HAL 9000: inteligencia y evolución
A día de hoy, la emblemática película 2001: Una odisea en el espacio sigue sorprendiendo, cautivando espectadores. Resulta increíble pensar que esa magia data de 1968. Una película que nada, absolutamente nada, tiene que envidiar a la ciencia ficción actual. Magistral de principio a fin, para muchos es la mejor película que nos ha dado el cine. Evolución e inteligencia, máquinas y hombres, HAL 9000 y Bowman… y un final que nos sigue dejando boquiabiertos componen una de las más grandes obras del cine.
Pocas películas sobreviven tan bien al paso del tiempo, pocas películas de los 60 tienen unos efectos que, actualmente, todavía sorprenden. 2001: Una odisea en el espacio nos brinda la mayor elipsis temporal jamás vista: del lanzamiento de un hueso a una nave espacial, así resume Stanley Kubrick la evolución humana.
La película apenas posee diálogo, se trata de una experiencia puramente visual, acompañada por una banda sonora que no se podía haber elegido mejor. Sin necesidad de hablar, habla por sí sola, y pone ante nosotros las principales reflexiones de la humanidad. Logra unir la ciencia con lo místico, el escepticismo con la espiritualidad, pone en tela de juicio los avances tecnológicos y nuestra propia inteligencia. Aparecen inventos que todavía eran impensables en la época y hasta presenta a un personaje que, sin ser hombre, resulta muy humano: HAL 9000.
Es imposible resumir en pocas palabras lo que supone 2001: Una odisea en el espacio, no solo por su gran aportación al cine, sino también por la experiencia en sí. Por ello, centraremos nuestra atención en el icónico ordenador inteligente HAL 9000. No sin antes repasar, brevemente, la trama (o tramas) del filme.
2001: Una odisea en el espacio, la experiencia
No podemos pretender que 2001 sea una obra de evasión, de pura distracción; es una cinta totalmente innovadora que genera una experiencia en el espectador. El guion fue obra de Kubrick y del escritor Arthur C. Clarke, y se desarrolló en paralelo a su novela homónima. Visualmente espectacular, no debemos dejar a un lado su banda sonora que, lejos de ser un complemento emocional, se convierte en un componente fundamental que dota a la película de una base filosófica formidable.
La cinta reposa sobre cuestiones filosóficas, científicas y evolutivas que siempre han acompañado al ser humano. La banda sonora escogida es, en su mayoría, obra de Richard Strauss. No es casual la elección de la composición Así habló Zaratustra (Strauss, 1896), poema sinfónico inspirado en la obra homónima de Friedrich Nietzsche en la que expone, entre otros argumentos, su idea del Übermensch o Superhombre. Esa idea del Superhombre, así como la del eterno retorno van a ser dos pilares fundamentales sobre los que se edifica la película.
Mucho hablamos de la evolución, pero poco del futuro. Cuando pensamos en evolución, enseguida, asociamos el concepto a la idea de “venimos del mono”, pero, rara vez, pensamos en el futuro de nuestra propia evolución. Sin embargo, cuando vemos 2001, no podemos evitar pensar: ¿y si todavía nos queda mucho por evolucionar? ¿Y si somos solo un paso hasta, al fin, llegar al superhombre nietzscheano?
A su vez, lo que la cinta de Kubrick nos propone va más allá de lo puramente escéptico, uniendo la idea de evolución a la de una inteligencia superior, más desarrollada y, en definitiva, alienígena. De forma paralela a la trama principal, se desarrolla otra trama vinculada al ordenador HAL 9000, que nos induce a pensar en la naturaleza de nuestros propios avances y nos lleva a dudar de la propia idea que tenemos de qué es lo humano.
La trama principal
Está vinculada a la evolución. Al principio, observamos a un grupo de primates que, gracias a la aparición de un monolito, logran desarrollar la creación de herramientas. Asistimos al nacimiento de los primeros hombres. De pronto, una elipsis temporal, nos conduce al momento en que el hombre ha logrado conquistar el espacio. El segundo monolito aparece simbolizando que el hombre ya está preparado para evolucionar pero, para ello, deberá destruir su propia creación para evitar ser superado por la misma: HAL 9000. A continuación, el siguiente monolito nos traslada a una nueva dimensión espacial y temporal, a la reflexión sobre la vida humana y el paso del tiempo. Finalmente, aparece el último monolito en una escena que se ha relacionado con La creación de Adán de Miguel Ángel. Y es que lo que vemos es la muerte del hombre y, a su vez, el renacer en un nuevo ser que será devuelto a la tierra: el eterno retorno y el superhombre.
La trama de HAL 9000
La creación del hombre, la perfección hecha máquina que se rebela contra su creador. ¿Es una metáfora de la propia humanidad? HAL resulta sorprendentemente humano, ni siquiera sus creadores pueden saber si tiene sentimientos; y, sin duda, los tiene. Entonces, ¿qué es lo que nos hace humanos?
La naturaleza de HAL 9000
HAL 9000 es la pieza fundamental de la misión a Júpiter en la nave Discovery. Los astronautas del Discovery desconocen la verdadera finalidad de su misión. HAL ha sido diseñado para no cometer nunca ningún error, es, sencillamente, perfecto. Está programado con un único objetivo: llevar a cabo la misión y no desvelar a los ocupantes de la nave la naturaleza de la misma.
Todo parece discurrir con la monotonía habitual en el Discovery hasta que, tras una conversación entre HAL y Bowman, HAL informa de un fallo a Bowman que, finalmente, resulta ser erróneo. ¿Cómo es posible que un ordenador perfecto incapaz de cometer errores se equivoque? Esto hace que los astronautas desconfíen de HAL y planeen desconectarlo. HAL no puede escucharlos, pero es capaz de leer los labios y, al descubrir los planes de los astronautas, experimenta un sentimiento muy humano: el miedo.
¿Qué ha ocurrido exactamente? HAL está programado para no fallar, pero a su vez, para no revelar la naturaleza de la misión. La respuesta de Bowman despierta en HAL cierta incertidumbre, cierto temor a que la misión no alcance su objetivo. Por ello, HAL debe decidir entre contarle la verdad a Bowman para no poner en peligro la misión o mantener el secreto, algo que podría conducir a una misión fallida. En este punto, HAL se encuentra ante un dilema del que resulta difícil escapar y acude a algo totalmente humano: la mentira.
De este modo, HAL 9000 deja de ser únicamente una máquina, se obsesiona con la misión y se comporta de forma irracional como consecuencia de su sufrimiento. HAL es dueño de sus pensamientos, de sus sentimientos y es consciente de su propia existencia. Al enterarse de que quieren desconectarlo, el miedo más humano de todos aparece en él: el miedo al fin de la propia existencia. Kubrick acaba de adelantar uno de los peligros de nuestra contemporaneidad: el momento en que las máquinas superen y dominen al ser humano.
Se han visto ciertos paralelismos entre 2001 y la Odisea de Homero, pues ya en el título del filme aparece la palabra “odisea”. Pero lo interesante lo vemos en el personaje de HAL 9000 y su similitud con el cíclope Polifemo. Los cíclopes tienen un solo ojo, algo que visualmente nos recuerda al “ojo” rojo de HAL.
Polifemo fue atacando y asesinando a los compañeros de Ulises y, finalmente, fue Ulises quien derrotó a Polifemo; y lo hizo emborrachándolo, aturdiéndolo. HAL se rebela y acaba con la vida de los astronautas. Finalmente, Bowman logra desconectar a HAL que, poco a poco, va perdiendo la conciencia hasta morir. Bowman es el único que logra sobrevivir, llegará a ser el superhombre.
En definitiva, lo que nos plantea es una profunda reflexión acerca de la naturaleza humana, de la inteligencia. La cinta y, en especial, su final es toda una experiencia, todo un viaje hacia lo más profundo de la humanidad. Sin apenas palabras, Kubrick logró plasmar una cinta que profundiza en infinidad de cuestiones filosóficas y nos brindó a un personaje como HAL 9000. Un personaje que, sin poseer forma humana, resulta extraordinariamente humano.
“Lo siento, Dave. Me temo que no puedo”.
-HAL 9000-