La alucinación como arma de guerra
La mente humana es la herramienta más poderosa. Tan es así, que muchas de las armas que actualmente se desarrollan en el mundo buscan controlarla. Ese es el caso de un nuevo invento bélico ruso que emplea la alucinación como arma de guerra.
En realidad, es básicamente imposible saber lo avanzados que se encuentran los desarrollos en materia de armas. Esa es una información confidencial que no sale a la luz tan fácilmente. El arma que emplea la alucinación como arma de guerra, seguramente es un invento antiguo. Sin embargo, nos muestra a dónde se dirigen las acciones bélicas.
“¿Árboles al revés que pasan volando por delante de una puerta? -Ahí está el problema. Si lo vemos los dos, entonces no es una alucinación. Todo el mundo ve cosas diferentes”.
-Dennis Lehane-
Lo que dejaron saber es que este nuevo dispositivo es similar a un escudo. Su objetivo es aturdir y desorientar al enemigo, en situaciones de confrontación o persecución. Para desarrollarla se valieron de conocimientos en psicología y neurología.
Saben que alguien que no distingue claramente lo real y lo imaginario , se torna muy vulnerable. Por eso se enfocaron a desarrollar un instrumento que permitiera usar la alucinación como arma de guerra.
Un arma dirigida a la mente
El mundo de las teorías militares causa escalofríos a veces. Todas ellas tienen como objetivo dominar o imponerse. Para ello se estudian cuidadosamente las fortalezas y debilidades de los seres humanos, con el propósito de neutralizar las unas y aprovechar las otras.
Desde hace tiempo, se ha abierto paso la idea de que es mucho más benéfico, en términos de combate, tener al enemigo herido, aturdido o confundido, que muerto. Para el bando contrario esto es mucho más oneroso. También es una forma de inducir al error, disminuyendo así todas sus fortalezas.
Desde hace mucho tiempo se ha empleado la alucinación como arma de guerra. Ya en el pasado se crearon drogas sintéticas, cuyo objetivo central era extraer información de los prisioneros, sin golpearlos, al menos del modo tradicional. En cambio, se buscaba que los golpes químicos al cerebro quebrantaran su voluntad.
La nueva arma rusa no es química, sino física. Su propósito es el de confundir a la mente, mediante estímulos ópticos. No hay muchos detalles acerca de cómo fue probada en laboratorio, pero sí se dieron a conocer sus principales efectos.
La alucinación como arma de guerra
La nueva arma de guerra rusa tiene por nombre 5P-42 Filin. Fue desarrollada por la empresa Roselectrónica para la armada rusa. Se la define como un “sistema de interferencia óptica no letal basado en la luz”. Al sistema que lo compone se le denomina “luces de inducción de barf”.
Se trata de una especie de escudo blindado , que está equipado en la parte frontal con un gran número de focos. Emiten una luz extremadamente brillante y potente. Dicha luz parpadea, cada cierto número de segundos. El intervalo de esos destellos fue cuidadosamente estudiado para que fuera eficaz.
El aparato produce dos efectos principalmente. El primero es una suerte de ceguera temporal. La intensidad de la luz es muy alta y esto hace que sea imposible ver. A su vez, el parpadeo constante genera en principio cierta confusión. Luego, una sensación de aturdimiento que tiene el potencial de provocar alucinaciones.
Un efecto neurológico
El profesor Christopher Honey, asistente del Departamento de Ciencias Psicológicas y cerebrales de la Universidad Johns Hopkins, dijo que es plenamente previsible que una persona vea “imágenes temporales después de estar expuesta a luces parpadeantes brillantes”.
Los rusos, por su parte, señalan que, a su juicio, el aparato es netamente de carácter defensivo. No por ello deja de ser un uso de la alucinación como arma de guerra. Sin embargo, ellos sostienen que su fin es simplemente reducir la capacidad de acción de los agresores, en un rango que está en el 300 % y 500 %.
Los expertos han indicado que uno de los efectos habituales de las luces parpadeantes es la formación de imágenes temporales. Estas ilusiones ópticas no tienen gran realismo, pero sí el suficiente como para generar inquietud, e incluso angustia en quien las ve. Se ha señalado que el efecto es similar al de mirar una luz fijamente por 30 segundos y luego desviar la vista hacia una pared blanca.
No obstante, seguramente los desarrollos que buscan emplear la alucinación como arma de guerra van mucho más allá de este dispositivo. Lo que sí es cierto es que existe un interesante potencial para convertir este tipo de aparatos en medios de defensa para cualquier persona con las adaptaciones correspondientes.
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- González Broquen, X. (2011). Reseña de" Ciudad Pánico, el afuera comienza aquí. Razón y Palabra, 16(75).