El guardián entre el centeno: un libro maldito
El guardián entre el centeno es una de las obras más leídas y conocidas de la literatura estadounidense del siglo XX. J.D. Salinger, el autor, logró plasmar en esta novela la esencia de la adolescencia. Aunque al principio la crítica no acogió bien la obra, el público la admiró y, con el tiempo, El guardián entre el centeno se ha convertido en la obra literaria que mejor refleja la adolescencia. Su lenguaje directo y vulgar es un buen retrato de la realidad, aunque también generó cierta controversia en el momento de su publicación, 1951.
Pese a los cambios que ha vivido la sociedad, pese a los avances tecnológicos y las evidentes diferencias entre los adolescentes de “ayer” y de “hoy”, El guardián entre el centeno es una novela que ha sabido envejecer muy bien y que, todavía hoy, sigue reflejando a esa gran parte de adolescentes que no logran adaptarse o encajar en el sistema, que viven esa etapa a caballo entre la infancia y la edad adulta como un momento de supervivencia, de rebeldía y de lucha interna.
¿La trama? Es bastante simple, un joven adolescente llamado Holden Caulfield cuenta en primera persona sus vivencias. Holden es un mal estudiante, ha sido expulsado de diversos colegios y parece que su situación no mejora, pues acaban de notificarle que va a ser expulsado de su actual colegio en el que permanece interno. Holden decide no informar a sus padres, tampoco quiere verlos, así que, huye en medio de la noche y vuelve a su ciudad, Nueva York; allí, se alojará en un hotel de muy baja categoría y comenzará la aventura.
El guardián entre el centeno nos presenta el viaje de Holden, el de cualquier adolescente desencantado con el mundo (y orgulloso de estarlo), que parece que odia todo y a todos. Una novela que ha pasado a la historia como la preferida de psicópatas, inadaptados, personas con problemas mentales y también del público adolescente (y no tan adolescente). ¿A qué se debe su éxito? ¿Por qué El guardián entre el centeno es una novela tan controvertida?
“La verdad es que no hay nada como decir algo que nadie entienda para que todos hagan lo que te dé la gana”.
-El guardián entre el centeno-
El guardián entre el centeno, un reflejo de la adolescencia
La obra de Salinger ha logrado que muchos de nosotros nos veamos reflejados en el personaje de Holden Caulfield, probablemente, esto no se produzca si la leemos de adultos, pero sí en la adolescencia. ¿Cuál es la clave? El secreto está en dibujar a un personaje fácilmente reconocible, un personaje muy próximo a la realidad, un joven rebelde que acaricia la misantropía.
Para muchos, la adolescencia no será más que un tránsito hacia la edad adulta, una etapa más de la vida que pasa sin pena ni gloria; un momento en el que centrarse en los estudios, comenzar a elegir un futuro y asumir nuevos retos y responsabilidades.
Sin embargo, para otros, es una etapa mucho más compleja y oscura, las nuevas presiones y responsabilidades, tanto personales como académicas, pueden suponer un fuerte obstáculo; comenzar a comprender el mundo y asumir las consecuencias de nuestros actos dificulta, en ocasiones, esta etapa de la vida. El alcohol, las drogas, la experimentación, las primeras relaciones sexuales, conocer el mundo… todo ello puede estar muy presente en la adolescencia.
En la adolescencia, nos fijamos en la música, en el cine, en los medios… tratamos de buscar nuestro reflejo, de sentirnos identificados y de ver que, en el fondo, tenemos un lugar, un porqué en esta vida. Holden odia todo lo que supone vivir, odia a todas las personas, odia su escuela, odia el sistema, la sociedad, el mundo… Las únicas personas por las que siente cariño son sus hermanos, ni siquiera sus padres parecen importarle.
Uno de los aspectos que más nos llama la atención de esta obra es la forma en la que está narrada, en primera persona, utilizando un vocabulario que, inmediatamente, asociamos a los más jóvenes. Holden utiliza vulgarismos, palabras malsonantes y actuales de su época, Holden se refiere a algunos hechos históricos como la Guerra de Independencia con palabras como “lata”, “rollo”…
Esta expresividad y naturalismo que vemos en su lenguaje son, precisamente, los culpables de la identificación de la que hablábamos anteriormente. Incluso en las descripciones físicas se acerca mucho a la realidad, vemos que hay alusiones a “uñas mordidas” o acné, características muy típicas de la adolescencia.
Otro de los puntos más interesantes de la novela es que carece de acción; sí, es cierto que Holden se escapa y tiene algunos encontronazos, pero no ocurre nada realmente reseñable. La acción es estática, como la adolescencia, Holden, sencillamente, se limita a narrar sus pensamientos y a criticar todo lo que puede, reflexiona sobre su papel, sobre lo que no le gusta, lo que sí y sobre lo incómodo que le resulta el mundo. El guardian entre el centeno supone la mitificación de la adolescencia, un ir y venir de la inocencia infantil al sinsentido que es la vida al acabar esta etapa.
El propio Holden es el que se define a sí mismo como un guardián entre el centeno, eso es lo que quiere ser, quiere ser el encargado de recoger a esos niños que corren solos hacia el abismo, quiere ser el que los proteja de esa caída, de ese duro golpe que supone el fin de la infancia y la toma de conciencia de la realidad.
“Encantadores, esa es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo”.
-El guardián entre el centeno-
Holden Caulfield, la confesión de algunos criminales
¿Cómo es posible que un libro que refleja la adolescencia se convierta en el favorito de muchos criminales? Quizás, esa sensación de no pertenecer a ningún lugar y esas pinceladas de misantropía que nos transmite Holden sean algunas de las causas que han propiciado que algunos asesinos hayan visto en El guardián entre el centeno una especie de Biblia.
Es fácil que, en determinados momentos de nuestra vida, veamos en Holden una especie de reflejo de nosotros mismos, que veamos en esta obra un espejo en el que mirarnos y sentirnos comprendidos o menos solos.
La lista de crímenes cometidos bajo la sombra de El guardián entre el centeno es bastante grande, aunque la mayoría han caído en el olvido por tratarse de crímenes menores o realizados contra personas anónimas. Sin duda, el caso más recordado por todos es el del asesinato de John Lennon.
John Lennon murió asesinado por Mark David Chapman, un admirador suyo que veía a Lennon como uno de esos niños que describía Holden corriendo hacia el abismo. Chapman creía que, al asesinarlo, lo salvaría de las perturbaciones del mundo y que, así, perviviría su inocencia. Tras cometer el asesinato, Chapman leyó El guardián entre el centeno hasta que llegó la policía; en el libro, había escrito “mi confesión” y lo firmó como Holden Caulfield.
Robert John Bardo y John Hinkley son otros de los nombres que resuenan cuando hablamos de la obra, el primero, asesinó a la joven actriz Rebecca Schaeffer portando una copia del libro; Hinkley, por su parte, trató de asesinar a Ronald Reagan llevando otra copia del mismo.
La popularidad de la obra unida a la oscuridad que la rodea han hecho que el legado de El guardián entre el centeno sea inmenso, desde las leyendas urbanas hasta la música se han hecho eco de este libro “maldito”. El guardián entre el centeno es una lectura obligatoria, que habla sin tapujos y que puede ser muy recomendable en la adolescencia.
“La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego”.
-El guardián entre el centeno-