Haz que el amor valga la alegría y no la pena
El amor siempre merece la pena, a cualquier edad, en cualquier circunstancia… Sin embargo, hay que tenerlo claro, no nos sirve cualquier tipo de amor. No el que hace daño, no el que te quita el aliento y provoca que dejes de ser tu mismo, como si algo en ti se deshilachara en el ovillo insufrible de la infelicidad.
Nadie llega a este mundo siendo un auténtico gurú de las relaciones afectivas. Todo se aprende, todo se sufre, se llora, se ríe y se aprende. Porque somos criaturas que obtenemos nuestro conocimiento de las emociones más intensas, esas que nos parten por la mitad o que a su vez, nos enriquecen como almas sabias con el corazón abierto.
El amor es una aventura y a la vez, un salto al vacío. Arriesgarse siempre merecerá la pena si contamos con el paracaídas de nuestra autoestima, y de esa madurez con la cual, saber establecer límites y prioridades. Y la prioridad, es siempre tu felicidad. Tu alegría.
¿Cómo conseguir que el amor valga mis alegrías y no mis penas?
No hay una fórmula mágica que nos sirva a todos por igual. Cada uno de nosotros contamos con una historia propia, con unas necesidades, con unos valores y a su vez, con una forma de entender las relaciones personales.
Ahora bien, puesto que todos ansiamos ante todo ser felices y no sufrir, es necesario que tengamos siempre en cuenta estos interesantes pilares que te pueden servir de orientación.
1. No idealices a la persona amada
Más de una vez te habrás sorprendido a ti mismo/a hablando con alguien sobre tu pareja: “Es el hombre/ la mujer ideal. Sólo con mirarme sabe lo que siento, me hace reír y soñar, es perfecta/o en todo. Tengo una suerte increíble.”
Puede que así sea, puede que esa persona cuente en verdad con grandes virtudes, no obstante, nunca te desboques ni veas el mundo con esas gafas veladas que nos impiden ver la auténtica realidad. El amor nos desborda y nos inflama, nos hace en ocasiones tener 15 años de nuevo sin pensar que lo que hacemos en verdad, es proyectar en la pareja deseos y necesidades propias.
No idealices, no lo hagas nunca. Observa a la persona que amas en toda su realidad, en toda su complejidad con sus virtudes y también con sus defectos incluidos. Esos que sin lugar a dudas, también tú tienes. El amor es al fin y al cabo un gran desafío en la cual, unir a dos personas imperfectas para crear una relación perfecta, y te aseguramos que el esfuerzo merece la pena.
2. No lo des todo a cambio de nada
¿Qué no serías capaz de hacer por amor? ¿Dejarías a tu familia? ¿Cambiarías de ciudad? ¿De amigos? ¿Priorizarías sus necesidades antes que las tuyas? ¿Dejarías a un lado tus propios valores por la persona que ahora llena tu corazón? Piénsalo con objetividad.
El amor no es ofrecerlo todo a cambio de nada. Las relaciones afectivas son un intercambio continuo donde ambos ganan y nadie pierde, no se trata de un juego de fuerzas, sino de un equilibrio de riquezas y descubrimientos, de esfuerzos mutuos y concesiones negociadas.
3. Amar sin poseer
En el momento en que aparece en nuestra relación los primeros muros y las primeras ataduras, empezamos a quedarnos sin aire. Si tu pareja te prohibe, te instiga, si en su lenguaje aparecen palabras trufadas por el chantaje, por la victimización, por los reproches y los ultimatums, ese amor está trayendo penas y no alegrías.
El amor dependiente que posee y controla, no es un amor maduro y consciente. Es un amor egoísta que prioriza las propias necesidades y los propios miedos: libérate.
4. El amor verdadero empieza por uno mismo
¿Es ser egoísta amarse a uno mismo? En absoluto. Hay quien pasa toda su vida esperando a la persona perfecta, a la persona ideal, saltando de relación en relación sin encontrar nunca a esa pareja soñada que tiene en mente.
¿Por qué ocurre esto? Ten muy en cuenta estas dimensiones:
- No busques a una persona que llene tus vacíos o que alivie tus miedos. Conviértete tu primero en esa “persona ideal”, en esa persona madura, equilibrada y segura con la que todo el mundo, incluyendo tú mismo)/a, merece estar.
- Si no empiezas por quererte a ti mismo, pasarás toda tu vida esperando que los demás te quieran y que cubran esas necesidades que sientes en estos momentos. No debes obligar a nadie a solucionar tus problemas, tus carencias, o a curar tus heridas. No puedes obligar a nadie a que te ame de modo incondicional, si primero, no te amas a ti mismo.
- Si tú te amas, si tú te respetas y no temes a tus soledades, serás capaz de ofrecer un amor más íntegro, más sabio y más maduro a la otra persona. Un amor que os llenará de alegrías y no de penas.
El amor que no sabe de penas, es aquel que se ofrece con madurez e integridad sin pedir nada a cambio. Una relación capaz de enriquecerse sin chantajes está formada por dos personas que se complementan para hacer de la vida, una bonita aventura llena de alegrías y de la que aprender cada día.
Imagen cortesía: David Renshaw