El modelo de los cinco grandes de la personalidad

El modelo de personalidad de los cinco grandes es una de las teorías más populares para categorizar la forma de ser de las personas. Descubre aquí sus entresijos.
El modelo de los cinco grandes de la personalidad
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 22 diciembre, 2023

El modelo de los cinco grandes o modelo OCEAN es una de las formas más famosas de estructurar la personalidad. Se utiliza para la realización de multitud de estudios. Ahora bien, ¿en qué consiste exactamente el modelo de los cinco grandes de la personalidad?

Este modelo se basa en que la personalidad se puede dividir en 5 rasgos independientes entre sí. Estos rasgos son: extraversión, neuroticismo, empatía, apertura y escrupulosidad. Conocer los valores que tienen un individuo en cada uno de ellos permite conocer su personalidad.

Para lograr una mayor comprensión del modelo de los cinco grandes es importante tener en cuenta 2 aspectos. El primero de ellos es saber a qué se refieren y cómo se describen cada uno de los rasgos y, el segundo, conocer las críticas que se han realizado del mismo. Profundicemos.

Rasgos del modelo de los cinco grandes

Las teorías de los rasgos de la personalidad han intentado determinar exactamente cuántos rasgos de personalidad existen. Las teorías previas a ella han sugerido varios rasgos posibles, incluida la lista de 4000 rasgos de personalidad de Gordon Allport, los 16 factores de personalidad de Raymond Cattell y la teoría de los tres factores de Hans Eysenck.
Sin embargo, muchos investigadores creyeron que la teoría de Cattell era demasiado complicada y que la de Eysenck tenía un alcance demasiado limitado. Como consecuencia de lo anterior, surgió la teoría de los cinco factores para describir los rasgos esenciales que sirven como componentes básicos de la personalidad.

Extraversión

A través de este rasgo se evalúa la disposición del individuo frente a las interacciones personales, es decir, el nivel de actividad y la estimulación que tiene la persona a la hora de relacionarse con los demás. También está íntimamente relacionado con el grado de placer o disfrute que se adquiere a través de las relaciones sociales.

Altas puntuaciones nos indican que nos encontramos frente a individuos sociables, habladores, orientado a las personas, optimistas, disfrutan ser el centro de atención, les resulta fácil hacer nuevos amigos, son amantes de la diversión y afectuosos. Por otro lado, bajas puntuaciones nos señalarían individuos que les resulta difícil hacer amigos e iniciar conversaciones, reservados, sobrios, no eufóricos, solitarios, callados o retraídos.

Amigos sentados en el cesped hablando

Neuroticismo

Con el neuroticismo, lo que buscamos evaluar es el ajuste emocional vs. la inestabilidad emocional. Este rasgo identifica a individuos con tendencia al malestar psicológico, ideas irreales, excesiva rumiación o ansia y respuestas de afrontamiento desadaptativas.

Una puntuación elevada en neuroticismo sería indicadora de personas preocupadas, nerviosas, emocionales, sensibles al estrés, inseguras o hipocondríacas. Por el contrario, aquellos individuos con una baja puntuación se caracterizarían por ser relajados, no emocionales, seguros, estables emocionalmente, resilientes, autosatisfechos, no se preocupan mucho y tienen alta autoestima.

Empatía

Este rasgo es útil para conocer la calidad de la orientación interpersonal. La empatía se presenta a lo largo de un continuo, que va desde la compasión hasta el antagonismo en los pensamientos, los sentimientos y las conductas. Es decir, tiene que ver con hasta qué punto el individuo es capaz o no de ponerse en el lugar de otro y actuar acorde a sus emociones y preocupaciones.

Si un individuo puntúa alto en empatía, será compasivo, afable, confiado, atento, no rencoroso, crédulo o franco. En cambio, una puntuación baja nos muestra una persona cínica, ruda, suspicaz, competitiva, vengativa, despiadada, irritable, indiferente y manipuladora.

Apertura a la experiencia

Este rasgo evalúa hasta qué punto un individuo realiza una búsqueda activa de nuevas experiencias y disfruta con las actividades poco rutinarias. Básicamente, se encarga de medir la tolerancia y la exploración de situaciones no familiares.

Una puntuación elevada en este rasgo nos muestran personas curiosas, abiertas a probar cosas nuevas, con amplios intereses, creativas, originales, imaginativas o no tradicionales. En contraposición, si la puntuación es baja, estaremos ante personas que no les gusta el cambio, no disfrutan de las cosas nuevas, son convencionales, pragmáticas, realistas y con pocos intereses.

Escrupulosidad o minuciosidad

Se encarga de evaluar el grado de organización, persistencia y motivación para la conducta dirigida a metas. Diferencia a las personas entre aquellas que se dedican a que el resultado de su trabajo sea óptimo y perfecto y aquellas que no se preocupan por los resultados de su desempeño.

Si se puntúa alto en escrupulosidad estaremos ante individuos organizados, planificadores, formales, trabajadores, puntuales, ordenados, atentos a los detalles, ambiciosos o perseverantes. Y aquellos que tengan puntuaciones bajas se caracterizarán por ser personas sin objetivos, informales, perezosos, descuidados, indisciplinados, procrastinadores y con poca voluntad.

Mujer trabajando en el ordenador

¿Qué factores influyen en los cinco grandes rasgos?

Las influencias biológicas y las ambientales tienen funciones importantes en la formación de nuestra personalidad. Un estudio en gemelos sugiere que tanto la naturaleza como la crianza juegan un papel en el desarrollo de cada uno de los cinco factores de personalidad. Esa investigación encontró que una amplia influencia genética en las cinco dimensiones: neuroticismo (41%), extraversión (53%,), apertura a la experiencia (61%), empatía (41%) y escrupulosidad (44%).

Según investigaciones de gemelos, alrededor del 40-60 % de la variación en los Cinco Grandes es heredable, con cierta superposición en la heredabilidad entre los propios rasgos de personalidad (Jang et al., 2001). Por ejemplo, se ha encontrado que un componente hereditario general está significativamente asociado con los cinco rasgos de personalidad.

A pesar de su heredabilidad, estos rasgos pueden ir cambiando con el tiempo, como consecuencias de influencias ambientales. En una investigación se evaluaron datos de 132.515 adultos de 20 a 60 años y se observaron las tendencias de los rasgos de personalidad de los “cinco grandes”: escrupulosidad, empatía, neuroticismo, apertura a la experiencia y extroversión.

Los investigadores encontraron que la escrupulosidad y la amabilidad aumenta con la edad. Mientras que el neuroticismo y la apertura disminuyen. En cuanto a la extraversión, esta aumenta ligeramente en los hombres, pero disminuye en las mujeres.

Los autores sostienen que la escrupulosidad crece a medida que las personas maduran y se vuelven mejores en el manejo de sus trabajos y relaciones, y la amabilidad cambia más a los 30 años cuando están criando una familia y necesitan ser cariñosos.

Crítica al modelo de los cinco grandes

A pesar de que el modelo de los cinco grandes es ampliamente utilizado en psicología, hay que ser precavido con él. La personalidad es un constructo difícil de medir e implica una serie de dificultades metodológicas. Por ello, el modelo de los cinco grandes puede pecar de unos cuantos fallos.

El primero de ellos, es que para medir los diferentes rasgos de la personalidad se suele recurrir al autoinforme. Este es un tipo de test en el que el sujeto da las respuestas de manera explícita. Esto desencadena que sea fácil mentir y responder acorde a la deseabilidad social.

Otro posible error es la existencia de sesgos al ser el sujeto el que se juzga a sí mismo. Desde los estudios de psicología social sabemos que existen multitud de sesgos que hacen que nos valoremos de forma más positiva que los demás. En el modelo de los cinco grandes, al medirse mediante un autoinforme, las respuestas suelen tener muy poca objetividad.

Y posiblemente, el mayor fallo que puede tener este modelo es que está basado en el estudio de la personalidad como rasgo. Se trata de un enfoque muy internalista, y se olvida de la posible interacción del individuo con el ambiente. Esto crea un modelo rígido, según el cual la personalidad se mantiene estable en todas las situaciones. Sin embargo, los estudios apuntan a que la personalidad es algo inestable y se crea a través de una fuerte interacción entre el individuo y su contexto.

Para concluir, a pesar de sus errores y críticas, este modelo puede tener cierta conveniencia en contextos estables teniendo en cuenta sus limitaciones. Incluso puede llegar a tener otras utilidades como medir el autoconcepto de una persona. Después de todo, es un modelo muy interesante con unos datos estadísticos que avalan su fiabilidad, siempre que sea empleado con cierto cuidado.


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