Este corto te enseñará la magia de dar desde el corazón
Si nos permitimos dar desde el corazón, con frecuencia, tarde o temprano, recibiremos con abundancia. Esto mismo es lo que descubrimos en Joy Story, este precioso corto animado que nos cuenta la historia entre un perrito que va de pesca con su dueño y se encuentra con una elegante y molesta garza. Lo que ocurre entre ambos es todo un ejemplo de amabilidad, afecto y comprensión.
Sabemos que producciones de este tipo hay muchas. Cada poco tiempo, Pixar nos sorprende con una de esas pequeñas historias que, a modo de regalo y ejercicio de reflexión, siempre van directas al corazón… para conquistarnos. Esta no va ser menos. Llegada desde China hace solo unos meses y dirigida por Kyra Buschor, Constantin Paeplow, Kenneth Kuan, busca abrir nuestra ventana hacia la solidaridad.
Asimismo, los creativos de Passion Pictures deseaban también hacer un pequeño homenaje a este 2018. Dentro de la cultura china, como ya sabemos, este es el año del perro. El protagonista de esta historia, de poco más de 4 minutos, es por tanto un pequeño cachorro de color blanco y enorme nariz lleno de entusiasmo, pero también de recelos.
Esa actitud, inquieta y desconfiada, se verá derrumbada ante la aparición de Heron, una simpática garza que en la cultura oriental simboliza la bondad…
“La mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones”.
-Marie Curie-
Una tarde de pesca con muchas sorpresas
En el corto que veremos a continuación no hay voz. La magia de las miradas, el poder de esos rostros llenos de expresividad, de curiosidad, de inquietud, sorpresa y bondad lo dicen todo. Así, curiosamente, la única figura humana de esta historia permanece siempre de espaldas, ignorando en todo momento aquello que acontece en esa pequeña barca pequeña a la que nosotros sí somos invitados.
La trama se inicia con el pequeño Joy y su dueño dispuestos a iniciar una tranquila tarde de pesca. El escenario es el idóneo, el tiempo más que perfecto, satinando una calma tan serena donde nada parece enturbiar lo que va a ser una buena jornada entre un hombre y su pequeño cachorro. Joy, tiene el corazón alegre, sus ojos brillan y su húmeda nariz está pendiente de todo. Sabe perfectamente que debe ir con mucho cuidado para no entorpecer la pesca de su dueño.
El encuentro con una criatura extraña
De pronto, sucede algo. Vemos entrar en escena a una criatura extraña y algo estrambótica. Es Heron, una simpática garza que se coloca justo en la esquina de la pequeña embarcación con un objetivo muy claro: llevarse los anzuelos, robarles esos jugosos gusanos. El pequeño Joy, no duda en impedir ese acto, como buen perro y fiel aliado de su humano, se abalanza ante la garza para frustrar su propósito… pero no lo consigue. Heron se lleva el gusano.
La escena volverá a repetirse varias veces. La garza, siempre hábil, experta y firme en su propósito, no duda en llevarse esos apetitosos gusanos, dejando así sin apenas anzuelos para el pescador y su perro.
Asimismo, en cada uno de esos divertidos pero frustrados forcejeos, el pequeño Joy siempre acaba perdiendo y siendo reprendido por su dueño, quien en ningún momento es consciente de lo que está sucediendo. Lo único que percibe es el movimiento de la embarcación…
Dar desde el corazón, un acto con el que ganamos todos
Nuestro protagonista es un perro que se limita a hacer lo que le han enseñado: proteger lo que es suyo, defender a su dueño. Sin embargo, el desenlace de la historia nos enseñará algo importante. No es bueno dar ideas o motivaciones por sentadas. No es adecuado caer en atribuciones rápidas, quedarnos solo con las apariencias…
Es cierto que esa estrambótica ave era un tanto extraña, que su imagen no inspiraba confianza. Tampoco sus actos parecían ser los correctos, pero… ¿por qué les robaba los anzuelos? Todos hacemos atribuciones a la ligera, todos nos dejamos llevar por nuestros primeros impulsos como lo hace el pequeño Joy en esta historia.
Sin embargo, si miramos a nuestro alrededor descubriremos que hay más mundos ajenos a nuestra pequeña barca. Nos daremos cuenta de que detrás de las apariencias y conductas peculiares, hay seres mágicos con sus propias necesidades. Criaturas que viven más allá de esas fronteras mentales que nosotros delimitamos con nuestros sesgos, estereotipos y etiquetas.
La garza Heron no robaba por placer ni los gusanos eran para ella. El pequeño Joy lo entiende en seguida y no duda en abrirle su corazón y ofrecerle todos los gusanos que hay en la embarcación. Lo que ocurre tras ese acto maravilloso (y solidario) nos demuestra los poderosos efectos que puede tener el atrevernos a dar desde el corazón.
Aprendamos de este corto tan especial. Aprendamos de este perro y esta garza y no nos quedemos como ese pescador que no se percata de nada, que deja a su espalda las cosas más especiales, mágicas y trascendentes de la vida.