Hemos venido a ser bailados
Estamos aquí para ser bailados; bailados por la vida, el destino, la suerte y esa magia de lo imprevisto donde como hábiles danzarines, vamos ajustando los pasos para no perder el ritmo. No es fácil mantener el equilibrio y el compás. A lo largo de nuestro ciclo vital la música cambia con frecuencia, a veces es más alegre, otras más lenta y hasta melancólica, pero lo más importante sin duda, es no rendirnos. No dejar de bailar jamás.
Señalaba Shah Asad Rizvi, un célebre poeta sufí del siglo XVI, que fue a través de la sinergia del intelecto, el arte y la gracia como surgió el primer bailarín de nuestra historia. De algún modo, el arte de la danza es también el arte de la vida. Requiere sin duda de una sutil combinación entre la lógica, la intuición y la emoción. Es hacer uso de todos nuestros recursos para mantenernos no solo en pie, sino siendo capaces de deslizarnos con entusiasmo para sortear cada obstáculo.
Todos llevamos un bailarín dentro. No importa nuestra edad, las circunstancias que carguemos ya en nuestra espalda o los trenes que hayamos dejado pasar. Porque para bailar solo se requieren tres cosas: equilibrio, entusiasmo y permitirnos fluir. Profundicemos por tanto en estos aspectos del desarrollo personal con los que obtendremos sin duda, una interesante reflexión.
“Todo en el universo tiene ritmo. Todo baila”
-Maya Angelou-
Hemos venido a ser bailados: escucha tu ritmo interior
Señala Eckhart Tolle en su libro Practicar el poder del ahora, que la vida es un baile y nosotros los bailarines. No obstante, hay un aspecto en el que todos estaremos de acuerdo. Nadie llega a este mundo conociendo todos los pasos, esos que nos permiten avanzar con gracia y acierto en el salón de baile de nuestra existencia.
La mayoría empezamos esa danza de la vida con inseguridad, con miedo e incertezas. A veces caemos, nos hacemos daño y nos decimos a nosotros mismos que jamás lo conseguiremos. Sin embargo tarde o temprano aflora nuestra tozudez y nos levantamos con mayor ánimo y coraje; queremos volver a intentarlo y nos sentimos decididos. Nuestro cerebro es un órgano muy hábil en el arte de la supervivencia y la resistencia, y rara vez se da por vencido cuando desea algo.
Para ser bailados por la vida es necesario hallar ese ritmo interior donde se contienen nuestras necesidades. Una vez identificadas, solo queda aplicar las siguientes dimensiones. Esas que nos permitirán dar forma a una existencia más satisfactoria a la vez que poderosa. Reflexionemos por tanto en esas tres áreas.
El equilibrio
Equilibrio es sinónimo de bienestar. Ahora bien, alcanzarlo no es una tarea sencilla, es un ejercicio que trabajar a diario como si fuéramos un hábil funambulista que avanza por una cuerda floja. Hay que controlar los miedos, hay que dominar la ansiedad y todas esas emociones que a menudo, nos llevan al vacío de la infelicidad.
Equilibrio es sinónimo de autocontrol, el mismo que debemos aplicar nosotros para ser bailados por la vida, ahí donde ser conscientes de cada movimiento, de cada giro, de cada vuelta y de cada salto. Porque cualquier paso en falso o acto impulsivo puede producir un incómodo desajuste.
No obstante, no pasa nada si en un momento dado nos venimos abajo y ese equilibrio se pierde un instante. Todos tenemos derecho a equivocarnos e incluso a caer. Al fin y al cabo, las caídas nos permiten aprender para ajustar mucho mejor nuestro avance.
El entusiasmo
El entusiasmo es pasión, es motivación y positivismo. Pocas emociones nos confieren tanto impulso interno para lograr cosas, para confiar en nosotros mismos y movernos con seguridad en esa gran sala de baile que es la vida. A su vez, esta emoción es una gran transmisora, es la música en nuestra comunicación y en nuestro comportamiento.
A través de ella generamos positividad y contagiamos a otros para que de algún modo, sean también nuestras parejas de baile durante un instante en el viaje de la vida.
Para ser bailados debemos permitirnos fluir
Desde que Mihaly Csikszentmihalyi introdujera el término fluir (flow) en los años 90, su impacto sigue muy vigente. Este concepto representa básicamente, saber alcanzar esos estados de experiencia óptima donde sentirnos bien con aquello que hacemos. Para este profesor de psicología de la Universidad de Claremont la felicidad se experimenta realizando alguna tarea.
Son experiencias donde alcanzar el gozo creativo, la concentración activa y esa relajada absorción en lo que uno está haciendo. Fluir es sentir, realizar, estar atento y conectado a su vez al propio ser. Pensemos en ello, para ser bailados por la vida y avanzar en plenitud como el mejor danzarín, basta con hallar aquello que nos identifica y nos hace sentirnos realizados.
Como diría Viktor Frankl, la vida tiene sentido cuando le damos un propósito y nos dedicamos a esa meta personal. No es tan difícil, abramos nuestra mente y nuestro corazón y atrevámonos a lanzarnos a esa pista de baile tan llena de posibilidades.