La farmacología: ¿una aliada contra el trauma?
Las personas han recurrido con frecuencia a diversas drogas para mitigar el impacto del trauma. Hablamos del whiskey o del vodka, pero también de los ansiolíticos y los antidepresivos. En este sentido, la farmacología del trauma es extensa y podríamos considerar que es poco novedosa, puesto que desde tiempos inmemoriales los supervivientes del trauma han ingerido sustancias para mitigar su dolor.
Sin embargo, los nuevos avances en el conocimiento farmacológico han propiciado nuevas intervenciones farmacológicas para personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT). Expertos sobre esta cuestión, como Bessel van der Kolk (2020), señalan que los fármacos pueden ayudar, pero son incapaces de «curar» el horror del trauma.
«Sé paciente con todo lo que está por resolver en tu corazón e intenta amar tus propias preguntas».
-Rainer María Rilke-
¿Qué es el trastorno de estrés postraumático?
Vamos a explicar en qué consiste esta entidad clínica a través de casos clínicos. Para la American Psychiatric Association, implica que la persona se ha visto expuesta a una situación en la que su vida ha corrido un extraordinario peligro:
- De forma directa. Por ejemplo, Lucas, de 34 años, y excombatiente en Siria relata que «vi como un misil alcanzaba el helicóptero en el que iba a con mi pelotón. Todos murieron, menos yo».
- Como testigo. Por ejemplo, Matilda, de 19 años, verbaliza que «vi cómo asesinaban a mi madre el 8 de noviembre. Recuerdo el momento como si se hubiera producido esta misma mañana».
- O como consecuencia de la exposición reiterada. Por ejemplo, Lucía, de 24 años, menciona que «he visto tantas veces cómo mi padre pegaba a mi madre que siento terror cuando se acerca cualquier hombre».
Como consecuencia de estos lamentables hechos, las víctimas vuelven a experimentar estos acontecimientos «en bucle». Los pensamientos en torno al evento irrumpen en sus mentes, inundándolo todo. Sienten de manera intensa la angustia, el horror y el terror del suceso «como si se estuviera produciendo por primera vez».
En consecuencia, las víctimas se convierten en «expertas rastreadoras de información». Cualquier estímulo puede ser una señal que dispare la alarma de que sus vidas están en juego. Se sienten en peligro de manera constante. Aunque intentan evitar estas sensaciones, las emociones de terror se reproducen y ejercen un efecto paralizante sobre la persona.
«No es que se vea diferente, sino que uno ve de forma diferente. Es como si el acto espacial de ver estuviera modificado por una nueva dimensión».
-Carl Jung-
Farmacología del trauma
La intervención psicofarmacológica de esta entidad clínica se apoya en los conocimientos sobre la neurobiología del TEPT. Así, se sabe que el cerebro bajo el trauma reacciona produciendo una gran cantidad de glucocorticoides. Estos son los responsables de «incendiar el cerebro». Así como el fuego consume los árboles de un bosque, los glucocorticoides lo hacen con las neuronas del hipocampo (e impiden el reprocesamiento de los recuerdos traumáticos).
¿Cómo puede ayudarte la medicina si tienes TEPT?
La terapia farmacológica debe ofrecerse en combinación con la psicológica, en especial cuando así lo requiera el paciente. Todavía carecemos de fármacos que «curen el TEPT», pero sí pueden ayudar a mitigar sus síntomas. De acuerdo con el experto en trauma, Bessel van der Kolk (2022) «los fármacos solo pueden reducir las expresiones de una fisiología alterada».
También están indicados cuando los pacientes presentan sintomatología que les incapacita de manera extrema en su funcionamiento cotidiano. Hablamos de la hiperactivación desaforada (ansiedad, taquicardia, ataques de pánico) o de síntomas psicóticos. De hecho, se ha visto que el trauma que se sufre cuando se es niño incrementa la posibilidad de padecer psicosis en la adultez (Belloch, 2021). Con frecuencia son utilizados los siguientes fármacos
Antidepresivos
Los ISRS tienen el potencial de mejorar gran parte de los síntomas del TEPT y se consideran eficaces para otras entidades clínicas que pudieran aparecer al mismo tiempo que el TEPT (como por ejemplo, la depresión). Se sabe que producen mejorías «útiles» en síntomas como la ira y la impulsividad.
Por otro lado, los tricíclicos tienen un impacto menor en los síntomas del trauma. Sin embargo, se ha visto que aminoran los síntomas de reexperimentación, así como en la evitación. En contraparte, los IMAO son mejores (para los mismos síntomas) que los tricíclicos, pero sus efectos secundarios son mayores.
«Los ISRS pueden hacer que los sentimientos sean menos intensos y más manejables».
-Bessel van der Kolk-
Betabloqueantes
Los betabloqueantes favorecen aprendizajes novedosos durante las sesiones de terapia. Por otro lado, también actúan sobre la «ansiedad física», reduciendo la frecuencia con la que el corazón late en estos pacientes. Hablamos, por ejemplo, del sumial o propanolol.
Su mecanismo de acción es la reducción de la adrenalina. Esta hormona es considerada «la gasolina de la activación». Si el fármaco bloquea su producción, la activación será menor y el paciente sentirá menos ansiedad.
Benzodiacepinas
El mecanismo de acción de una benzodiacepina (como el alprazolam ) es muy similar al del alcohol. Ambos bloquean el receptor GABA-A. Sin embargo, son más seguras que el consumo de alcohol.
Las benzodiacepinas son utilizadas ante momentos críticos de estrés, pero distan de ejercer un impacto real en los verdaderos síntomas del TEPT. Por ello, y debido a que generan adicción, se utilizan de manera muy puntual.
Estabilizadores del estado de ánimo
Ya hemos mencionado en este medio en qué consisten los estabilizadores del ánimo. En el contexto del TEPT, se ha visto que aminoran los síntomas de impulsividad e irritabilidad. Fármacos, como el litio o el ácido valproico pueden ser útiles para reducir el pánico que sienten estos pacientes (Van der Kolk, 2020).
Como hemos visto, la medicina tiene el potencial de ayudar a las personas que ha sufrido un trauma. Sin embargo, la psicoterapia es esencial si lo que queremos es que los cambios conseguidos en la intervención permanezcan en el tiempo.
«El 86 % de los estudios que incorporan intervenciones farmacológicas adicionales a los tratamientos psicológicos no mejoran en exceso los síntomas de las personas con TEPT».
-Eduardo Fonseca Pedrero-
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