Fobias en los niños

Fobias en los niños
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 06 agosto, 2023

Tener miedo en la niñez es algo común por lo que todos atravesamos. Incluso, a veces se nos inculca a propósito para protegernos, como cuando nos indican que no debemos hablar con extraños.
Es normal que el niño presente diferentes miedos conforme vaya creciendo. Por ejemplo, los bebés suelen temerle a los ruidos fuertes, pero no a la oscuridad. Sin embargo, a partir de los tres años, la situación puede presentarse a la inversa: un ruido fuerte les da igual, pero dormir con la luz apagada se convierte en una tortura. Conforme el niño crece y descubre su entorno, comienza a temerle a situaciones, personas u objetos que lo rodean. Es común que un niño de cuatro o cinco años le tema a los monstruos, y uno de ocho ya puede sentir miedo ante la muerte.


El problema surge cuando el miedo deja de ser algo transitorio y se convierte en algo irracional, incontrolable y la sola idea de acercarse al objeto, persona o situación que lo genera ocasiona reacciones extremas, como náuseas, temblores, mareos, etc. El temor, entonces, ocasiona que el niño evite a toda costa aquello que se lo causa, como ir a una fiesta infantil porque habrá payasos o ir a jugar al parque porque hay insectos.

Las fobias más comunes en los pequeños son las específicas, en las cuales ellos mismos pueden definir qué es aquello que los asusta. Los monstruos, los truenos o los animales son algunas de las más conocidas.

Asimismo, se dan fobias más abstractas, como la agorafobia: encontrarse en un espacio abierto en el cual no poder pedir ayuda. Son los típicos niños que sienten pánico de perder de vista a su madre.

Al igual que los adultos, los pequeños también pueden experimentar fobia social y sentirse especialmente angustiados al tener que hablar en público o relacionarse con desconocidos.

El tratamiento psicológico para las fobias infantiles puede variar, pero la terapia de exposición es la más usada. Bajo el control de un especialista, se expone al niño a la situación que le genera angustia poco a poco, con el fin de que se acostumbre, sin darle mayor énfasis a los retrocesos y sí celebrando en grande los avances.

Otra manera de paliar las fobias es por medio de la escenificación emotiva. Siempre con la guía de una persona capacitada, se puede aproximar al pequeño hacia lo que lo atemoriza con instrucciones dadas con anterioridad. Por ejemplo, se le puede indicar que ayudará a su héroe favorito en una misión especial que incluye justo lo que le causa miedo.

Una técnica también bastante efectiva es la del modelado: hacer frente al niño justo lo que le ocasiona temor y que él vea por sí mismo que nada ocurre. Por ejemplo, si la fobia es hacia los perros, acariciar uno. Resulta aun más eficaz si quien realiza la acción es alguien de su misma edad.
Es importante no ridiculizar al niño, ni castigarlo, en especial frente a otros compañeros.

El miedo es una de las sensaciones más apabullantes que puede experimentar un pequeño y sentir empatía por sus temores, apoyarlo y ayudarlo a salir adelante le permitirán abrir la puerta de su armario y descubrir que el monstruo de la fobia, efectivamente, no vive más ahí.

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.