El lenguaje corporal de las personas controladoras
El lenguaje corporal de las personas controladoras a veces es muy evidente, pero otras veces pasa desapercibido. Lo cierto es que, controladores o no, buena parte de nuestro tiempo lo dedicamos a comunicarnos con los demás, siendo con frecuencia poco conscientes de ello.
El principal medio de comunicación es el cuerpo. Como no somos conscientes de una buena parte de nuestra mímica, por lo general transmite mensajes más genuinos acerca de nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos.
Cada gesto y cada postura pueden decir algo sobre lo que tenemos en mente. De ahí que podamos saber mucho más de una persona examinando lo que dice con su cuerpo, que escuchando lo que expresa con sus palabras. En el caso del lenguaje corporal de las personas controladoras: su afán de dominio se manifiesta en conductas asociadas a la ansiedad en situaciones en las que su control percibido es bajo.
¿Cuáles son esos gestos y posturas que marcan el lenguaje corporal de las personas controladoras? Como siempre, es necesario examinar sus rostros, como manejan sus manos, además de la postura de su cuerpo e incluso su respiración. Estos son algunos de sus rasgos más distintivos.
“Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control”.
-Denis Diderot-
El rostro en el lenguaje corporal de las personas controladoras
Son varios los aspectos del rostro que caracterizan el lenguaje corporal de las personas controladoras. Cuando una persona es espontánea y sincera tiende a gesticular en el momento de hablar. Sus músculos se ven relajados y sus palabras son de algún modo acompañadas por expresiones consecuentes en su mirada, su sonrisa y su rostro en general.
En el lenguaje corporal de las personas controladoras, el rostro se mantiene rígido. Hay algo de impersonal en su forma de gesticular, si acaso lo hace. En general, es claro que la persona tiene como objetivo mantener la comunicación bajo control (otra cuestión es que lo logre con más o menos éxito).
También es habitual que las personas dominantes miren con excesiva fijeza. Clavan los ojos en alguien y a veces ni pestañean. Esto, de un modo u otro, intimida a su interlocutor. Esa mirada es una forma de ejercer poder y también de desafiar. A veces aparecen gestos como inclinar la boca hacia abajo o tener expresiones de altivez, levantando el mentón.
La asimetría en las posturas
Otro de los rasgos distintivos en el lenguaje corporal de las personas controladoras es la postura de sus cuerpos. En general, tienden a ubicarse y a adoptar gestos que proyecten superioridad frente a los demás. Es usual que este tipo de personas levanten los hombros e expandan el pecho, precisamente porque quieren verse más imponentes frente al otro.
También es habitual que traten de colocarse en una posición vertical frente a su interlocutor, de modo que este quede en un nivel inferior. Entonces, por ejemplo, se ponen de pie para hablar, mientras que el otro permanece sentado. Ver al otro desde arriba les da una sensación de mayor poder.
El mejor ejemplo de esto son los interrogatorios policiales. En estos, el acusado permanece sentado, mientras que el policía está de pie. Este último también camina o se mueve, mientras que el otro está limitado en sus movimientos. Todo ello afianza el control.
Los brazos, las manos y otros aspectos
Las personas que buscan ejercer dominio o control sobre otros suelen realizar movimientos rápidos e imprecisos con sus manos. Es habitual que hagan lo que comúnmente conocemos como “manotear”. Esto es, mover las manos de arriba abajo para dar más énfasis a lo que están diciendo. También para mostrar mayor energía y contundencia.
Otro de los gestos frecuentes en el lenguaje corporal de las personas controladoras es el dedo índice que apunta hacia el otro. Este es un gesto que, en principio, es una señal de advertencia. Sin embargo, implícitamente es también un señalamiento e incluso una acusación. Esto, por supuesto, condiciona el estado emocional de quien es señalado. Otorga control a quien lo esgrime y se lo quita a su interlocutor.
Por otro lado, las personas dominantes suelen emplear sus brazos para aumentar el espacio que ocupan. Ponen las manos en la cintura en actitud de reclamo o cruzan los brazos. Si están de pie y el otro sentado, también es común que cierren los puños y los apoyen sobre la mesa.
Todos estos elementos del lenguaje corporal de las personas controladoras también pueden ser usados a favor. Según expertos en el tema, adoptar estos gestos y posturas, en momentos en los que nos sentimos intimidados o vulnerables, nos ayuda a recuperar la sensación de control.
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- Rebel, G. (2002). El lenguaje corporal: lo que expresan las actitudes, las posturas, los gestos y su interpretación. Edaf.