¿Por qué tengo ansiedad?

Hay quien lleva toda su vida sufriendo ansiedad. Hay épocas más duras que otras, pero aún así el desgaste es inmenso y las secuelas se van notando cada vez más. ¿Por qué ocurre? ¿Por qué sufrimos estos estados psicológicos tan desagradables?
¿Por qué tengo ansiedad?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 03 enero, 2023

¿Por qué tengo ansiedad? ¿Por qué razón siento esta presión en el pecho que no me deja respirar y estos pensamientos cargados de miedo e inquietud? La ansiedad excesiva, aquella que interfiere en la calidad de vida sigue siendo un enigma para muchas personas. A veces, aparece sin ningún desencadenante concreto y todo lo enturbia, todo lo deforma y acelera con su sombra alargada.

Decía Benjamin Franklin que para disuadir esa sensación tan desgastante, nada mejor que no anticipar problemas ni pensar en esas tormentas que en realidad, nunca van a desencadenarse. Sin embargo, admitámoslo, cuando uno experimenta ansiedad los consejos no valen, como no vale la meditación, ni unos días de vacaciones o pintar mandalas. Todo ello son parches, estrategias de alivio momentáneas que, en realidad, no resuelven nada a largo plazo.

Porque la ansiedad que escapa a nuestro control es como un monstruo invisible que provoca dolor en el estómago, que acelera el corazón y que nos deja atrapados en una espiral que no deja de crecer. Esa entidad que se incrusta en la mente no desaparece así como así. Y no, no son nervios.

La ansiedad se está convirtiendo en una compañera pegajosa de la que aún no hablamos lo suficiente y a la que tristemente, descuidamos en exceso. Lo analizamos.

Chica preguntándose ¿Por qué tengo ansiedad?

¿Por qué tengo ansiedad?

Cuando nos preguntamos por qué tengo ansiedad se debe básicamente a que hemos llegado a un punto en que nos sentimos superados. Sabemos que algo no va bien. Este sistema de alerta del organismo, necesario para poder reaccionar ante las presiones, riesgos y desafíos de nuestro entorno, en ocasiones, se descontrola y sobredimensiona los peligros.

Lo más complicado de todo esto es que la ansiedad está dejando de ser para muchas personas esa sensación normal y hasta necesaria que a uno le atenaza cuando va a hacer un examen, cuando tiene una entrevista de trabajo o una cita médica. Es decir, ya no es esa reacción puntual de la que uno conoce el desencadenante; ahora esa sensación de angustia e incertidumbre es constante. Ha dejado de ser adaptativa para volverse en muchos casos, patológica.

Tanto es así que encuestas sobre salud mental como la llevada a cabo en España en el 2017 ya nos avisaba de que más del 9 % de la población sufre ansiedad crónica. Las personas caen en esta condición y no tienen herramientas para manejarlas. Es más, a menudo, ni tan solo dan el paso para pedir ayuda especializada. Silencian su angustia como bien saben y dejan pasar el tiempo como pueden hasta que aparece, por ejemplo, el primer ataque de pánico.

Ahora bien, pero… ¿por qué ocurre esto? ¿por qué tengo ansiedad? ¿por qué la sufre mucha de la gente que conozco? Analicemos las causas.

Factores predisposicionales

Hay variables que nos predisponen a sufrir un poco más de ansiedad que el resto. Uno de esos detonantes se explica por factores genéticos y familiares. El que alguno de nuestros padres tuviera mayor tendencia a experimentar esta condición, elevará el riesgo de que también nosotros la suframos. No lo determina pero sí eleva esa posibilidad.

Asimismo, también hay quien presenta un sistema de alerta más sensible,  quien vive siempre en estado de pre-alerta pensando que algo malo o peligroso puede suceder. Es más, según nos revela un estudio se ha  podido comprobar que existe una anomalía en determinadas proteínas encargadas de regular la producción de serotonina.

Su mal funcionamiento genera una hiperactivación de la amígdala y con ello, la sensación de miedo y alarma constante, la angustia, la inquietud que no se disuade y que alimenta la preocupación.

Nuestra personalidad

Hay ciertos rasgos de personalidad que pueden aumentar el riesgo de que suframos ansiedad. El perfeccionismo, la baja autoestima, la inseguridad, la timidez, el ser más o menos obsesivos con determinados aspectos elevan sin duda esta predisposición.

¿Por qué tengo ansiedad? Atiende los eventos estresantes, tanto presentes como pasados

Si te preguntas “¿por qué tengo ansiedad?” recuerda que esta llega muchas veces como efecto del estrés acumulado en el tiempo y no afrontado. Situaciones como estar mucho tiempo desempleados o más aún trabajando en unas condiciones laborales negativas deja como evidente secuela, la ansiedad.

Los problemas familiares o de relación de pareja, la crianza de los hijos o la inestabilidad económica son situaciones de gran desgaste psicológico.

No obstante, también hay que mirar más allá de las situaciones presentes. El pasado también esconde detonantes que pueden haber modelado a la persona que somos ahora. Alguien herido quizá por una infancia de maltratos, de episodios de abuso, de tener que vivir algo estresante como la pérdida de un familiar o haber sufrido algún evento adverso también moldean la presencia de la ansiedad patológica.

Hombre pensando

Enfermedades crónicas

Si te preguntas por qué tengo ansiedad es muy posible que esta haya aparecido a raíz de una enfermedad crónica. Dolencias como la diabetes, la fibromialgia, el cáncer, las enfermedades cardíacas, etc, elevan ese riesgo. Son situaciones en las que el estilo de vida cambia, nos sentimos limitados, atenazados por esas alteraciones de las que tristemente, somos cautivos.

Experimentar ansiedad o sufrir depresiones son consecuencias totalmente comprensibles. Por otro lado, tampoco podemos dejar de lado el aspecto de las adicciones. El consumo de alcohol y drogas aumenta esta predisposición.

Para concluir, la insoportable sensación de vivir con ansiedad suele tener unos desencadenantes detrás que lo explican. No obstante, más allá de las causas hay algo más relevante: las estrategias para controlarla. No podemos vivir sin esta sensación, la ansiedad no puede desaparecer porque forma parte de nosotros.

No obstante, con terapia y ayuda profesional la podemos mantener en ese nivel óptimo en el cual, ser nosotros mismos, respirar, proyectar, sentir de nuevo la motivación sin que ese ovillo en la mente nos vuelva a hacer cautivos.


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