El arte de la seducción: cómo dominar el lenguaje de la atracción
El arte de la seducción no es un juego. Es la conjunción de un lenguaje de gestos, actitudes, palabras y movimientos en los que habla el deseo, las miradas se buscan e intentan cautivar y acariciar con todos los sentidos inimaginables. En este tipo de comunicación, los pequeños detalles mandan y, aunque ninguno de nosotros seamos unos grandes expertos en esta materia, siempre podemos aprender.
A menudo, hay quien asocia la palabra seducción con sexualidad. Sin embargo, quien tenga en mente únicamente esta idea/propósito seguramente se precipite y falle de manera irremediable en esta ciencia de la atracción, en la que cualquier gesto o comentario fuera de lugar puede hacer que todo se venga a bajo. Debemos entender que, en realidad, la seducción es mucho más sofisticada que el sexo.
Estamos ante esa disciplina en la que manda el deseo y la comunicación va más allá de la piel. Además, hay que saber disfrutar de cada paso como quien planifica un delicado plan donde cada movimiento es esencial. Así, expertos en el tema como Robert Greene, autor de libros como Las 48 leyes del poder o El arte de la seducción, nos señalan que el arte de la seducción es un baile en el que más que la belleza, manda la inteligencia y la psicología. Estamos, además, ante una disciplina que está al alcance de todos nosotros.
“La seducción es siempre más singular y sublime que el sexo y se ordena al precio más alto”.
-Jean Baudrillard-
El arte de la seducción: ¿en qué consiste?
El arte de la seducción tiene dos componentes básicos que debemos comprender e interiorizar. El primero es poner la atención en nosotros mismos. Si deseamos de verdad ser un seductor o una seductora eficaz, hay que hallar ese punto de perfecto equilibrio donde mostrar lo mejor de uno, sin alejarnos de las propias esencias. Seducir no es sobreactuar, ni aún menos representar algo que no somos.
El segundo aspecto que hay que entender es que en este arte entra el juego la observación, la empatía y la anticipación. Nadie se alzará con la corona al mejor seductor o seductora si no es capaz de leer las señales, los gestos, el lenguaje no verbal. Porque siempre hay pequeñas pistas que nos anticipan de que vamos por buen camino y que la conexión puede ser posible. En otros casos, saber intuir la falta de química es esencial para no caer en comportamientos coercitivos que no llevan a ningún lado salvo a la molestia y frustración.
Pocas cosas son más apasionantes que seducir, que tomar la iniciativa cuando alguien nos atrae. Todos tenemos recursos para lograrlo de forma exitosa y disfrutar así de esas experiencias nutridas de emociones y sensaciones que pueden llevarnos a vivir momentos inolvidables. Un modo de lograrlo es aprendiendo, formándonos y descubriendo valiosas estrategias como las que nos ofrecen en el espacio ‘El camino de la seducción’.
Veamos a continuación cuáles son las claves más comunes del arte de la seducción.
El lenguaje no verbal de la seducción
El arte de la seducción no sabe de géneros. Por tanto, todos podemos y debemos tomar la iniciativa cuando así lo deseemos sin esperar a que sean ellos o ellas quienes den el primer paso. Asimismo, otro componente básico que debemos entrenar, comprender y afinar es, sin duda, el del lenguaje no verbal. Recordemos siempre que la atracción es la energía que queda imantada por los gestos más pequeños y elementales.
Por otro lado, estudios como el llevado a cabo por el doctor Howard S Friedman de la Universidad de California nos revelan que hay 6 canales básicos en el arte de la seducción:
- Contacto visual. Las miradas que se mantienen y después se retiran de manera lenta y sutil generan impacto. El contacto visual es, sin duda, la principal arma de seducción.
- La sonrisa duchenne. Este gesto conforma la sonrisa más auténtica, la que más confianza y conexión consigue. Nunca debemos descuidar que sonreír es algo más que transmitir simpatía o emociones positivas, es un modo irresistible de cautivar.
- La postura. Otro factor importante es cuidar nuestra postura; debemos buscar siempre gestos que demuestren apertura y cercanía. Evitemos por tanto los brazos y las piernas cruzadas. Intentemos también estar ligeramente inclinados hacia esa persona pero sin invadir su espacio.
- El perfume. En materia de seducción los olores resultan excitantes y son un ingrediente esencial que cuidar y potenciar.
- Pequeños toques. Un roce breve y sutil en la mano, un toque en el brazo, un mechón de cabello que le apartamos del rostro a la otra persona… Esos pequeños gestos resultan a menudo altamente efectivos.
- El tono de voz. Este es otro factor que no debemos descuidar, una tonalidad de voz ajustada, cuidada, que sabe conectar y acariciar, resulta a menudo tan excitante como agradable.
Autenticidad y sentido del humor
El arte de las seducción efectiva exige autenticidad. Pocas cosas resultan más atractivas que conocer a una persona segura de sí misma, alguien que evita los artificios y manierismos.
La naturalidad, la cercanía y mostrarnos tal y como somos sin teatralidad genera atracción y casi nunca falla. Aún más, si a ello le añadimos unas gotas de un sentido del humor inteligente, tendremos otro ingrediente más con el cautivar y enamorar.
El secreto de Casanova
Giacomo Casanova fue mucho más que el seductor más famoso de la historia. Fue historiador, escritor, músico, matemático, diplomático, jurista, filósofo, bibliotecario, agente secreto italiano… Y, por encima de todo, un hombre intuitivo e inteligente que sabía aprovechar cada oportunidad.
Si logró triunfar entre la sociedad veneciana de la época y, sobre todo, entre el género femenino, fue porque conocía las necesidades de las personas. Las conocía y las satisfacía. Arte, música, compañía, diversión, apoyo…
En conclusión, el arte de la seducción significa también saber a quién tenemos delante, descubrir qué le gusta o qué necesita y proporcionarlo de manera adecuada.
No dudemos por tanto en darnos la oportunidad que merecemos.
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- Friedman, Howard S., & Riggio, Ronald E. (1999). Individual differences in ability to encode complex affects. Personality and Individual Differences, 27, 181-194.