La estupidez tiene la mala costumbre de pasar sin llamar

La estupidez tiene la mala costumbre de pasar sin llamar
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 08 septiembre, 2019

La estupidez siempre se sitúa en primera fila para ser vista y admirada. Mientras que la inteligencia más sensata calla y observa desde un discreto rincón. Porque la ignorancia con mala fe, es como esa extraña enfermedad que nunca le afecta a quien la sufre, sino a quienes están a su alrededor para sufrir las consecuencias.

La Real Academia define esta dimensión tan manida en nuestro lenguaje popular como “torpeza notable”. Ahora bien, dentro del ámbito psicológico, la estupidez humana dispone en realidad de distintos grados de “idiotez” . No obstante, eso sí, existe uno en concreto al que se le añade el ingrediente de la intencionalidad más perniciosa.

Admitámoslo, ¿quién no ha cometido una estupidez en algún momento de su vida? Son esas acciones donde pesa más el impulso que la reflexión, las ganas antes que la prudencia… Son instantes vitales de los que aprender, y que en ocasiones, suelen recordarse como quien evoca una travesura de juventud. Algo que queda atrás, disuelto por la mirada de la madurez y la perspectiva del equilibrio personal.

“Nunca discutas con un estúpido: te hará descender a su nivel y ahí te vencerá con su experiencia”

-Mark Twain-

Sin embargo, hay otro aspecto que todos sabemos bien. A veces, llegamos a subestimar la cantidad de estupidez que nos envuelve. Hay personas que se esfuerzan en aparentar lucidez y perfección, pero lo que destilan es una absoluta ingenuidad con muy malas artes. A su vez, no hay nada peor para todo cerebro despierto e iluminado que todas esas modas estúpidas enfocadas en controlarnos. En homogeneizar nuestros intereses y comportamientos.

Pasarela de moda

Todos, de algún modo, todos somos víctimas de distintos tipos de estupidez humana e incluso institucional. Esa que siempre aparece sin llamar, porque siempre está ahí, presente y constante. Veámoslo con detalle.

La estupidez humana y la inteligencia

A menudo, cometemos el error de pensar que el comportamiento “estúpido” se asocia a una baja inteligencia. No es así. El coeficiente intelectual no tiene nada que ver con este tipo de acciones, reacciones, verbalizaciones o simples detalles cotidianos que vemos tan a menudo.

La Universidad Eötvös Lornand (Hungría) y la Universidad de Baylor (Texas) realizó en el 2015 un interesante trabajo al respecto de esta dimensión titulado “What is stupid? People’s conception of unintelligent behavior”. Los resultados nos mostraron por primera vez aspectos que hasta el momento ningún otro estudio psicológico nos había revelado al respecto de la estupidez humana.

 

Los tres tipos de estupidez humana

En primer lugar, hemos de saber que el tipo de estupidez más común es la asociada a la simple distracción. Es algo que a todos nos ocurre muy a menudo. Cometemos errores, descuidos y hasta podemos hacer daño a segundas personas por ello. No obstante, cuidado, porque no se deben a un acto involuntario. Sino más bien a una falta de esfuerzos, de inversión o implicación personal.

Por su parte, el segundo nivel con el que se asocia habitualmente a la estupidez -reflejado en este trabajo- es el de la “falta de control”. Es muy característico en personas con comportamientos obsesivos-compulsivos y con escaso autocontrol. Pueden existir diversos grados. Aunque por lo general, en este caso estamos ante un perfil marcado por una alta ansiedad. El impacto en su entorno suele ser en ocasiones muy negativo.

Por último, el tercer grado es aquel donde sí hay una clara intencionalidad. Es una estupidez declarada donde alguien opta por asumir riesgos o iniciar acciones donde sabe perfectamente que las consecuencias pueden no ser las adecuadas. Una conducción temeraria, una broma pesada, una palabra malintencionada…

Hombre con cuchillo en tostadora

Un perfil comportamental muy dañino que siempre está presente en nuestra sociedad.

Conspiradores de la felicidad humana

Frente a ese comportamiento estúpido que siempre pasa sin llamar  y sin que se le espere, está la mentalidad sensata. Quizá por ello, sabiendo ya que este perfil no se asocia precisamente a una baja inteligencia, deberíamos hablar más bien de una categoría moral y no una dimensión intelectual.

El estúpido nace y también se hace. Porque la estupidez impera en nuestros contextos más cercanos: se vende, se inhala y se contagia.No tenemos más que verlo en muchos programas de televisión, en campañas de moda, en personas que alcanzan la fama sin tener virtud alguna…

Fernando Savater nos explica que los estúpidos son en realidad conspiradores de la felicidad humana. Si eligen desplegar sus malas artes no es por otra cosa más que por aburrimiento. Porque quien se aburre acusa a los demás de cobardes, de egoístas, de malos patriotas, y ante todo, disfruta metiendo a otros en líos y trifulcas. La estupidez , como vemos, es mucho más que esa mala costumbre que aparece sin llamar…

 

Las leyes de la estupidez humana

Asimismo, Carlo Cipolla, un célebre historiador italiano también ahondó en el aspecto de la estupidez humana de modo formidable. Para él, todos los males de la sociedad estaban gestados por estos conspiradores de la felicidad, es decir, los estúpidos. De hecho, en su libro “Allegro ma non troppo” hizo un estupendo desglose de las características de este tipo de personas.

Vale la pena tenerlo en cuenta, aunque sea a modo de curiosidad.

  • La primera ley que nos dejó Carlo Cipolla es que las personas subestimamos la gran cantidad de estúpidos que nos rodean.
  • No hay que confundir a los estúpidos con los tontos o con las personas de pocas luces intelectuales: los más peligrosos son los primeros.
  • Un estúpido es aquella persona cuyos actos tienen impacto en la vida de los demás, nunca en la suya propia.
  • Una de las características de la estupidez es su pasión por entrometerse en mundos ajenos que no son de su competencia.
  • La estupidez está presente en todos los estamentos humanos, pero entre los que se hacen llamar “intelectuales o poderosos” alcanza una gravedad especial.
Muñeco sentado sobre una bombilla

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