Juan Rulfo, biografía de un genio de la literatura
Juan Rulfo fue un escritor vital y conmovedor que le dio a los campesinos mexicanos una voz universal. A pesar de no granar el Premio Nobel de Literatura, legó dos grandes obras, la novela Pedro Páramo y el libro de cuentos El llano en llamas.
Su verdadero nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. No se sabe con exactitud dónde nació y se barajan varias localidades: Sayula, como dice su registro de nacimiento; Apulco, donde estaba la hacienda de su madre; o San Gabriel, el poblado que marcaba su corazón. Lo que tienen en común esos lugares, además de estar en Jalisco, son las cicatrices de la Revolución Mexicana y de la contrarrevolución cristera.
“Y abrí la boca para que se fuera (mi alma). Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón”.
–Pedro Páramo, Juan Rulfo-
Un acto de violencia marcó la infancia de este fabuloso escritor. Había nacido el 16 de mayo de 1917 y fue testigo de las grandes convulsiones sociales de los años veinte en México. Cuando tenía tan solo 6 años, su padre fue asesinado. Su madre quedó muy afectada y falleció 4 años después. Esto hizo que la infancia de Juan Rulfo se sumiera en una fractura emocional para la que solo encontró consuelo en el arte.
Los libros, la vida…
La educación de Juan Rulfo fue inestable, tuvo que cambiar varias veces de colegio por diversas razones. Tras la muerte de su madre, en 1927, fue internado en el colegio Luis Silva de Guadalajara, por decisión de su tío, que había quedado a su cargo. Allí permaneció hasta que tuvo 15 años.
Uno de sus maestros, el padre Irineo Monroy, sin quererlo, le otorgó un legado definitivo: los libros. Ese sacerdote había sido censor eclesiástico, iba por las casas revisando las publicaciones para determinar si era lícito leerlas. Se quedaba con las que consideraba prohibidas, de esta manera, formó una amplia biblioteca.
Cuando se fue, dejó todos sus libros en la casa donde vivía Juan Rulfo. A partir de este momento, la lectura se convertiría en la gran afición de Rulfo. Alguna vez el propio Rulfo dijo que: “me pasaba todo el tiempo leyendo , no podías salir a la calle porque te podía tocar un balazo ”. Así creció y así se formó: entre libros de Alejandro Dumas, de Víctor Hugo y toda obra que cayera en sus manos.
En realidad, Rulfo no era un autor al que le gustase hablar de su vida, a veces, caía en ambigüedades o daba datos inciertos. Durante mucho tiempo, aseguró haber nacido en 1918, pero, según los documentos más fiables, nació en 1917. Seguramente, cambiaba su fecha de nacimiento para acercarse cronológicamente a los autores más jóvenes del boom literario que se vivía en el continente.
Juan Rulfo, un viajero y un creador
Juan Rulfo pertenece a ese grupo de escritores que nunca obtuvieron un título universitario, fue un autor autodidacta. Intentó comenzar sus estudios en la Universidad de Guadalajara, pero una larga huelga se lo impidió. Quiso revalidar sus credenciales académicas, pero se lo negaron. Así que, en 1934, decidió que no se adentraría en la vida académica, optando por emprender un nuevo camino. A partir de este momento, su alma de viajero se apoderó de él.
En 1937, comenzó a trabajar como clasificador de archivo en la Secretaría de la Gobernación de Guadalajara. Por aquella época, también inició una amistad decisiva con Efrén Hernández, la primera persona que creyó en su escritura y lo animó a hacerla pública. En 1941, ocupó el cargo de agente de migración y allí conoció al también escritor Juan José Arreola, que ejerció una fuerte influencia sobre Rulfo.
En esos tiempos, ya había desarrollado las otras pasiones que siempre lo acompañaron: la fotografía, la historia y la antropología. El Juan Rulfo que luego se dio a conocer a través de grandes obras, ya estaba formado.
Un escritor universal
En el año de 1948, Juan Rulfo se casó con Clara Aparicio, con quien tuvo varios hijos. Poco a poco su fama de escritor e intelectual fue creciendo y se hizo acreedor a varias becas que le fueron conferidas por el Centro Mexicano de Escritores, esto le permitió dedicarse de lleno a la escritura.
En 1953 publicó El llano en llamas y, en 1955, Pedro Páramo. Esta última es considerada una de las grandes novelas de la literatura universal.
Esas dos grandes obras le otorgaron a Juan Rulfo la fama nacional e internacional. En su momento, fue el escritor más reconocido de todo México, recibió elogios de grandes escritores como Jorge Luis Borges, Susan Sontag, Gabriel García Márquez y muchos otros.
Los últimos veinte años de su vida los dedicó al Instituto Nacional Indigenista de México, donde realizó la edición de una de las colecciones más importantes de antropología. También hizo varias exposiciones fotográficas y publicó nuevas obras literarias, en los años 80.
Rulfo fue uno de los primeros autores que logró incorporar el habla popular y local a sus novelas sin la necesidad de incluir un glosario, es decir, sin la necesidad de un manual que permita descodificarla. El propio texto ya servía para poder interpretar el significado y comprender aquellos aspectos más populares de su lenguaje. En América Latina, comienza a darse una creciente tendencia hacia lo regionalista e incluso criollista.
Rulfo marcaría un antes y un después; sin su obra, no podríamos comprender la literatura posterior. El mundo de Rulfo no es tanto el regionalista, sino el rural, pero se encargará de convertirse en un autor mítico que sería referenciado y elogiado por infinidad de autores.
La leyenda de Rulfo se construye como una especie de mito, marca una especie de distancia irónica entre el lector y él. Esta leyenda se vio reforzada a partir de su silencio, Rulfo dejó de publicar a partir de 1955, pero las razones son inciertas. Algunos estudiosos han querido ver en ellas cierta ansiedad, pero tampoco se ha logrado esclarecer. Lo paradójico en este autor es que, conforme aumenta su fama como escritor, disminuye su producción.
Su fama lo consagró como uno de los autores más reconocidos de México y los galardones tampoco se hicieron esperar. En el 1983, recibe el premio Príncipe de Asturias de las letras, aunque moriría unos años después, en 1986.
No es fácil describir con palabras lo que suscita la obra de Juan Rulfo. Basta decir que no se parece a nada y, al mismo tiempo, resulta familiar a todo.
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- Rulfo, J., & Roffé, R. (1992). Juan Rulfo: autobiografía armada (Vol. 1). Barcelona, Montesinos.