Fobia a los ascensores
Tener miedo es una respuesta natural que nos ha ayudado a salvarnos de ciertos peligros. Por ello, es común tener miedo a situaciones que son nuevas y no controlamos. Sin embargo, también podemos experimentar miedo por elementos cotidianos; un miedo que pudo adquirirse por aprendizaje vicario o a raíz de una experiencia traumática. Si no, el miedo se vuelve irracional convirtiéndose en una fobia. Un ejemplo de ello es la fobia a los ascensores.
Estos mecanismos que nos encontramos a menudo son una fuente de ansiedad para muchas personas. Se trata de espacios pequeños y cerrados, aislados del exterior, por lo que pueden sacar al lado más claustrofóbico de todos nosotros. No obstante, hay personas que sienten verdadero pavor por ellos. Así, ven afectada su vida diaria ya que les resulta imposible entrar en uno de ellos, incluso pensar en lo que podría pasar.
Los síntomas de la fobia
Los síntomas comunes a cualquier fobia son sudores, temblor, dolor de cabeza, náuseas, mareos, taquicardia, hiperventilación o, incluso, vómitos. Para que se considere que la persona tiene una fobia es necesario que esos síntomas, además del miedo exagerado, se hayan experimentado durante al menos seis meses.
Una particularidad de la fobia a los ascensores es que, aunque se trata como una fobia general, está compuesta por dos tipos: claustrofobia y acrofobia. La primera consiste en el miedo irracional a los espacios cerrados y de dimensiones limitadas. Por otra parte, la acrofobia es el miedo extremo a las alturas.
Así, los ascensores reúnen todas las características para cumplir con estas fobias, aunque hay personas que tienen un mayor miedo a uno de los dos aspectos. Esto lleva a que quien sufre fobia a los ascensores experimente todos los síntomas de ansiedad al subirse a uno de ellos, o al pensar que tiene que llegar a la planta más alta del edificio.
¿Qué la causa?
Generalmente esta fobia se desarrolla a partir de experiencias traumáticas relacionadas con los ascensores. Así, una persona tendría más probabilidad de desarrollar la fobia a los ascensores si en alguna ocasión estuvo atrapado durante mucho tiempo en uno de ellos. También puede ser que esta experiencia negativa la haya vivido otra persona, pero el miedo desarrollado sea muy fuerte.
Al igual que en otras fobias, puede que el miedo sea heredado. Esto quiere decir que una persona puede sufrir fobia a los ascensores porque alguien muy cercano desde la infancia la tuviera y le hiciera consciente constantemente de los peligros. O bien, puede ser que el miedo aparezca sin tener un motivo claro.
Otra posibilidad es que la persona padeciera algún trastorno de ansiedad previo independiente de los ascensores y accediera a uno en un momento crítico. La ansiedad funciona por asociación. Por lo tanto, el haber experimentado síntomas intensos de ansiedad en un ascensor puede llevar a que la persona tenga miedo a entrar en uno y volver a pasar por lo mismo.
¿Cómo se puede curar?
Si el miedo no es aún muy intenso, puede ser suficiente con realizar algunos ejercicios de respiración y relajación antes de entrar a un ascensor. A su vez, es importante intentar no evitar escapar de la situación. Mucho menos con conductas bruscas o compulsivas que pudieran hacer la experiencia más traumática aún.
Puede ser muy útil ir acompañado de alguien de confianza, para que proporcione mayor seguridad. Además, esta persona podría intervenir si la persona se encuentra mal o necesita ayuda de algún tipo. Igualmente, ir acompañado y tener una conversación mientras tanto puede ser un distractor muy sencillo que ayudará a no concentrarse en el miedo.
No obstante, si con estas pautas no es suficiente, lo mejor es acudir a un profesional de la psicología para realizar un tratamiento psicológico adecuado. Estos tratamientos son bastante sencillos y se componen principalmente de tres estrategias: la reestructuración cognitiva, relajación y desensibilización sistemática.
La primera tratará de modificar aquellas creencias o pensamientos negativos que interfieren en la relación normal entre la persona y los ascensores. Por ejemplo, obtener información real de cuántos accidentes graves se producen en ascensores o las probabilidades de quedar atrapados.
Los ejercicios de relajación irán enfocados a disminuir los síntomas de ansiedad antes y durante la exposición a los ascensores. A su vez, la desensibilización sistemática consiste en ir exponiendo a la persona paulatinamente al objeto que le da miedo.