La depresión no entra donde habita el buen humor
Una de las mejores terapias para eliminar la depresión es el sentido del humor. La risa sirve para enfrentar las penas y también curar enfermedades, al fortalecer el sistema inmune. ¡Por ello no debemos dejar de sonreír aunque estemos muy tristes! Algunos le dicen “ver el medio vaso lleno” a la situación, otros ser optimistas… pero lo cierto es que reír aleja muchos males.
La depresión es una de las principales razones por las que una persona decide ir a la consulta con el psicólogo. La terapia puede ayudar a conocer los motivos de este estado y ofrecer las herramientas para que el que lo sufre pueda salir de él.
La depresión no se marcha si la reforzamos
Esto puede resultar obvio si lo leemos, pero no tanto si lo queremos poner en práctica. Si estamos deprimidos es más probable que sumemos más sentimientos tristes y angustiantes que emociones agradables. El llanto o la desmotivación son más frecuentes que la risa y la energía.
Pero tratemos de cambiar esto. ¿Cómo? Manteniendo el buen humor “por las nubes”. El hecho de reírnos de nuestros problemas es un gran aliciente. Muchos estudios han demostrado que la risa tiene influencia directa en cómo nos sentimos y en la actitud que tomamos para afrontar las dificultades. Podría decirse que se trata de un ingrediente que funciona muy bien en todos lo estados de ánimo negativos.
Si por el contrario reforzamos a la depresión, introduciéndonos en una especie de círculo vicioso, en el que la pereza y la tristeza no hagan más que sumar aún más tristeza y pereza, nos va a ser muy difícil después saltar esa vaya tan alta que hemos construido. Recordemos que la depresión, más que una enfermedad, es un estado del que no se sale sin un ejercicio de voluntad que sirva de motor para comenzar a realizar actividades que en principio, no nos apetecen nada.
La depresión y la enfermedad
Estar tristes no es únicamente una sensación horrible en medio del pecho o un nudo en la garganta. Afecta cada plano de nuestro cuerpo, incluyendo el mental y el espiritual. Pero también puede tener consecuencias negativas sobre nuestra salud física. Una persona deprimida es más vulnerable a enfermarse y “atrapar” todos los virus que andan pululando por el aire.
Es común estar resfriado, no poder curarse rápidamente de una herida, tener la piel llena de granos… todo por estar deprimido. No tener ganas de comer, pretender dormir todo el día y que nos falte la energía para hacer cualquier tipo de actividad, tarde o temprano también repercute en nuestra salud. Es imprescindible entonces que la depresión se vaya lo más lejos posible si queremos un sistema inmune fuerte y sano.
La depresión y la terapia positiva
Una vez que se determina o diagnostica la depresión el siguiente paso es encontrar una técnica que solucione o disminuya el problema. En el área de la psicología hay muchas terapias que pueden ayudar, como la “terapia positiva” que trata de hallar todos los recursos beneficiosos para el paciente.
Por ejemplo se aconseja llevar un “diario de la gratitud” donde escriben todas las cosas buenas por las que debemos ser agradecidos: la familia, la pareja, el trabajo, la casa, la salud, los amigos, etc.
En este diario de gratitud lo mejor es que seamos lo más concretos que podamos en nuestras anotaciones, de manera que podamos ir completándolas. Por ejemplo, en vez de escribir que estás agradecido “por tener unos padres maravillosos” es mucho mejor escribir que estas agradecido “porque tienes una madre y/o un padre que te escuchan e intentan comprenderte”. Así lo puedes completar con “estoy agradecido por que me cuidan” o “de que me pregunten y estén pendientes de mí”.
Los beneficios del buen humor y la gratitud
Así, el buen humor y la sensación de gratitud son dos vacunas potencialmente eficaces frente a la depresión. Será mucho más complicado que caigamos en el círculo vicioso del que hablábamos antes si tenemos automatizados ciertos filtros positivos a la hora de observar la realidad que más condiciona nuestro estado de ánimo.
Todos hemos estado en la situación de mirar a alguien y quedarnos sorprendidos por el humor con el que lleva aquello que desde fuera nos parece un déficit. Son estas personas, las que aceptan aquello que no pueden cambiar y además lo caricaturizan las que mejor entrenan su resiliencia frente a los momentos bajos.
Ya no es que esta actitud sea buena para ellos, que lo es, es que además consiguen reforzar el círculo social de apoyo con el que cuentan. El sentido del humor y el optimismo no solamente es contagioso, sino que hace que los ratos que pasamos junto a personas que lo fomentan sean agradables.