacio para que la persona explore y pueda decidir por sí misma qué hacer con su propia sexualidad.
Ofrecer apoyos en la diversidad funcional
La labor del profesional consiste en ofrecer apoyos, no en construir barreras. Ser conscientes de las limitaciones que puede tener la persona, así como de sus necesidades y preferencias para poder ofrecerle la ayuda más adecuada es una responsabilidad compartida entre muchos sectores de la sociedad. Una responsabilidad que entraña obligaciones que muchas veces no se atienden.
Apoyar y permitir la expresión y disfrute de la sexualidad implica adaptarse a la persona y atender sus necesidades de forma individualizada. Es clave explorar sus intereses, demandas y los apoyos necesarios para poder brindarle la intimidad y recursos que necesita.
En caso de surgir dificultades será necesario abordarlo con las personas implicadas, analizar detenidamente la problemática y posibles soluciones. Ante posibles riesgos habrá que priorizar la seguridad de la persona y la de los demás manteniendo su autonomía y su capacidad de decisión tanto como sea posible.
El acompañante sexual
La figura de asistente sexual es una opción que está comenzando a debatirse en el mundo de la diversidad funcional. El acompañamiento sexual es un medio que tiene como último fin dar respuesta a las necesidades de cariño, afecto y placer.
En España el proyecto Julia Pastrana Europa investiga, visibiliza y trabaja en relación a la sexualidad y el empoderamiento de las personas con diversidad funcional. Este proyecto forma parte de la European Plataform Sexual Assistance (EPSEAS), que trabaja a nivel europeo por el reconocimiento de la figura de asistente sexual.
Algunas películas como “Vivir y otras aficiones” colocan también encima de la mesa el debate sobre la sexualidad en personas con diversidad funcional, así como la enfermedad mental y su papel en la sociedad. Un film de ficción con dosis de realidad que cala en el espectador, haciéndole reflexionar sobre la vida y sus retos.
Aún hay mucho camino que recorrer, cuestiones por debatir y preguntas sin aclarar respecto a estos temas. Sin embargo, el mero hecho de abrir un dialogo, reconocer el derecho universal a la sexualidad y plantear cambios supone un primer paso de los muchos que aún quedan por dar en el mundo de la diversidad funcional.