La fobia de impulsión: el miedo a perder el control y hacer daño
La base de la fobia de impulsión se basa en el miedo a cometer un acto auto o heteroagresivo. Esta idea súbita va acompañada de ansiedad y malestar intensos. Puede darse de forma aislada o formar parte de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o de un trastorno ansioso depresivo.
En la fobia de impulsión, la particularidad del miedo es que la percepción del peligro viene de uno mismo. Cuando esto sucede, los pensamientos se intensifican, se vuelven recurrentes y aumentan los niveles de ansiedad. Esta fobia resulta paralizante y puede llegar a ser problemática en los casos de depresión posparto.
Los pensamientos violentos pueden implicar tanto imágenes mentales como impulsos para actuar. Estos pueden incluir aquellos en los que las personas se ven golpeando, apuñalando, estrangulando, mutilando o lastimando a sus hijos, familiares, mascotas de extraños o incluso a sí mismos.
La fobia de impulsión: uno de los TOC más invalidantes
Hay docenas de categorías de diferentes obsesiones y compulsiones que conforman el trastorno conocido como TOC. Aunque cubren una amplia gama de temas diferentes, todas comparten muchas características. Estas incluirían pensamientos intrusivos desagradables, dudas incesantes, temores de culpa por miedo a “perder la cabeza” y una ansiedad aplastante.
Los pacientes con fobia de impulsión suelen imaginarse a sí mismos usando objetos afilados o puntiagudos, como cuchillos, tenedores, tijeras o picahielos. También se imaginan en conductas temerarias usando herramientas eléctricas o automóviles.
Los impulsos que experimentan pueden implicar arrojarse a sí mismos o a otros en los caminos de los trenes o automóviles, por las ventanas u otros lugares altos. Algunos reportan pensamientos de golpear a los peatones, embestir sus coches contra los estribos de los puentes en la carretera o conducir en el camino del tráfico contrario. Otros temen romperse o volverse locos en público y dañar a las personas.
Reducción del contacto social
En consecuencia, los pacientes temen estar solos con cualquier persona más pequeña y débil que sienten que podrían dominar fácilmente, como niños y ancianos. A menudo evitan ir a lugares como andenes de trenes, esquinas de calles llenas de peatones o estar en lugares públicos llenos de gente.
Una duda persistente que les lleva a preguntarse: ¿qué tipo de persona soy yo que tengo tales pensamientos? ¿Por qué pensaría estas cosas si realmente no quisiera hacerlas? Llegan a plantearse si son psicópatas o pervertidos.
En años pasados, a los pacientes con TOC que acudían a tratamiento mediante psicoanálisis se les informaba erróneamente de que sus pensamientos en realidad representaban una ira reprimida y que inconscientemente deseaban hacer las cosas que los obsesionaban. Esto solo empeoró los síntomas de estas personas.
La fobia de impulsión en la reciente maternidad
Las madres pueden experimentar pensamientos repetidos de actuar violentamente con sus bebés o niños pequeños. Los pensamientos sexuales en esta categoría generalmente implican violar o abusar sexualmente de niños u otros adultos. También pueden ocurrir temores de actuar con otros comportamientos sexualmente inapropiados.
“Todo el mundo tiene pensamientos no deseados que van en contra de lo que es como persona” dice Jonathan Abramowitz, profesor y presidente asociado del departamento de psicología y neurociencia de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Abramowitz es uno de los principales expertos del mundo en pensamientos intrusivos y ha descubierto que las personas tienden a tener estos pensamientos sobre cosas que son importantes para ellos. Evidentemente, en el caso de las mujeres que acaban de ser madres, estos pensamientos se centran en sus bebés.
La fobia de impulsión en madres, algo poco común
De hecho, la investigación de Abramowitz ha evidenciado que hasta el 91 % de las nuevas mamás y el 88 % de los nuevos papás experimentan pensamientos de daño para sus bebés. Muchas mujeres tienen miedo de compartir estas preocupaciones debido a las historias raras, pero muy trágicas que escuchamos en los medios de comunicación sobre madres que lastiman a sus bebés o a sí mismas.
Existe una emergencia psiquiátrica posparto rara, la psicosis posparto. En ella las mujeres pueden correr el riesgo de hacerse daño a sí mismas o a sus bebés. Sin embargo, hay un factor diferenciador entre los pensamientos intrusivos cotidianos que experimentan la mayoría de las nuevas mamás y la psicosis posparto (que afecta a menos de una de cada mil nuevas mamás). Esa diferencia está en sentirse perturbado por los pensamientos.
La fobia de impulsión estaría cerca de lo que se considera perturbador para la madre, pero seguro para sus hijos. No obstante, su alrededor debe estar alerta y ella tiene que sentir que puede pedir ayuda si estos pensamientos llegan a colapsarla. Poder hablar de la fobia de impulsión con alguien y compartir los miedos acerca de poder hacer daño a su bebé.
No importa el contenido de los pensamientos, sino la perturbación que causan
Hay un continuo de posibles pensamientos desde “¿mi bebé está recibiendo suficiente comida?” hasta “¿qué pasa si tomo este cuchillo y le hago algo violento a mi bebé?”. No importa dónde caen los pensamientos en ese continuo; los más aterradores no son peores. Lo que importa es cómo te hacen sentir estos pensamientos.
Para las mujeres que experimentan psicosis posparto, si tienen pensamientos sobre hacerse daño a sí mismas o a sus hijos, estos suelen tener sentido para ellas. Por ejemplo, una madre puede creer que ha dañado a su hijo de una manera irreparable y acabar con la vida del niño puede parecer, en su estado psicótico, la única forma de salvarlo de este daño percibido (cualquier madre que experimente este tipo de delirios necesita atención médica inmediata. La psicosis posparto es grave, pero también muy tratable).
Sin embargo, la gran mayoría de las mujeres experimentan pensamientos intrusivos como extraños, anormales, incluso perturbadores, pero no tienen sentido para ellas. Más bien, los pensamientos se sienten fuera de lugar, impactantes y, a veces, muy molestos, pero hay cosas que pueden hacer para lidiar con ellos. También es importante saber si su respuesta a ellos es una señal de que se está experimentando un trastorno de ansiedad.
Es importante que los pacientes entiendan que los pensamientos no tienen naturaleza de realidad, sino que la ansiedad es causada por las opiniones que ellos tienen sobre los pensamientos. Necesitan superar la idea de que “si lo pienso, debe ser real”.
Cabe señalar que las personas que sufren de estos pensamientos no tienen antecedentes de violencia ni actúan nunca de acuerdo con sus ideas o impulsos. Aunque el TOC puede proyectar pensamientos extremos y extraños en la mente de las personas, no son estos o la ansiedad tanto como las soluciones de las personas para tener bajo control los pensamientos lo que representa el verdadero corazón del problema.
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- Lozano-Vargas, A. (2017). Aspectos clínicos del trastorno obsesivocompulsivo y trastornos relacionados. Revista de neuro-psiquiatría, 80(1), 35-35.
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