Familias narcisistas: el vacío de una afectividad sana
Hay personas capaces de cogernos de la mano mientras nos arrebatan el alma y la sangre, diciéndonos que es por nuestro bien y que tienen derecho. El problema no sería tan complejo si fueran, por ejemplo, simples compañeros de trabajo. La auténtica gravedad está en que sea nuestra familia quien ejerce esta manipulación, en crecer en el seno de familias narcisistas.
Todos sabemos identificar a una madre tóxica, o incluso a ese padre ausente que aún estando cada día con nosotros, carece de emociones o cercanía para criar unos hijos. Ahora bien, lo curioso de las familias narcisistas es que uno suele llegar a la adolescencia o la madurez dándose cuenta entonces de cómo actúan dichos progenitores.
Las familias narcisistas son aquellas que te dicen cada día que has llegado a ser quien eres gracias a ellos. Disfrutan llamándonos la atención y son capaces de manipularnos para conseguir sus propósitos, aunque hagan daño. Pero siempre nos culparán a nosotros de hacerles sufrir a ellos.
Hablamos por lo general de “familias narcisistas”, aunque si bien es cierto que esta característica pueda tenerla bien el padre o bien la madre, también puede ocurrir que lo ejerzan ambos progenitores por igual.
En este caso, lo que casi siempre suele ocurrir es algo tan dramático como triste: los padres narcisistas ven las necesidades de sus hijos como algo secundario. Son incapaces de ofrecer los dos pilares básicos en la educación de un niño: seguridad y confianza. Estas carencias emocionales causan serias consecuencias en la edad adulta. Veámoslo con detalle.
Los hijos de familias narcisistas
La familia narcisista ejecuta en el día a día un sistema casi innatural donde se busca satisfacer en exclusiva las necesidades de los padres, dejando a los hijos en un segundo plano.
Los padres narcisistas muestran un espejo a sus hijos donde se hallan sus propias carencias. Esperan que estos reaccionen y las atiendan, pero al no conseguirlo ni entenderlo, los niños se sienten perdidos, desarraigados e incompletos.
Este tipo de comportamientos y crianzas resultan muy problemáticas. Basta con poner un sencillo ejemplo, el de un niño que ha obtenido malos resultados en el colegio. Si los padres son maduros y responsables se preocuparán en saber qué ha ocurrido y buscarán estrategias de mejora: ¿Tiene el niño algún problema? ¿Sufre estrés? ¿Necesita unas clases de refuerzo?
Para los padres narcisistas no hay ningún problema implícito que abordar. El propio niño “es un problema”, alguien que se empeña casi sin darse cuenta en hacerles la vida más complicada. Es decir, se dejan a un lado las necesidades personales de los hijos para focalizarse en uno mismo.
¿Qué consecuencias tiene este tipo de crianza en el niño?
- Los niños llegan a concebir que sus necesidades no son importantes, que sus emociones no tienen valor porque no se ven atendidas ni reconocidas.
- Generan graves carencias, graves vacíos que o bien pueden trasformarse en rabia, o en un retraimiento muy acusado con el fin de “protegerse del mundo”
- Una persona que no recibe un vínculo saludable en cuanto a seguridad, reconocimiento y cariño, no encuentra su lugar, no se concibe a sí mismo como capaz o importante. Las carencias son muy graves.
- Es común que los hijos de familias narcisistas no lleguen a aprender cómo validar sus propios sentimientos, y cómo satisfacer sus propias necesidades.
Cómo tratar a las familias narcisistas
Si es tu caso, si has tenido que vivir una infancia con un padre narcisista y una madre que lo reforzaba, o a la inversa, sabrás cuánto tiempo te ha costado tratar esas heridas internas. Es muy difícil sanar esas carencias, que hay que remendar como los descosidos de un muñeco roto.
Cuando descubrimos la verdad sobre nuestra familia narcisista, debemos promover el retorno hacia ese mundo afectivo para sanarnos a nosotros mismos.
Es necesario llegar a la edad adulta superando ese duelo para protegernos, para darnos la oportunidad de aprender a confiar y querernos con integridad. Sabemos que no es fácil, y que dicha sanación requiere un profundo viaje interior para corregir la idea de que algo en nosotros está mal, o que no tenemos el derecho a ser amados.
Necesitaremos tiempo, confianza y sobre todo, saber tratar a esa familia narcisista. Si es tu caso, estos consejos pueden ayudarte:
Mantén una adecuada distancia emocional
Debemos recordar que las familias narcisistas buscan ante todo controlar y estar por encima de nosotros. Por ello, no van a dudar en humillar y menospreciar de una forma sutil o directa. No lo permitas, “desconecta” su impacto emocional en ti. Quítales poder.
La psicoterapeuta Linda Martínez-Lewi, especialista en personalidad narcisista, aconseja que mantener distancia es sano para el individuo. Si tus padres, o uno de ellos, es muy narcisista, recomienda limitar la comunicación por teléfono o por correo.
Mantén una relación menos íntima y más superficial
Tenemos claro que la única solución no va a ser siempre “romper” con ellos y dejar de verlos. Es complicado, y de alguna manera, a veces, estamos obligados a seguir manteniendo contacto.
Ahora bien, si les quitamos poder, necesitamos también protegernos y establecer una relación más superficial. No dependas de ellos en especial a nivel emocional, si te sientes mal no acudas jamás a ese padre o esa madre narcisista, porque entonces “tendrá poder” sobre ti y te hundirá aún más.
Acepta que no vas a poder cambiarlos, eres tú quien debe salir de su círculo
No podemos cambiar a quien nos hace daño. Ahora bien, en lugar de cargarlos sobre tu espalda, sal de su círculo de poder y no pierdas energías y esfuerzos en vano. Hay quien no se deja salvar, y en este caso, quien merece ser salvado y sanado eres tú.
Los padres y madres narcisistas tienen la capacidad de moldear nuestras vidas haciéndonos creer que pueden y que es lo mejor para nosotros. Somos esos espejos donde proyectan sus carencias y necesidades. No lo permitas, hay familias que no saben amar a sus hijos, date al menos el privilegio de amarte a ti mismo y poner distancia.
La terapeuta Karyl McBride afirma que es mejor no entrar en conflicto con los padres narcisistas. No sirve de nada reprocharles ni comentarles lo que han podido hacer mal con respecto a la forma de crianza. Afirma que “los padres narcisistas no asumen su culpa y no se les suele dar muy bien la empatía, de modo que un enfrentamiento directo es el preludio de más sufrimiento, decepción y ansiedad”.
Reflexión final
Tener descendencia es una responsabilidad. Antes de tener un pequeño en la familia sería importante reflexionar sobre qué papel jugaremos y si realmente estamos preparados. Nuestra conducta, nuestros comentarios moldearán su forma de ser en el futuro. Poco a poco irá teniendo su autonomía, pero sin duda podremos dejarle huella.
Muchas parejas tienen hijos porque es “lo que toca”. Llegan a una cierta edad y la sociedad “impone” que es momento de tener hijos. Sin embargo, no son bienvenidos. La vida no es una lista de la compra. La vida realmente no consiste en estudiar, trabajar, casarse, tener hijos, seguir trabajando… Eso es un modelo social. Cada uno puede optar por llevar la vida que quiera. Por lo que si realmente la descendencia no es deseada, estaría bien pensárselo dos veces antes de tenerla.
Imágenes cortesía de Benjamin Lacombe