La culpa se contagia
Por extraño que parezca, el sentimiento de culpa es una fuerza sutil que aparentemente se contagia, solamente por entrar en contacto con alguien que ha realizado un acto moralmente reprobable. Así lo indica un estudio realizado en los Estados Unidos por un grupo de investigadores, y publicado por el Journal of Experimental Social Psychology.
Este fenómeno se conoce en psicología con el nombre de “transferencia moral” y consiste en que las personas experimentan como propia una culpa que es ajena, simplemente por establecer un vínculo con personas que han hecho trampa, o cometido un ilícito.
Un experimento que lo revela
Esta condición psicológica fue establecida gracias a un experimento en el que se reclutó a 54 estudiantes universitarios. A todos se les pidió tomar asiento y poco después, por separado, a algunos se les informó que en su silla había estado sentado antes un alumno que había sido acusado de robo.
Inmediatamente se les practicó un test para determinar cómo se sentían consigo mismos en ese preciso momento. El cuestionario incluía preguntas sobre temas como la ira, la tristeza y la culpabilidad.
Los estudiantes a los que se les había dicho que en su silla había previamente un ladrón, mostraron un sentimiento de culpa más elevado que los demás.
Para corroborar estos resultados, se acudió a un nuevo grupo de 48 estudiantes. A la mitad de ellos se le presentó a una persona que los saludó de mano. Después se hizo un comentario indicando que esa persona había sido sorprendida haciendo trampa en varios exámenes.
Nuevamente se aplicó un test y todos aquellos que habían estrechado la mano del supuesto tramposo, mostraban elevados sentimientos de culpa. Como si ellos mismos fueran los trasgresores.
El peso de la culpa
Todo parece indicar que los seres humanos en la actualidad somos muy proclives a experimentar sentimientos de culpa. Es posible que esta predisposición aumente cuando nos desenvolvemos en medio de instituciones formales, tales como el trabajo, la escuela o la universidad.
Lo llamativo del experimento es que nos muestra cómo las personas llegan a sentirse culpables de algo que no han hecho. Esto comprueba que la culpa es un sentimiento que puede ser real o imaginario y que depende más de un cierto contexto, que de la valoración objetiva de nuestros actos.
La culpa es uno de los sentimientos más destructivos que podemos experimentar. No solamente ocasiona malestar con nosotros mismos, sino que nos hace vulnerables a las manipulaciones y deteriora la confianza que tenemos en nosotros mismos. Además, con frecuencia nos paraliza y limita nuestro crecimiento.
Si le damos un valor desmedido a las instituciones, sus figuras de poder y la mirada de otros, vamos a ser más proclives a experimentar sentimientos de culpa. Como en el experimento, podemos llegar incluso a tomar como propia la culpa de otro, simplemente porque ese otro representa algo que la institución, la figura de poder o el entorno consideran altamente reprochable.
Las culpas imaginarias son más frecuentes de lo que puedes suponer. Por eso, si sientes que experimentas sentimientos de culpa con gran facilidad, vale la pena que reflexiones y determines si estos se originan en experiencias reales, o son solamente el producto de una excesiva reverencia al medio en donde te desenvuelves.
Imagen cortesía de frischundsauber