La guerra psicológica, un instrumento de poder
La guerra psicológica es el nombre que se le da a un conjunto de acciones destinadas a destruir moral, emocional o simbólicamente al adversario en el marco de una confrontación. Se trata de una práctica milenaria, que se ha empleado desde que la guerra existe. Los grandes guerreros y los combatientes saben que minar subjetivamente al enemigo produce ventajas estratégicas.
El estratega chino Sun Tzu propuso precisamente la idea de vencer al enemigo en guerra sin disparar un arma. Lo hizo en su famosa obra El arte de la guerra, que desde entonces es un manual clásico para los hombres de guerra. El propio Genghis Khan empleó numerosas tácticas de guerra psicológica que le resultaron muy eficaces.
Más adelante, la guerra psicológica adoptó la forma de propaganda . Actualmente se emplea constantemente y no siempre en condiciones de guerra formal, sino también en diferentes instancias como la política, la religión, la familia y las propias relaciones interpersonales, en muchas ocasiones.
“El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar”.
-Sun Tzu-
Las bases de la guerra psicológica
Hitler, un hombre de guerra, es un ejemplo de alguien que acudió a la guerra psicológica de manera sistemática. Al respecto, profetizó que las guerras del futuro serían libradas antes de comenzar las acciones militares. Dijo que esto se haría “a través de la confusión mental, la contradicción de los sentimientos, la indecisión y el pánico”.
Actualmente, la doctrina de defensa de los Estados Unidos comprende capítulos enteros dedicados a la guerra psicológica. Señalan que esta tiene tres objetivos principales:
- Destruir la voluntad y la capacidad de combatir del enemigo.
- Privar al adversario del apoyo de sus aliados.
- Incrementar la moral de las propias tropas y su voluntad de vencer.
Tanto en la época de Hitler como ahora se requiere de un poderoso sistema de propaganda para lograr esos objetivos. En su tiempo, los nazis ya ejercieron un control absoluto sobre los medios de comunicación, usándolos a favor de sus intereses. Se dirá que hoy en Occidente prima la democracia y la libertad de prensa , pero en la práctica no siempre es así.
La conquista de los cerebros
Tanto varios gobiernos como numerosos grupos ilegales se han valido del terrorismo como medio para lograr sus objetivos. Por un lado, en ambos casos se promueve la idea de un enemigo radicalmente malvado, prácticamente inhumano. Así, Estados Unidos cataloga de “dictadores locos” a todos los líderes enemigos. Estos, a su vez, se refieren a ese gobierno como imperialista, “demoníaco” y cegado de soberbia.
Por otro lado, también varios gobiernos y grupos ilegales han acudido al ataque contra la población civil, como vía de guerra psicológica. Desde el punto de vista militar, esto se ha bautizado como “guerra de cuarta generación”. Significa que, de forma irregular, se victimiza a los civiles para que estos se atemoricen y se pongan del lado del agresor. Con esto se logra el objetivo de retirar el apoyo que pueda tener o conquistar el adversario.
Recientemente hubo protestas masivas en Ecuador, Chile y Colombia. En los tres países hubo días en los que se declaró el toque de queda. Y en las tres naciones tuvo lugar un hecho llamativo: por la noche, cuando no había nadie en las calles, las personas comenzaron a recibir mensajes por las redes sociales en los que se decía que había vándalos entrando en las casas para robar.
Los ciudadanos llamaban a la policía y esta no respondía en principio. Después de insistir mucho, atendían las llamadas, presentándose en el lugar que se les requería.
En muchos casos, eran recibidos como héroes. Las personas estaban tan asustadas que olvidaban los abusos de los uniformados durante las protestas; en cambio, les brindaban su apoyo.
La guerra en la vida cotidiana
También hay guerra psicológica en la vida cotidiana. Cuando se le culpa al pobre de su pobreza o al desempleado de su paro, por ejemplo. En el fondo, resuena un mensaje autoritario que pretende sofocar una posible protesta de aquellos que están en situación de desamparo.
Hay guerra psicológica de géneros, cuando los hombres o las mujeres deciden descalificar prejuiciosamente al otro sexo para someterlo a sus propios códigos. O cuando te plantean un modelo de vida y de éxito al que debes ajustarte para no ser objeto de descalificaciones.
Vivimos tiempos en los que nuestra mente es el principal botín de guerra. Dominar las mentes es dominar el mundo y tener el camino expedito para hacer cualquier barbaridad con la complicidad general. La lectura, la reflexión y la meditación son buenos escudos frente a esta contaminación.
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- Martín-Baró, I. (1990). De la guerra sucia a la guerra psicológica: el caso de El Salvador. Psicología social de la guerra. El Salvador: UCA.